Paseando por Roma XV: Del Foro de Trajano a la Piazza Venezzi
El jardín de los monos
“Puede que después de Alejandro Magno no haya habido otro general de la talla de Trajano. Pero éste no se limitó a ganar batallas, sino que además fue un gran dirigente que hizo feliz a su pueblo”
Paseando por Roma XIV: Del Palazzo Barberini a los Foros Imperiales
Málaga/JUNTO al Foro de Nerva está el Foro de Trajano, construido en el año 112, que es el más grande y el último de los Foros Imperiales. Acoge, además de las ruinas de un mercado romano de planta semicircular que nada tiene que envidiar a cualquier centro comercial moderno, la Basílica Ulpia, el templo de Trajano y la Columna Trajana.
Nos llevó Indro Montanelli por el mercado hasta la Columna Trajana:
–En la actualidad, el Mercado de Trajano acoge el Museo de los Foros Imperiales cuya visita tiene algún interés, tanto por conocer el interior del mercado como por ver las piezas expuestas. Es de obligada contemplación la asombrosa Columna Trajana. Fue mandada construir por el emperador para conmemorar sus victorias sobre los dacios. Se erigió en el año 113 y tiene treinta metros de altura y cuatro metros de diámetro. En total consta de dieciocho bloques de mármol tallados en espiral que relatan las dos campañas victoriosas por las que el emperador recibió el sobrenombre de Dácico. En el interior, una escalera de caracol accede al capitel formado por una plataforma balconada. Originalmente la columna estaba policromada y tenía encima una estatua de Trajano pero, en el siglo XVI, el papa Sisto V la reemplazó por una de San Pedro. Es curioso que en la inscripción de la base, evidentemente en latín, se indique que la altura de la columna restituye la altura del monte que se eliminó para hacer las obras del foro.
Entramos al Mercado de Trajano, construido en el año 112, que se encuentra en el lateral, en Vía IV Novembre:
–Lo más importante del mercado es que conserva su estructura original, así que estamos ante el primero y más antiguo centro comercial cubierto que se hizo en el mundo. Tenía unas 150 tiendas, llamadas tabernae, con el techo de bóveda de cañón y una buhardilla con ventana que servía de almacén. Fue obra del arquitecto Apolodoro de Damasco.
–Pero antes de comenzar con el Museo creo que deberíamos hablar algo de este grandísimo emperador de origen hispano, llamado Trajano (53-117 d.C.), que era sevillano, nacido en Itálica, en una familia de funcionarios. Él siguió los pasos de su padre dedicándose a la administración y a la carrera militar. Si los sevillanos cantan en el himno del Sevilla F. C.: “dicen que nunca se rinde”, Trajano cantaba lo mismo de Roma y, sin rendirse, logró darle al Imperio la mayor extensión que tuvo jamás. Incluso, ya sesentón, tras seis años de paz, sintió la llamada de las armas y se fue a conquistar para Roma las provincias de Mesopotamia, Persia, Siria y Armenia y llegó a preparar una gran flota para dirigirse a la conquista de la India, pero desistió porque era muy viejo y se mareaba embarcado. Trajano llegó a emperador adoptado como hijo por Nerva, ya que su prestigio en el ejército era tan grande que aquél se vio obligado a adoptarlo para mantener el orden en Roma. Fue un hombre en todo moderado, valiente, trabajador y con pretensiones de ilustrado. Digo con pretensiones porque se hacía acompañar siempre del filósofo griego Dion Crisóstomo o de Prusa para que le hablase de filosofía, solo que, como él mismo confesó, nunca entendió nada. La verdad es que poca falta le hizo. Aunque sí es cierto que tuvo una influencia positiva para él, ya que el estoico Dion abogaba por vivir de acuerdo con la naturaleza y de una forma sencilla, considerándose su filosofía como paralelo moral de la de Pablo de Tarso, si bien nunca hizo referencia a los cristianos. Este Dion Crisóstomo fue abuelo del historiador romano Dion Casio y nada tiene que ver con Juan Crisóstomo de Antioquía (del s.IV) que fue santificado. Trajano, por consejo de su mujer, Pompeya Plotina, también de origen bético, probablemente nacida en Tejada la Vieja (Huelva), adoptó como sucesor a otro paisano y pariente lejano llamado Adriano, quizás nacido también en Itálica, hoy término municipal de Santiponce en Sevilla.
