Paseando por Roma XIII: De Santa María Maggiore a San Pietro in Vincoli

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El 'Moises' de Miguel Ángel en la iglesia San Pietro in Vincoli de Roma.
Juan López Cohard

15 de octubre 2022 - 07:05

Por la Vía Cavour, muy cercana a la Estación Termini, llegamos a la enorme Piazza dell´Esquilino que nos presentaba una espléndida panorámica de la fachada posterior, el ábside, de la Basílica de Santa María Maggiore, también llamada Basílica Liberiana y Santa María della Neve: --Allá por el año 360 un patricio romano le confesó al papa Liberio que en lo alto del Esquilino se le había aparecido la Virgen María. Ordenó el papa que se levantara un templo en el lugar y quiso el destino que cayera una milagrosa nevada y quedara dibujada en el suelo la planta de la futura basílica. Por ello fue dedicada a Santa María de las Nieves.

Eso nos contó el arquitecto Giuliano da Sargallo, arquitecto, ingeniero militar y escultor, que fue de los primeros “influencer” del Renacimiento y que, por invitación del Papa Alejandro VI, intervino en la construcción de esta Basílica. Le conocimos por mediación de su colega Giorgio Vasari y nos esperaba en la citada plaza para guiarnos en este paseo de la zona Quirinal-Termini en la que estábamos: –Un placer acompañaros –nos dijo a modo de saludo–.

Bueno, en primer lugar sabed que el obelisco egipcio que se erige en esta Piazza dell’Esqulino, se le debe al papa Sixto V. Se puso a mediados del siglo XVI. Sabemos de él que data del siglo VI a.C y que se encontraba en el Mausoleo de Augusto, al igual que el de la Piazza del Quirinale. También sabemos que pudo haber sido construido por el faraón Psamético II y que fue traído a Roma por Domiciano o por Nerva. Tras esa explicación, Giuliano nos llevó, rodeando el templo, hasta la Piazza Sta. Mª Magiore, a la que da la fachada principal de la Basílica.

Continuó Sargallo: –Esta columna de la plaza, rematada por una estatua de la Virgen con el Niño en brazos, representación de un icono del siglo X-XI, que está en la Capilla Paulina de la basílica, es romana y perteneció a la Basílica de Magencio del Foro Romano.

–La iglesia es la mayor de todas las dedicadas al culto mariano, es la que usa el Papa como catedral de Roma, y es la única que conserva su planta estrictamente basilical y su estructura paleocristiana primitiva. Su fachada, superpuesta a la primitiva, en la que destaca el campanario románico, es de principios del siglo XVIII. La galería, que descansa sobre el pórtico y la antigua fachada, conserva mosaicos de finales del s. XIII de Filippo Rusuti.

Tiene tres naves separadas por columnas monolíticas que sostienen un “entablamento decorado con un friso de mosaico del siglo V” y ¡ojo al “artesonado”!, fue diseñado por mí y ejecutado con el primer oro que vino del Nuevo Mundo y que fue donado por el emperador Carlos V (I de España) al papa valenciano Alejandro VI, Borgia. Los mosaicos del “entablamento de los muros laterales”, de la época del papa Sixto III (s. V), son del Bajo Imperio, así como los del arco triunfal. Especialmente fantásticos son los del “mosaico del ábside”. Representa la “Coronación de María” con el cardenal Giacomo Colonna, el papa Nicolás IV y los santos Francisco, Pablo, Pedro, Antonio, Juan Evangelista y Juan Bautista, y su autor fue Jacopo Torriti a finales del siglo XIII.

–En la nave izquierda, la capilla central es la Capilla Sforza. Tiene planta de cruz y en los laterales están enterrados los cardenales Guido y Alessandro Ascanio Sforza. Esta capilla puede considerarse el último trabajo de Miguel Ángel que murió dos años después de proyectarla. La capilla de al lado, es la “Capilla Paulina”, o Borghese, que contiene los sepulcros de los papas Clemente VIII y Pablo V. Los frescos son de Guido Reni. Es de estilo barroco y fue hecha un cuarto de siglo después de la Capilla que está justo enfrente, en la nave derecha, llamada Sixtina.

–En el centro del presbiterio, con un baldaquino espectacular, se encuentra la urna que guarda las reliquias del Pesebre del Niño Jesús. A la derecha, en el primer escalón, está la lápida sepulcral de Bernini. Y, junto al presbiterio, Sixto V mandó hacer una capilla dedicada al Santísimo Sacramento, que ya hemos citado y que es más conocida como la Capilla Sixtina.

