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Pepa Flores, la mujer que nació de la pequeña Marisol
Goya de Honor 2020
Las especulaciones sobre si la malagueña acudirá o no a recoger el galardón no han cesado tras conocerse la noticia
Su decisión de abandonar la vida pública hace 34 años fue rotunda
Málaga/La historia del cine español no se entendería igual si la niña Pepa Flores nunca hubiera sido Marisol, si no hubiese protagonizado todas aquellas películas que alegraron los años grises de la dictadura, si su gracia y su cara de buena y pícara al mismo tiempo no hubieran conquistado los corazones de cada uno de los hogares del país. Pero después de convertir La vida es una tómbola en casi un himno, Marisol creció y fue cediendo terreno a una mujer de belleza espectacular que se esforzaba por mostrar un talento mucho más profundo y auténtico.
Quería ser una artista libre para poder expresar sus inquietudes a su manera. “Cuando tenía 11 años no podía hacer las películas que quiero hacer ahora, he llegado a una edad en la que no puedo salir con calcetines y el lazo en el pelo, es lógico, ahora es el momento de hacer otro tipo de cine”, dijo la malagueña en una entrevista.
La niña prodigio se transformaba y esa infancia dura de jornadas de trabajo maratonianas bajo la guía de Manuel Goyanes iba cediendo paso a una etapa con otro tipo de ataduras. La transición de la adolescencia hasta su juventud requirió de otros productos en los que había que encajar.
Los que trabajaron con ella coinciden en destacar su responsabilidad, su tenacidad en el trabajo y su ansia de perfeccionismo. Valores que ha inculcado a sus tres hijas. Su propia hermana, Vicky Flores lo subrayó en el programa Lazos de Sangre, emitido por TVE este pasado mes de agosto. También que Pepa Flores nunca quiso acabar con la figura de Marisol.
“Hay una leyenda negra que dice que Pepa Flores mató a Marisol y no es cierto, ella es la que más ha cuidado su imagen, se fue del mundo del cine y del espectáculo dejando a Marisol intacta”, comentó su hermana. También su hija Celia Flores habló del “amor a todo lo que ha hecho en su vida”.
Con la popularidad que alcanzó aquella niña a la que tiñeron de rubia platino y operaron su nariz, su familia humilde alcanzó una mayor calidad de vida y sus ganas de hacer de su vocación una profesión se vieron recompensadas. Quizás en exceso cuando la fama la alcanzó de lleno y poco podía hacer al margen de los focos sin que trascendiese.
No fue fácil, por tanto, separar la vida personal de la profesional para un símbolo de la magnitud de Marisol. Sus relaciones sentimentales fueron acontecimientos mediáticos que explicaron, también, los momentos creativos por los que atravesaba.
Hizo una veintena de películas entre las tres de sus primeros años (Ha llegado un ángel y Tómbola en 1961 y 1962 respectivamente) y la decena de las que se cuentan en su etapa adulta. La cinta Cabriola (1965), con Mel Ferrer, marcó un antes y un después en su carrera, dejando ya atrás su voz infantil.
En La chica del molino rojo (1973) dirigida por Eugenio Martín, es la última cinta en la que interpreta números musicales. Luego vendrían sus papeles más dramáticos de la mano de Juan Antonio Bardem, Mario Camus y Carlos Saura. Bodas de Sangre y Carmen (1981 y 1983) supusieron las dos entregas de la trilogía musical rodada con Antonio Gades.
De él se enamoró y mantuvieron una relación que sellaron con una boda en Cuba, con Fidel Castro como padrino. Pero tras la ruptura con Gades, padre de sus tres hijas, a mediados de los años 80 Pepa Flores desapareció de la escena y vino a su tierra natal a retirarse, a hallar la paz y la tranquilidad que se merecía. En 1983 salió publicado su último disco con canciones compuestas por Luis Eduardo Aute y en 1985 rodó su última película, Caso Cerrado, dirigida por Juan Caño.
Sus últimas producciones
En 1983 publicó su último disco con canciones de Luis Eduardo Aute
En 1985 protagonizó su última película, Caso cerrado, un largometraje de Juan Caño
El suyo fue un adiós definitivo a las cámaras, un silencio voluntario y consecuente. “Para mí la felicidad es salir al campo, poder montar a caballo, estar con mis amigos, hacer una vida absolutamente normal”, decía ya en su juventud. Y esa ansiada libertad y anonimato la consiguió cerca del mar y en el campo. Poco se la ha visto desde entonces.
En el año 2000 fue nombrada Malagueña del siglo XXI y apareció en un acto público presentado por su amigo José Manuel Parada a quien después concedió una entrevista. “Llevo una vida de persona normal, apartada de la actividad artística, pero mi vida la tengo llena de muchas cosas, de pequeñas cosas que me hacen vivir tranquila”, comentó en aquella ocasión.
De ahí que ahora, con la decisión de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de otorgarle el Goya de Honor a toda su carrera se ponga en duda la presencia de la malagueña en la gala que se celebrará el próximo 25 de enero en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena.
Su hermana y el autor de su biografía autorizada ya han afirmado que no acudirá a la ceremonia para recoger el Goya de Honor y que será alguna de sus hijas, la actriz María Esteve o la cantante Celia Flores, las que recibirán la preciada estatuilla en su nombre.
No obstante, en declaraciones hechas a la Academia, Pepa Flores se mostró “muy honrada y agradecida por este reconocimiento, y por ello quiero darle las gracias a la Academia y desearle mucha salud a nuestro cine”.
Pero eso no supone que la niña que nació en un corralón de la calle Refino en 1948, que comenzó a cantar en las peñas a los 6 años, que debutó en el cine con Un rayo de luz en 1960 dejando a todos boquiabiertos y convirtiéndose poco después en un icono decida reaparecer de nuevo en un escenario ante millones de miradas. Quizás para Pepa Flores nada valga más que todo lo alcanzando un vez que se apagaron los focos.
Jacinto Esteban: “Mi apuesta es que va a ir”
Jacinto Esteban, dramaturgo y director de escena, director de la Escuela Malagueña de Flamenco, Dramaturgia y Folclore, está muy ligado al Carnaval de Málaga y es ahí donde conoció a Pepa Flores, con la que tiene cierta relación desde entonces. “No he hablado con ella, así que no sé qué piensa hacer. Pero mi impresión es que, dado que no tiene que desplazarse, y siendo además una ocasión tan especial, lo más probable es que acuda a recogerlo”, indica Esteban. “Si tuviera que ir a otra ciudad no iría, eso seguro. Pero, siendo aquí, creo que sí estará presente en la gala. Mi apuesta es esa”, agrega. La persona galardonada con el Goya de Honor se suele hacer pública en el mes de septiembre, por lo que su retraso generó expectación entre la industria. “Es posible que Pepa Flores se lo haya pensado mucho antes de dar el sí”, explica el académico Carlos Taillefer. Y también comenta el compromiso de presencialidad que pide la Academia a sus premiados, salvo casos graves de enfermedad. “De cualquier forma, es un premio muy merecido, la aportación de Pepa Flores al cine español, de la mano además de algunos de sus directores más importantes, es enorme”, indica. Aparezca o no la malagueña en el escenario del Martín Carpena, lo que ya está claro es que su figura va a impregnar esta ceremonia tan especial para su Málaga natal.
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