El Pompidou confía el 2017 a Philippe Starck, Daniel Buren y las utopías
La segunda colección permanente del centro reunirá obras de Picasso, Miró, Saura, Delaunay, Kandinsky, Le Corbusier y Peter Doig, entre otros
Málaga/A pesar de que las cifras de visitantes tampoco serán este año las esperadas (en una estimación de 180.000 frente a las previsiones de 250.000), el presidente del Centro Pompidou de París, Serge Lasvignes, no dudó ayer en considerar "muy satisfactorios" los registros de afluencia del Centro Pompidou Málaga "tanto en cantidad como en calidad". Lasvignes valoró especialmente que un 55% de este público corresponda a españoles frente a un 45% de turistas ("es el equilibrio que queríamos conseguir") y valoró la colaboración de los equipos de ambos centros: "No se trata de implantar ningún modelo, sino de aprender y de crear espacios comunes para la creación". De modo que el presidente, que acudió al museo del Cubo del Puerto para presentar la programación expositiva diseñada para 2017, calificó la experiencia emprendida durante estos dos años con la palabra "éxito". Sobre la posibilidad, eso sí, de que una vez culminados los cinco años del Centro Pompidou en Málaga, según el plazo estipulado en el convenio entre la institución francesa y el Ayuntamiento, se acuerde una prórroga de otros cinco años (contemplada en el mismo acuerdo), Lasvignes tiró de diplomacia: "Me ciño a la regla del juego, seguiremos trabajando durante cinco años. A partir de aquí, será la ciudad de Málaga la que decida lo que hacemos. Ya veremos cómo. El futuro dirá". El modo en que se interprete la voluntad de los malagueños, más allá del canon anual de un millón de euros que la ciudad liquida al Centro Pompidou para la permanencia de su sede en la ciudad, constituye aún un enigma, pero, en todo caso, la disposición para la continuidad parece ser la mejor desde todas las partes. Eso sí, como gesto de buena voluntad, las exhibiciones presentadas ayer, que tienen en las utopías de los siglos XX y XXI, Philippe Starck y Daniel Buren sus principales argumentos, se incluirán en la programación oficial de la celebración en 2017 del 40 aniversario del Centro Pompidou de París, una efeméride para la que hasta ahora (como ya apuntó este periódico) la sede malagueña se había quedado sin representación. Lasvignes subrayó que, por filosofía, dirección, capacidad, usuarios y criterios, el Centro Pompidou Málaga "se parece cada vez más al de París". Lo que consideró un objetivo conseguido.
Entre la propuesta expositiva, el capítulo más relevante lo constituye la segunda colección permanente del Centro Pompidou Málaga, para la que habrá que esperar aún un año (se inaugurará en diciembre de 2017) y que tomará el relevo de la actual, dedicada a la representación del cuerpo humano, para quedarse en Málaga otros dos años y medio. La comisaria de la colección, Brigitte Léal, explicó que este proyecto abordará las utopías "no según la dialéctica tradicional entre arte y poder, ni, como se hace habitualmente, ofreciendo un repaso de la historia de las mismas utopías, sino atendiendo al modo en que los artistas del siglo XX y siglo XXI han depositado su mirada en las utopías que se han ido creando y destruyendo en este tiempo". El recorrido reunirá tanto los empeños en la transformación del mundo a través del arte, de manera integrada y significativa más que cronológica, tanto como sus consecuentes decepciones, si bien el tono general moverá "al optimismo y a la idea del arte como guía en el camino de la fraternidad". Así, a través de seis secciones distintas (La gran utopía, El fin de las ilusiones, Conjunto, La ciudad radiante, Imaginar el futuro y La edad de oro), que abordarán desde una lectura política de las vanguardias como convicción en la creación ante el desastre de las guerras del siglo pasado hasta las representaciones más actuales de los ideales pacifistas y medioambientales, la colección reunirá obras representativas al respecto como Ritmo. Alegría de vivir (1930) de Robert Delaunay, Desarrollo en marrón (1933) de Kandinsky, Diada (1978-1979) de Antonio Saura, La primavera (1956) de Picasso, This is not a time for dreaming (2004) de Pierre Huygue, Personajes y pájaros en la noche (1974) de Miró, Kontraste (2001) de Peter Doig, así como maquetas arquitectónicas de Le Corbusier (Berlin Tiegarten, 1957-1958) o las del estudio MVRDV para el pabellón de Holanda de la Expo de Hannover (1997-2000). En cuanto a las temporales, las dedicadas al diseñador Philippe Starck (del 11 de mayo al 17 de septiembre) y al artista Daniel Buren (del 11 de octubre al 14 de enero de 2018), que regresará al Pompidou tras poner color al Cubo, además del festival Hors Pistes, cierran la cuota. Que no es poco.
Un eje Bruselas-París-Málaga para el arte europeo
Para dar cuenta de la ambición continental del Centro Pompidou de París, su presidente, Serge Lasvignes, explicó ayer en Málaga que recientemente había estado en Bruselas "estudiando la futura construcción de un gran centro de arte contemporáneo en la ciudad". Y puso sobre la mesa la idea de un posible eje "Bruselas-París-Málaga", articulado por el propio Centro Pompidou y sus sedes fuera de Francia, que vendría a demostrar "todo a lo que puede aspirar Europa a nivel cultural, en un gran proyecto para el arte contemporáneo". A nadie se le escapa que la referencia a Málaga en una intención semejante resulta bien jugosa por muy diferentes motivos, de modo que la permanencia del Pompidou en Málaga más allá de los cinco años de rigor establecidos podría reportar beneficios inesperados a la definición cultural de la ciudad.
No hay comentarios