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Málaga/El proyecto nació casi por despecho: "Terminé la carrera en el 76 y después me propuse ingresar en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos de París (IDHEC, posteriormente integrado en la Federación de Profesionales de Imagen y Sonido -Femis-). Los aspirantes debíamos preparar una investigación, a modo de memoria previa, sobre un proyecto cinematográfico a realizar, y presenté un proyecto sobre la Semana Santa de Málaga. Finalmente no me eligieron, pero en el 78, de vuelta a Málaga y sin saber qué hacer, tomé la determinación de hacer la película". Quien habla es el cineasta malagueño Carlos Taillefer, conocido sobre todo gracias a su labor de director de producción en películas del calibre de Gary Cooper que estás en los cielos de Pilar Miró, El sol del membrillo de Víctor Erice y El camino de los ingleses de Antonio Banderas. Y la película a la que se refiere es Por la gracia de Dios, su primer documental como director, un mediometraje de 40 minutos en el que viajaba, sin medias tintas y desde un punto de vista crítico, a las mismas entrañas de la Semana Santa de Málaga. La película se presentó aquel mismo 1978 en la Semana de Cine de Autor de Benalmádena, con una proyección en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Torremolinos que se saldó con un abultado escándalo que a punto estuvo de acabar en tangana por obra y gracia de un público tan numeroso (más de mil cien espectadores) como dividido ante lo que acababa de presenciar. Pero la verdadera polémica llegó en 1983, cuando TVE compró la película y la emitió en el programa La Ventana Electrónica ante una audiencia de más de un millón y medio de espectadores: en una España en la que la Transición aún estaba por resolver, la mirada ácida de Taillefer ante una tradición intocable significó un plato difícil de digerir para muchos. Ahora, Por la gracia de Dios cumple cuarenta años y, lo que son las cosas, los responsables de la Cineteca de Matadero Madrid han decidido celebrarlo con la proyección del filme durante todos y cada uno de los días de la próxima Semana Santa. Antes, ya mañana jueves 15, la película podrá verse en el Cine Doré de la capital dentro de la programación de la Filmoteca Española. Y los malagueños que no la hayan visto o quieran volver a hacerlo podrán quitarse la espinita el próximo 9 de abril en el Contenedor Cultural de la Universidad, en el Campus de Teatinos; una ocasión ante la que Taillefer se muestra expectante "dado que, presumiblemente, el público será joven en su mayor parte".
"Yo nací en una familia como otras muchas de Málaga. A mis hermanos y a mí, conforme íbamos naciendo, nos iban metiendo en cofradías. A los 14 años yo era hermano de la Esperanza. Así que cuando me puse a rodar Por la gracia de Dios sabía muy bien lo que estaba haciendo. Imagino que, en parte, la polémica vino precisamente por esto: no era un director extranjero el que venía a meter la nariz, sino un malagueño, y encima conocedor de la Semana Santa, el que se liaba a rodar entre las procesiones de manera crítica". Taillefer sacó adelante su obra bajo el más absoluto espíritu de supervivencia, con una cámara que le había prestado Elías Querejeta y una moviola rudimentaria para hacer el montaje. Sin embargo, la suya fue una oportunidad única: "Hoy sería imposible rodar una película así. Hay una escena en la que nos llegamos a meter con la cámara entre dos legionarios que llevan al Cristo de Mena. Tomábamos el pulso abriéndonos paso en todas partes. Hoy no nos dejarían. Hace cuatro o cinco años, cuando la visita del Papa a Madrid, llevaron el Cristo de Mena y varios tronos desde Málaga para una procesión extraordinaria. Yo estaba allí y cuando vi al Cristo en la Gran Vía eché de menos no llevar una cámara encima, habría completado lo que fue Por la gracia de Dios de manera muy significativa".
La cinta de Taillefer fue premiada en numerosos festivales y fue, además, la primera película estrenada comercialmente en 16 mm (en el Cine Ars de Barcelona se pasó en programa doble con El proceso de Burgos de Imanol Uribe). "No tenía la intención de ofender a nadie, pero sabía mientras la hacía que muchos se ofenderían. Era el 78, no había otra", apunta Taillefer sobre un clásico del cine andaluz de la Transición que ha logrado poner coto al olvido. Aleluya.
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