–Puede que después de Alejandro Magno no haya habido otro general de la talla de Trajano. Pero éste no se limitó a ganar batallas y engrandecer el Imperio de Roma, sino que además fue un gran dirigente que hizo feliz a su pueblo. Plinio el Joven lo calificó como “Optimus Princeps”. Desde entonces, a todo emperador que iniciaba su andadura como tal, el Senado lo saludaba con la fórmula: “Que seas tan afortunado como Augusto y mejor que Trajano”.
Una vez dentro del Mercado, Indro Montanelli siguió hablándonos de Trajano y de los foros romanos mientras veíamos algunas obras expuestas. Ante un busto de Plotina, del s. II, en el que se apreciaba su gran belleza, nos dijo:
–La esposa de Trajano fue una mujer feliz ya que su marido solo le ponía cuernos con algún efebo que otro, nunca con otra mujer. Pertenecía al clan de los hispánicos de Itálica que formaban una especie de mafia familiar. También hizo hincapié en dos bustos entre todos los expuestos: el de Trajano y el de Alejandro Magno. Paseamos por los pasillos del mercado (eso que hoy suelen llamar con el anglicismo mall y que en español es simplemente un “centro comercial”) observando la distribución y forma de las tabernae.
–Es muy curioso, nos decía, cómo aprovechaban la luz mediante huecos en la cubierta y cómo ventilaban los locales a través de las ventanas que hay encima de las puertas. Y curioso es también, cómo organizaban la disposición de las tiendas, los pasillos y las cubiertas abovedadas. Salimos a las terrazas del centro comercial desde donde disfrutamos de unas vistas fenomenales del propio Mercado de Trajano, de los restos de la Basilica Ulpia y de la Columna Trajana. Volvimos al interior para ver algunas piezas expuestas, como un bloque de mármol perteneciente a la Columna.
–Extraordinario bajo relieve. Ya sabéis que la espiral tallada nos hace un relato de la guerra con los dacios. En este trozo nos describe la recepción que Trajano hace a embajadores teniendo como fondo una vista de la ciudad de Drobeta, actualmente en Rumanía.
De allí nos fuimos a ver el pretencioso, horrendo y arqueologicida, según Montanelli, Monumento Nazionale Vittorio Emanuele II, homenaje al primer rey de Italia: –Se inauguró a comienzos del s. XX y es una mole de mármol blanco cuyo mayor pecado, aparte del estético, fue destrozar gran parte de la Colina Capitolina. En el monumento, al que también se le conoce como el Altare della Patria, se encuentra la tumba al soldado desconocido. Pero todo el respeto que pretendía obtener este monumento del pueblo romano queda representado en los apodos con los que lo bautizaron. Le llamaron la zuppa inglese, “la tarta de boda”, “la falsa boca” y, al final, se quedó con el mote que le pusieron los aliados cuando entraron en Roma en 1944: “La máquina de escribir”.
La macchina da scrivere se levanta entre la Plaza de Venecia y la Colina Capitolina. Enfrente se encuentra el “Palazzo Venezia”. Se llama así, nos dijo nuestro ilustre guía, porque fue embajada de la República de Venecia.
–Es uno de los primeros palacios renacentistas de Roma. Fue construido en el siglo XV, junto a una torre medieval, con piedra sacada del Coliseo. Su nombre inicial fue Palazzo Barbo, ya que perteneció y fue habitado por el controvertido y afeminado papa Pablo II Barbo. Después se convirtió en residencia papal hasta que Pio IV, en el siglo XVI, lo donó a la República de Venecia. Hoy es el Museo Nacional de Arte que muestra obras desde el inicio del cristianismo hasta el Renacimiento. Básicamente expone la colección del Papa Barbo. Contiene una buena colección de pintura en la que se pueden ver obras de Bernini, Guido Reni, Fra Ángelico o Giotto, así como esculturas medievales italianas y germanas.
–Desde aquí se puede contemplar, a espaldas del Mercado de Trajano, la “Torre delle Milizie” (de la Milicia) que data del siglo XIII, aunque la gente cree que fue en ella donde Nerón tocaba la lira durante el incendio de Roma. Es la edificación medieval más importante de Roma y era una torre defensiva de las muchas que debía de haber en la ciudad. La torre tiene en la actualidad unos cincuenta metros de altura, si bien en el siglo XIV un terremoto le desmochó el último piso y la dejó inclinada. Su base cuadrangular es de unos diez metros de lado. Su propiedad fue pasando de manos entre algunas familias poderosas y terminó perteneciendo a un convento que ya no existe. Una curiosa leyenda sostiene que la torre es la parte alta visible de un palacio subterráneo que mandó construir el emperador Augusto y que algún día éste, cuando despierte de su sueño en el inframundo, volverá y subirá a la torre para contemplar Roma.
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