Sexo, humor, y crítica: 'The Hole X' conquista Málaga un año más
De la mano del actor malagueño Canco Rodriguez, el Cortijo de Torres vuelve a convertirse en el escenario de este show como última parada de la gira en la península
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Málaga/Entrar en el agujero de la carpa instalada en el Cortijo de Torres Cortijo de Torreses dar el primer paso en la madriguera de Alicia en el País de las Maravillas: un mundo de erotismo, pasión y desenfreno se generaba ante los ojos de los asistentes al estreno de The Hole X. Un breve recorrido entre los andamios daba lugar a las filas de asientos, que se llenaron casi al completo al comienzo de la función. Entre las sombras y unos labios de gran tamaño entreabiertos, Canco Rodríguez se hacía dueño del lugar nada más aparecer en el escenario con su bastón de maestro de ceremonias. Sin necesidad de palabras dirigía los aplausos del público con la agilidad con la que un títere mueve los hilos de sus marionetas.
Grandes introducciones del cine cantadas a capella y entre risas por un cuarteto de mayordomos daban las primeras notas de lo que se convirtió en una sucesión de monólogos, canciones, bailes y espectáculos acrobáticos que compusieron una oda al amor, el sexo y el humor. Con toques críticos y esencia malagueña, el variado elenco consiguió dejar al público boquiabierto una vez más, con un espectáculo que ya lleva casi 12 años moviéndose por España. Canco Rodríguez y sus referencias al Málaga C.F., el Unicaja o al precio de la luz sacó carcajadas de un público que también valoró las reflexiones sobre las tablas: “Nadie merece morir por amar”, rezó una de las frases que consiguió poner en pie a los asistentes más fervientes al poco de comenzar el show.
Los personajes componían un mosaico diverso alejándose y acercándose a los cánones de belleza actuales, poniendo al auditorio contra las cuerdas de la sensualidad y la sexualidad, llegando a interactuar con el público en ciertos puntos de la noche. Los más atrevidos incluso pisaron las tablas del escenario de la mano de los locos personajes, llegando a convertirse en alguno de ellos durante unos minutos.
La escenografía, que bien podría recordar al musical de los años 70 The Rocky Horror Picture Show, cobraba vida en cada esquina de la carpa con las sombras de los acróbatas, que elevaban la interpretación hacia lo más alto de la carpa para luego dejarla reposar en los vítores y aplausos de quienes no apartaban la mirada ellos. Tras dos horas y media con los móviles apagados y las mentes abiertas, el estreno terminó como principio de las funciones que aún quedan en Málaga. Al grito de “Viva el teatro” y con un peculiar rezo, el público se iba bendecido y con una experiencia que se quedaba en lo más profundo de sus corazones y del agujero al que han tenido que entrar para salir de sus agujeros.
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