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Paseando por Roma XIV: Del Palazzo Barberini a los Foros Imperiales

el jardín de los monos

El paseo comenzaba con Indro Montanelli al inicio de Vía Veneto en la Piazza Barberini. Él hará de cicerone en este recorrido por el centro de la Roma de nuestros antepasados

Paseando por Roma XIII: De Santa María Maggiore a San Pietro in Vincoli

Del Palazzo Barberini a los Foros Imperiales / M. H.
Juan López Cohard

22 de octubre 2022 - 07:01

Málaga/HOY vamos a pasear dentro de lo que fue Roma en sus inicios. Mejor dicho, dentro de la muralla que construyó el rey Servio Tulio, sexto rey de Roma y antecesor de Tarquinio el Soberbio que fue el último. Fue llamada por ello Muralla Serviana y fue construida en el s. IV a.C., o sea, dos siglos después de la que hiciera Rómulo que rodeaba exclusivamente las siete colinas sobre las que se estableció la ciudad. Posteriormente, las Murallas Aurelianas, de finales del s. III d.C., ensancharon Roma abarcando el Campo de Marte, Termini, Laterano, Testaccio y Trastevere. Por último, el barrio Flaminio y las Villas Borghese y Giulia, al norte de la ciudad, se incorporarían en la época papal.

¿Quién no conoce al gran periodista, escritor e historiador Indro Montanelli? Yo le conocí en 1965, recién iniciados mis estudios en la universidad. Le conocí cuando cayó en mis manos su obra “Historia de Roma”, publicada en 1959, y consiguió que me apasionara con nuestros antepasados latinos. Me enseñó que Roma fue grande a pesar de los humanos defectos de sus héroes, juristas, escritores, generales o sus estadistas. Supe por él que Augusto estuvo a punto de perder su primera batalla, contra Casio y Bruto a causa de un ataque de diarrea, y que César fue de joven un gran canalla, mujeriego toda su vida y que peinaba bisoñé porque se avergonzaba de su calvicie, lo que no enturbia su grandeza de general y de hombre de Estado.

El paseo comenzaba con Indro Montanelli al inicio de Vía Veneto en la Piazza Barberini. Él hará de cicerone en este recorrido por el centro de la Roma de nuestros antepasados, un centro que más tarde se desplazaría hacia el Campo de Marte.

Desde Piazza Barberini tomamos la Vía di Quattro Fontane donde nos encontramos con el “Palazzo Barberini” que hoy es una de las dos sedes de la “Galleria Nazionale d´Arte Antica”: --Este palacio fue diseñado por Carlo Maderno para el papa Urbano VIII en el s. XVII. Después de varias remodelaciones se destinó a museo de arte antiguo junto con el Palazzo Corsini que está en el Trastevere. Posee una gran colección de obras de Bernini, Caravaggio, Holbein, Perugino, El Greco, Rafael, Tiépolo, Tintoretto o Tiziano, entre otros.

Al llegar al cruce con la Vía del Quirinale, cuya continuación es la Vía XX Settembre, nos paramos a contemplar las “fuentes” que adornan las cuatro esquinas de la pequeña plaza ochavada. --El agua de estas fuentes procede del acueducto que llega a la Fontana dell´Acqua Felice. Desgraciadamente las cuatro son de construcción privada, por lo que no conocemos el verdadero significado de las representaciones que hay en ellas. Algunos suponen que pueden referirse a cuatro ríos, pero son eso, solo suposiciones. Junto a una de ellas está la iglesia de “San Carlo alle Quattro Fontane”. Fue encargada por los trinitarios españoles al arquitecto Borromini, el gran rival de Bernini, y tanta ilusión le hizo por ser su primer proyecto en solitario que no les cobró nada. De todas formas, Borromini, como todos los genios, era un bicho raro, tan raro que acabó suicidándose, como Marco Antonio, arrojándose sobre su espada. Nunca siguió los cánones de sus maestros. Bella fachada -nos dijo Indro Montanelli alzando hacia ella su mano derecha- de genial diseño ondulado, con una cornisa serpenteante y nichos enmarcados entre columnas corintias, es sin duda una grandísima obra maestra. La planta oval de la iglesia, interrumpida con constantes huecos cóncavos y convexos, hace parecer que sus muros estuviesen construidos con el mismo supuesto material flexible que los relojes de Dalí.

Por la Vía del Quirinale nos encontrarnos con la pequeña iglesia de los jesuitas, “Sant´Andrea al Quirinale”: --Otra obra maestra del barroco berniniano. Su planta elíptica está colocada transversalmente, de forma que el altar mayor y la puerta de entrada se encuentran enfrentados en el eje menor, lo que permite alcanzar el centro de la iglesia de inmediato. A ello se le une un pórtico curvo con columnas que consigue una singular fachada. En esta iglesia se encuentran los restos de San Estanislao de Kostka.

