Sanar a ritmo de castañuelas y al son de flamenco

La Fundación El Pimpi lleva a cabo una escuela de baile para mujeres con enfermedades como cáncer, lupus, fibromialgia y parkinson

Presentación de la escuela de danza Castañuelas Rosas.
María José Díaz Alcalá

19 de abril 2022 - 17:01

MÁLAGA/La Fundación El Pimpi -en colaboración con Sanamar y el Ayuntamiento de Málaga, y con el apoyo de Asamma, Apafima, Asociación Española Contra el Cáncer, Asoación Parkinson y Asociación LUPUS- ha puesto en marcha una escuela de baile adaptado para personas con enfermedades como cáncer, lupus, fibromialgia y parkinson. Conjuntadas con camisas de lunares, treinta mujeres tratan de sanar y olvidar al ritmo de castañuelas rosas y al son del flamenco.

Hace unos dos meses que Alicia Vicario, profesora de danza y coordinadora del proyecto, recibió la llamada de la gerente de la Fundación El Pimipi, Rocío González, para proponerle crear un taller de danza con niños. Vicario quiso darle la vuelta y le ofreció la posibilidad de hacerlo con mujeres que padeciesen enfermedades severas -en algunos casos, crónicas-.

El grupo de mujeres bailando.
El grupo de mujeres bailando. / M. J. DÍAZ ALCALÁ

"Yo también padezco fibromialgia desde hace diez años. La enfermedad fue a más y tuve que dejar la escuela de baile en la que había estado 27 años. A pesar de eso, no he querido pararme", confiesa la coordinadora de la iniciativa. Cuenta que tenía claro que "las pocas horas que le quedan con energía en el día" las quería emplear bailando. "Cuando te detectan una enfermedad de este tipo y tu vida se para hay dos camino: te hundes o sacas fuerzas, aunque no sepas de donde. Y yo creo que todas las que estamos aquí la tenemos", manifiesta emocionada.

Y es que la historia de superación de Alicia Vicario es la de cualquiera de las mujeres que forman parte de la escuela Castañuelas Rosas. Tratar de seguir hacia adelante y buscar momentos de evasión, pese a las dificultades, fueron los motivos por los que Rosario Leal y Carmen Vaca decidieron unirse a esta aventura.

"Allí me olvido de todo"

Rosario Leal posa junto a sus castañuelas.
Rosario Leal posa junto a sus castañuelas. / M. J. DÍAZ ALCALÁ

A Rosario Leal le diagnosticaron cáncer de mama hace un año. Hace cuatro meses la operaron y sigue con quimioterapia cada 21 días y con diversos controles. "Pero bien, para delante", señala. Recuerda que a través de la Asociación para la Atención a Mujeres operadas de Cáncer de Mama (Asamma), a la que pertenece, fue conocedora de la escuela de baile. "Mis amigas me animaron a que me apuntara y me lancé", señala. Además, cuenta que "siempre había querido aprender a tocar las castañuelas".

En ese momento, Leal se encontraba "apagada totalmente". "Yo llevaba prácticamente un año sin salir porque no me podía dar el sol, no tenía ánimos ni fuerzas". A pesar de que su médico le recomendaba que saliese a pasear, lamenta que "no podía", le dolía todo el cuerpo.

Sin embargo, en la escuela ha descubierto "otro camino". "Allí me olvido de todo. Cuando voy no estoy con mi problema y ninguna está con el suyo. Nos convertimos en una", asegura. Leal cuenta que no conocía a ninguna de ellas previamente y ya son amigas. "Cada una va con sus fantasmas y sus diablos, pero allí no nos permitimos quejarnos. Disfrutamos del baile y nos olvidamos de lo que padecemos, hemos padecido o de las secuelas que nos han quedado", detalla.

Cuando comenzó con el tratamiento de quimioterapia se le cayó el pelo, la piel se tiñó en amarillenta y sus ojos pasaron de verdes a marrones. Recuerda que no se reconocía. A pesar de ello, uno de sus secretos para seguir hacia adelante y no hundirse fue tomársela con humor. "Como estaba calva, decía que era Gollum de El Señor de los Anillos. Un día, me disfracé de Mortadelo, de Mortadelo y Filemón. ¡Y lo que me ahorré en champú y peluquería!", cuenta entre risas.

Los chistes de Rosario Leal han sido su salvación. "O le ves el lado positivo o te quedas en el sitio, porque yo creo que la enfermedad te ataca más cuando estás peor emocionalmente", explica. Aunque asegura que tenía días malos, era en esos cuando se ponía turbantes de colores y con brillo.

"Estoy encantada, es un subidón de energía y adrenalina"

Carmen Baca posa con un gesto flamenco.
Carmen Baca posa con un gesto flamenco. / M. J. DÍAZ ALCALÁ

A Carmen Baca le diagnosticaron fibromialgia en 2018, pero lidia con los síntomas de esta enfermedad crónica muchos años atrás. "Me dio la cara un lunes de enero. Me levanté para ir a trabajar y me quedé en el cuarto de baño sin poder moverme", recuerda. A partir de ahí, comenzó un largo proceso médico. "No me hacían caso, me decía que era todo psicológico", señala. Hasta que dio con una médica de cabecera informada sobre la enfermedad, quien la derivó a reumatología, especialidad donde le dieron el diagnóstico.

Además de que la fibromialgia no tiene un tratamiento específico, Baca cuenta que lleva asociadas otras muchas patologías. "Se trata de una enfermedad muy desconocida y muy estigmatizada", apunta.

Confiesa que la oportunidad de entrar en el grupo de danza le llegó en un momento clave porque "llevaba una época de mucho estrés emocional y había dejado de cuidarme". Un día, mientras hablaba con su médico, que ya le había recetado morfina para poder soportar el dolor, le llegó un mensaje de Apafima (Asociación de Pacientes de Fibromialgia de Málaga) contándole sobre el proyecto. Decidió embarcarse porque siempre le ha gustado el baile, pero nunca había encontrado el momento.

"Estoy encantada. Además de que las profesoras y las compañeras son fantásticas, es un subidón de energía y adrenalina", manifiesta. Una de sus preocupaciones era que no pudiese seguir bien los pasos porque uno de los síntomas de la fibromialgia es la niebla mental, "te hace más lenta y torpe". Sin embargo, esto no le ha impedido disfrutar.

Dos de las participantes con castañuelas.
Dos de las participantes con castañuelas. / M. J. DÍAZ ALCALÁ

La profesora de Castañuelas Rosas, Alba Aguilar, que ha impartido clases anteriormente a otros grupos, cuenta que con mujeres que padecen este tipo de enfermedades es la primera y asegura estar "encantada". "Noto que durante ese tiempo se evaden y ya salen de otra manera", indica. Estas mujeres se reúnen los martes y los jueves durante una hora y media en sede de la Fundación El Pimpi.

El presidente y la gerente de la Fundación El Pimpi, Luis Merino y Rocío González, han agradecido a todas las entidades y personas implicadas en el proyecto. Emocionada, González ha recordado que en solo un fin de semana se completaron todas las plazas, "no sabía que había tanta necesidad", apunta.

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