Andrés Amorós: “Una tarde en la Malagueta puede ser una alegría siempre”
Pregón Taurino de Málaga
El crítico y catedrático se inspiró en la literatura y la cultura de la lidia en su pregón taurino
Málaga/Andrés Amorós (1941), catedrático de Literatura Española por la Universidad Complutense de Madrid y crítico taurino de ABC, embelesó este viernes al público asistente a la 28 edición del Pregón Taurino previo a la Feria de Málaga. El profesor valenciano mantuvo la atención del respetable durante los 45 minutos en los que repasó a insignes intelectuales que han formado parte de la historia de las letras y de la tauromaquia.
La presentadora del pregonero, Adela Utrera, destacó de Amorós su pasión incondicional por el mundo del toro y de la literatura, afición que le llevó a desvincularse del derecho, carrera que cursó hasta los 22 años, “para disgusto de su padre“.
Andrés Amorós comenzó rememorando las primeras andanzas de un Picasso tan amante de los toros que, incluso en su etapa de máximo ateísmo, confesaba ser capaz de “comulgar hasta 20 veces“ con tal de asistir a una corrida de toros. “Picasso se identificaba con el toro de Guernica, de España y con la nostalgia de su país que era de los propio animal“. De ahí fue desgranando poco a poco el peso que ha tenido Málaga en la fiesta de los toros, guiando a los presentes por un paseo repleto de los icónicos lugares de la ciudad en los que el toro y la cultura popular se convierten en un binomio inseparable. Tal fue la disección que hizo de la ciudad que llegó a recitar de carrerilla una larga de lista de toreros malagueños que entremezclaba a los clásicos decimonónicos con los más actuales matadores.
Hemingway, Aleixandre, Machado, Lorca y un sinfín de artistas que abanderaron la lucha por la defensa de los toros sirvieron como nexo causal de un relato que alternó la profundidad académica con la anécdota e incluso el humor: “No me aplaudan tanto que quizá me animo“, llegó a comentar entre risas.
La vinculación del profesor con Málaga y el Mediterráneo quedó en evidencia al referirse a algunas de sus amistades de la tierra. Relató cómo en El Callejón de Radio Nacional, Alcántara y Alejo completaban una terna que servía como punto y final a la corrida de la jornada. Sin embargo, “no olvido cómo Alcántara prefería la tranquilidad del hotel para preparar su comentario poético“. Acto que solía acompañarse de una botella de Ginebra “de la que nunca sabíamos nada más pero que al maestro no le afectaba nada“.
Andrés Amorós manifestó una defensa férrea de la universalidad de la fiesta de los toros pero con sus particulares variantes territoriales. “¿Cuál es la peculiaridad malagueña para vivir la tauromaquia?“, se preguntó a sí mismo para responder que la popularidad y su ligazón indisoluble con el todo el pueblo “son más que motivo suficiente“. “No entiende de color político, ni clase social ni grupo estético. Entiende de libertad. Igual que a nadie se le puede imponer que le guste Beethoven o San Juan de la Cruz, aunque ellos se lo pierden“, apostilló. Además, destacó a personalidades conocidas de la izquierdas como Indalecio Prieto o Lluis Companys (que presidió una corrida de toros en Sevilla) para evidenciar la incongruencia de algunos ataques que se hacen a la fiesta.
La peculiaridad del toro en Málaga, en palabras de Amorós, sigue estando en su relación con el sur, la belleza, “igual que un crisol en el que se hace efectiva la unión de música y toro“. Desgranó también sus raíces clásicas y mediterránea a través de los ojos de Foxá y concluyó calificándola de “fiesta de la amistad“.
Amorós se dirigió a los no aficionados, y expuso los motivos por los que la tauromaquia ha de mantenerse, a través de la perspectiva económica, cultural, legislativa y, especialmente, el valor ecológico y su correspondiente aporte a la zootecnia de España.
Por último, introdujo en su alegato el uso del lenguaje como herramienta de construcción social, definiendo al lenguaje taurino “como una ayuda para definir la realidad a través de la filosofía popular española“. Su presencia, extendida por todo el mundo, no quita peso a su lugar de procedencia, explicando el catedrático que, aunque en cualquier lugar hay buenos artistas de jazz, él lo vincula con Nueva Orleans. “Lo mismo pasa con el toro“, añadió.
Entre sus muchas referencias literarias, no faltaron Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, El Quijote, y el poeta británico John Keats, a quien parafraseó para finalizar diciendo que “una tarde de toros en La Malagueta, puede ser una alegría siempre“.
El acto contó con la presencia del alcalde de la ciudad, el presidente de la Diputación, la delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía y subdelegada del Gobierno, así como la decana del Colegio de Aparejadores de Málaga, Leonor Muñoz, quien definió la tauromaquia como un “acontecimiento cultural de primer orden“. La Orquesta Sinfónica Provincial de Málagaabrió cartel e interpretó, entre algunas piezas, el clásico Pan y toros con el que cada tarde de agosto rompe el paseíllo en La Malagueta.
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