El proyecto es de Domenico Fontana, pero fue construida y terminada por Carlo Fontana que la recubrió de mármol antiguo. Joya renacentista del s. XVI, aunque algo recargada. Guarda los sarcófagos de los papas Pio V y Sixto V que fue ordenado cardenal por aquél. Bajo el altar central está la Gruta con el Oratorio del Pesebre. Tiene esculturas del s. XIII.

Así que terminamos la visita a Stª Mª Maggiore, Giulano di Sargallo nos llevó a otro precioso templo. Decía Hans Christian Andersen que Roma era como un libro de fábulas en el que en cada página te sorprende un prodigio y en cada rincón encuentras un tesoro de historia, de arte o de humanidad, como es la Basilica de Santa Prassede que está en la misma plaza, justo enfrente de la Basilica:

–Es del siglo V, aunque fue reconstruida en el s. IX por Pascual I, un papa que estuvo involucrado en dos asesinatos de funcionarios del emperador de Occidente y rey de los Francos, Ludovico Pío. La iglesia fue levantada para acoger los restos de las santas mártires Praxedes y Pudentiana, hijas del primer romano convertido al cristianismo por San Pedro, el senador Pudente, después santificado.

Las hermanas fueron mártires por dar cristiana sepultura a más de dos mil cristianos. La basílica, de planta de cruz griega, tiene tres naves y en el arco triunfal, el ábside y la bóveda conserva mosaicos del siglo IX. En la nave derecha está la Capilla de San Zenón, construida por Pascual I para mausoleo de su madre Teodora. Es, sin duda la más bella obra de arte bizantino que hay en Roma.

–En toda la basílica hay elementos procedentes de templos paganos, como las columnas, el arquitrabe o la urna que está en el portal. En la capilla de la derecha hay una columna traída de Jerusalén en el s. XIII en la que, según dicen, fue atado y flagelado Cristo. Sus recubrimientos de mosaicos sobre fondo de oro hacen que se la conozca como “jardín del paraíso”. Son dignos de atención El Salvador escoltado por cuatro ángeles, en la bóveda, y el mosaico con “Jesús y los doce apóstoles”.

Cuando salimos de Santa Prassede, Giuliano di Sargallo nos señaló la Vía Cavour que nos llevó directamente a la “Basílica de San Pietro in Vincoli”.

Maravilla de las maravillas. Prodigiosa prosopopeya. Milagro del arte. ¡Habla, Moisés! Y Moisés habló y le sigue hablando a todos los que le visitan. Nos habla del genio, nos habla del Renacimiento, nos habla de cómo dar forma al mármol para convertirlo en humano, nos habla y nos dice que solo Roma y solo Michelangelo Buonarotti han sido capaces de revivir al bíblico profeta.

–León I El Magno fue el papa que proclamó la divinidad de Cristo en el Concilio de Calcedonia a mediados del siglo V: “Consustancial al Padre por su divinidad, consustancial a nosotros por su humanidad”. (A Giuliano le gustaba dramatizar y actuaba y enfatizaba sus explicaciones). ¡Milagro! Exclamó el papa León cuando la esposa del emperador Valentiniano III, Eudoxia, le regaló las cadenas con que ataron a Pedro en su muerte y, para compararlas, las puso junto a las que ya poseía que eran las del primer encarcelamiento del apóstol y milagrosamente se unieron. Mandó construir San Pietro in Vincoli para guardar y rendir culto a la cadena.

–La basílica sufrió varias restauraciones y reconstrucciones. En 1475, Baccio Pontelli le incorporó el pórtico frontal y entre 1493 y 1503, yo mismo, Giuliano Sargallo, diseñé y construí el claustro. El templo tiene dos naves y obras notables de distintas épocas pero nada hay, todo queda eclipsado por la tumba del papa Julio II cuya escultura central es El Moisés de Miguel Ángel.

La escultura, de 2,35 metros de altura, realizada en un solo bloque de mármol de Carrara, fue terminada en 1515 y es una de las obras más extraordinarias del arte de todos los tiempos. Miguel Ángel representa a Moises con dos cuernos en referencia a los rayos que emanaban del rostro resplandeciente del profeta. Tenéis que saber que, en hebreo, la palabra rayo y cuerno son similares, por eso el artista lo usa como simbolismo, algo muy frecuente en el Renacimiento italiano. Además, para el escultor es mucho más fácil representar en el mármol unos cuernos que unos inmateriales rayos de luz.

Cuenta la leyenda que cuando Miguel Ángel terminó su obra le gritó: ¡Habla! Dándole un golpe en la rodilla. Tanta es su perfección que viéndola se palpa en el ambiente la ira que desprenden los ojos del profeta al ver como su pueblo a recaído de nuevo en la idolatría. Y aquí terminó la amena y erudita compañía del arquitecto Giuliano Sargallo. Se fue con toda nuestra gratitud.

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