Sangre escrita para dos orillas
La librería Cincoechegaray recibe al venezolano Ednodio Quintero y al argentino Lázaro Covadlo, dos de los autores fundamentales de la literatura latinoamericana contemporánea, que presentarán sus últimos libros
Ocurre a veces que un libro constituye una experiencia definitiva. Un punto de inflexión propiciado por la costumbre, a veces malsana, de leer. Los últimos volúmenes aparecidos en España del venezolano Ednodio Quintero y del argentino Lázaro Covadlo (respectivamente la colección de cuentos Combates y la novela Las salvajes muchachas del partido), publicados ambos por Candaya, pertenecen a tan limitada raza. No es para menos: aunque su proyección en España todavía está por hacer, ambos han ganado la admiración incondicional de próceres como Enrique Vila-Matas, Juan Villoro, Gustavo Martín Garzo e Ignacio Martínez de Pisón y son considerados exponentes definitivos de la literatura latinoamericana contemporánea. Esta tarde a las 20:00, los dos escritores presentarán estas obras en la librería Cincoechegaray (C/ Echegaray), en un acto en el que participarán también los autores José Antonio Garriga Vela y Juan Bonilla.
Ednodio Quintero (Trujillo, 1947) vive desde 1965 en Mérida (Venezuela). Ha recibido los premios literarios más importantes de su país y desde 1974 ha publicado novelas y libros de cuentos, como La danza del jaguar (1991) Cabeza de cabra y otros relatos (1993) y El corazón ajeno (2000). La editorial Candaya inició en 2004 su colección de narrativa con su novela Mariana y los comanches. Por los cuentos de Combates, escritos entre 1995 y 2000, desfilan personajes desarraigados, fragmentados, entre la alucinación y el delirio, derrotados por una culpa que no comprenden y construidos con un uso detallado y artesano del lenguaje, que la crítica ha bautizado como poética del vértigo. "Mi idea es trabajar el lenguaje como una joya", explica. "En la época en que escribí estos cuentos era un romántico del lenguaje, no renunciaba ni a la métrica. Era mi manera de suplir la carencia de no ser músico". Entre sus influencias cita a la Biblia, a Bocaccio, Las mil y una noches, Kafka y Samuel Beckett. "Tuve la suerte de conocerle en París". Su literatura, como la del irlandés, va directamente al estómago. Si se le pregunta por una lectura política de su obra, Quintero remite sin embargo a Kafka: "Prefiero entenderla como un enfrentamiento contra el poder. Aunque no siempre tenga que morir el héroe al final". Con respecto a las distancias y encuentros de la literatura española y la latinoamericana, se muestra tajante: "Sigue funcionando una balcanización cultural. El desconocimiento mutuo es absoluto, tanto allá como acá. En Latinoamérica la mayoría de los escritores creen que lo importante es publicar en España, pero yo creo que lo importante es escribir". Quintero lee la prensa española, está al tanto, mantiene el contacto. "Tras leer tanto suplemento cultural he llegado a la conclusión de que España es un centro editorial importante, pero países como Argentina resultan más interesantes en cuanto a la literatura".
Lázaro Covadlo nació en 1937 en Buenos Aires. Su caso es distinto al de Quintero, ya que desde 1975 reside en Sitges y su perspectiva adopta inevitablemente otro ángulo. Tras publicar en 1997 su libro de cuentos Agujeros negros ganó la admiración de críticos y escritores. Las salvajes muchachas del partido cuenta la historia del siglo XX en los ojos de Baruj Kowenski, un judío ucraniano anarquista que, huyendo de un pogrom, acaba en Argentina. "En parte está inspirado en mi abuelo, pero luego añadí lo necesario para crear una novela de aventuras". Admite influencias de la novela picaresca del Siglo de Oro, pero también de Dumas y Stevenson. Al contrario que Quintero, considera que las literaturas española y latinoamericana "cada vez se conocen más entre sí. Durante algún tiempo, como ocurrió con ingleses y estadounidenses, compartir idioma nos separó mucho, por los registros, pero hoy los términos tienden a confluir. Al menos, los argentinos conocen a Cela y los españoles a Cortázar". No es poco.
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