Continuamos hasta llegar a la gran Piazza del Quirinale que está en la cima de la colina: --La fuente del centro de la plaza, nos explicó nuestro guía, es la “Fontana dei Dioscuri“ o di Monti Cavallo, que estaba en las Termas de Constantino. Las dos esculturas representan a los dioscuros Castor y Polux sujetando a sus caballos. Ya sabéis, y si no yo os lo digo, que los dioscuros eran dos gemelos hijos de Leda pero de distintos padres. Zeus la embarazó de Polux seduciéndola transformándose en cisne y ese mismo día Leda se unió con su esposo el mortal Tindareo concibiendo a Castor, también mortal como su padre. Ambos gemelos eran, así mismo, hermanos de Helena de Troya y de Clitemnestra, reina de Micenas. Para los romanos, los dioscuros, fueron los que, con su caballería, les ayudaron a derrotar a la liga latina, aliada de Tarquinio El Soberbio, en la Batalla del Lago Regilo. Por ello tuvieron su templo en el Foro, en el lugar donde se supone que habían abrevado sus caballos. El agua de esta fuente proviene, ¡cómo no!, del acueducto Acqua Felice. El obelisco que se alza en el centro de la fuente procede del Mausoleo de Augusto.

–A un lado de la plaza se encuentra el “Palazzo del Quirinale”, residencia del Presidente de la República Italiana. Fue construido en el siglo XVI por el arquitecto Ottaviano Mascarino por encargo del papa Gregorio XIII. Tuvo después ampliaciones y reformas encargadas por otros papas a distintos arquitectos, entre ellos a Carlo Maderno, Francesco Borromini, Domenico Fontana y Bernini. Ha sido residencia de papas, reyes y presidentes de la República. Y al otro lado de la plaza se encuentra el “Palazzo della Consulta”, actualmente sede del Tribunal Constitucional. Antiguamente fue sede del tribunal del Estado Pontificio.

A partir de la plaza, la Vía del Quirinale pasa a llamarse Vía XXIV Maggio que va a desembocar en los Foros Imperiales. Aquí, Indro Montanelli, no pudo evitar sacar su vena de historiador de Italia y, especialmente, de Roma. --¡Qué pena que los niños romanos de hoy cuando gritan “Viva la Roma”, se estén refiriendo a un equipo de fútbol! -Se lamentaba- Los niños de aquella Roma, dueña del mundo conocido, estaban orgullosos de su ciudad. Aprendían de sus padres, o de sus magistri, generalmente libertos griegos que eran más cultos, una historia legendaria que les hacía descender de los dioses, nada menos que de Marte y Venus, o de personalidades de elevada posición como Eneas, héroe de Troya, hijo de Afrodita y el príncipe troyano Anquises. Fue cuando pusieron en duda esas creencias, cuando todo se fue al traste. ¡Ojo con nuestra civilización si nos apartamos de nuestras creencias! -Remató-.

–El centro de Roma, como el de todas las ciudades romanas, lo constituía la plaza pública por excelencia, el forum. En torno a él se encontraban los más importantes edificios públicos. Conforme el Imperio fue creciendo el Foro Romano fue necesitando de una mayor dimensión y, ya en el siglo I a.C. (año 46), con Julio César, el foro fue ensanchado con la parte que se conoce como “Foro de César”. Después nacieron nuevos foros en torno al primitivo. Los foros imperiales estaban contiguos hasta que fueron separados por la Vía dei Fori Imperiali, construida en época de Mussolini. Contemplando el “Foro de Augusto, contaba Montanelli que, al acceder al trono, Augusto prometió la construcción de un foro (año 20 a.C.), ya que los dos existentes estaban saturados: –Lo inauguró en el año 2 a.C. y se construyó perpendicular al de César. En él, Augusto erigió un templo a Marte el Vengador para conmemorar la victoria frente a los asesinos de su padre adoptivo Julio César. Así cuenta el poeta Ovidio la promesa de Octavio al dios Marte: “Deja que nuestras espadas beban la sangre criminal y que la justicia tenga asegurado su apoyo. Te daré un templo, y si gano, obtendrás el apodo de Vengador”. Gran parte del templo se encuentra bajo la vía musoliniana.

Y llegamos al Foro de Nerva: --En realidad –seguía con sus explicaciones Montanelli– este foro lo hizo Domiciano, pero como el Senado dictó una damnatio memoriae, esto es, una condena de su memoria, fue su sucesor Nerva, primero de los emperadores de la dinastía de los Antoninos, quién lo inauguró en el año 97. De ahí que lleve su nombre. También se le llama Foro de Transición, porque está entre el Foro de César y el de Augusto, o Foro de la Paz, por el Templo de la Paz o Basílica de Magencio que permanece prácticamente oculto por la ya citada Vía dei Fori Imperiali.

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