Rosalía, el poder de una voz en Fuengirola
La catalana recoge, acoge, mece y espolea a su público en Marenostrum al antojo de sus cuerdas vocales
Con un larguísimo tracklist demuestra su polivalencia y capacidad creativa
Las fotos del concierto de Rosalía en Marenostrum Fuengirola
Málaga/Rosalía ha vuelto a demostrar en Fuengirola que tiene voz para hacer lo que quiera y personalidad suficiente para hacer exactamente lo que quiere. Muchas veces incomprendida, otras muchas criticada, lo cierto es que su público se rinde a innovadora forma de crear y entender la música y Marenostrum Fuengirola es una demostración más de los adeptos que ha conseguido hacer en todas las altitudes y latitudes del globo la artista española.
Pasan 15 minutos de las diez cuando sale Rosalía tras un fuerte ruido de motor que hace vibrar al público. Los bailarines, con cascos luminosos de orejas de gato, la elevan sobre un decorado con luces duras que recuerdan en la imagen superpuesta a sus videoclips. La sensación es la de estar una superproducción. Rosalía se transforma.
Comenzó Saoko como un torpedo directo a la base de flotación de los indecisos, si es que aún queda alguien en el público que fuese arrastrado como acompañante en el público y no atraído por la revolucionaria manera de hacer música y reconvertirse de Rosalía. Trae, además, el tema un recordatorio, si eres la Pámpara, nada te pue' parar. Rosalía se vistió de Motomami una noche más, pero dentro lleva a la Pámpara, y lo sabe.
Siguen sonando los hits con los que Rosalía ha conseguido enganchar a propios y extraños desde que publicase su último disco, Candy, Bizcochito, La Fama... todos caracterizados por lo heterogéneo de su composición y lo separados que están de todo lo que había hecho la catalana anteriormente. Esto, que la artista ha venido buscando y rumiando durante muchas horas en el estudio, ha sido visto por muchos como un viraje hacia lo comercial, cuando no hay apuesta más arriesgada que la de Rosalía.
Una amalgama de ritmos distintos en los que modula la voz para acercarnos a lo que quiere transmitir, pero con experimentos tan arriesgados como un reggaeton en la que la producción deja de ser recargada y se queda en lo básico, para no distraerte, pero siempre recordando a su esencia. Es el segundo salto al vacío de Rosalía que lleva bien ajustado el paracaídas.
Si en Almería recordó a Tomatito, en Fuengirola llamó a Picasso “esta es tierra de arte” y preguntó si después del show tenía que cenar espetos y pescaíto frito. Soy igual de cantaora con un chándal de Versace que vestiíta de bailaora, recuerda Rosalía, con esa policromía en su paleta de voces y arreglos en la que nada la arruga, nada la achica.
Esta noche viste de rojo, un top de canalé con protecciones de moto a modo de hombreras, falda de colegiala, botas de cuero por encima de las rodillas y dos largas trenzas que cuelgan cuando se monta en la Motomami que reviven sus bailarines, que por momentos llevan móviles que grabando en streaming y que conectan a las pantallas del escenario.
Durante Diablo se cortaría las extensiones sentada en una silla de barbero antes de sacar un piano de cola. Sobre él se elevó Hentai la polémica canción que levantó a las redes cuando la artista la adelantó en un vídeo de 15 segundos. Hoy, ya comprendida, es uno de sus temas más celebrados.
Lo de Rosalía es ya uno de estos conciertos que tratan de ser una experiencia en 360 grados, una superproducción que queda clara con el operario de cámara con un steadycam que le acompaña en todo momento para no perder el foco en los pantallones. Luces, bailarines y efectos que juegan al ritmo de una voz que te recoge, acoge, mece o espolea según lo necesite el concierto. Según lo module Rosalía.
Más adelante recordará su polivalencia y su continúo afán por reinventarse yendo de su ya clásico Malamente a nuevos temas sobre ritmos cercanos al mambo y otros sonidos latinos. Tampoco pasa por alto algunas de sus colaboraciones más conocidas como Blinding lights o Con altura.
En Despechá el nuevo mambo que adelanta en este tour, "en exclusiva para vosotros", exclama al terminar, saca para bailar a distintas personas que estaban en la primera fila del público. Todos se mueven de lao' a lao' y a otro lao'. Algo más de un minuto y medio de canción con recorrido para ser su próximo hit. En total, tuvo al público enganchado durante una hora y media en Marenostrum.
No se deja Rosalía en la recámara G3 N15, una canción que no deja de ser un recuerdo de que, pudiendo hacer lo que quiera, lo único que quiere es volver al barrio, a la infancia. Lejos de querer salir de él, Rosalía lo busca y lo encuentra en su estética, sus influencias y modo de hacer música. No deja su arraigo flamenco, pero tampoco se olvida de los bajos agresivos en los subwoofers de coches tunning en los primeros 2000 o la personalidad de las chaquetas de cuero y las motos deportivas que simulan sus bailarines en todo momento.
Cierra el concierto con Cuuuuuuuuute, el recuerdo de que su voz es un instrumento más. Comienza el tema con un autotune tan marcado que a alguno podría apenarle desaprovechar esa garganta sobre una instrumental carioca, para romper con una voz tan desnuda que parece acaparar todo Marenostrum. Vuelve poco a bajar hasta el autotune, que aquí el mejor artista es Dios, aunque por momentos se dude si no lo es Rosalía.
También te puede interesar