Sigue siendo el rey
Sigue siendo el rey. Elvis cumple 75 años. Desde su presunta desaparición, el rock & roll agoniza, o quizá fue herido de muerte mucho antes, el día que el hombre que liberó el cuerpo de medio mundo de ataduras morales y religiosas fue fletado por el Coronel Parker a Alemania. Allí murió el rock & roll. A sus 23 años, el precursor, héroe universal de la ruptura de generaciones, adalid del negocio para adolescentes, tímido y salvaje embaucador de emociones urgentes, el tipo que movió las caderas de la represión sexual, se hizo mayor y cayó domesticado, no así su legado. En cambio, creció el mito, alimentado por el modelo de vida americano, el triunfo fugaz o la ilusión del peligro. Elvis tenía mucho peligro (con las mujeres) y su explosiva combinación de estilos, puro sexo, poder de seducción que derivó en autodestrucción, influyó a todos los músicos de posguerra, las leyendas de los sesenta, setenta, ochenta y así consecutivamente. Absolutamente todos, desde John Lennon a Bruce Springsteen, confiesan que su vida comenzó con Elvis, la noche que conmocionó a América en el Ed Sullivan Show. Sigue siendo el rey.
De Tupelo a Memphis, el camionero afortunado, Peter Pan del ritmo y blues, sería hoy un acaudalado hombre de negocios; acaso director honorífico de la compañía que le descubrió cuando grababa un disco para felicitar a su madre por su cumpleaños, Sun Records; tal vez congresista de altos vuelos; o entretenedor de noche en algún pub de Las Vegas; o presidente de EEUU, vaya usted a saber. A estas alturas, carne de cañón del pelotazo mediático, suegro del rey del pop, primo hermano de la decrépita juventud, Elvis Aaron Presley representa el fin de la inocencia. Murió joven, aunque los 42 años del 77 no guardan relación con las edades de este siglo, pero viejo, gordo, lento y denostado por las generaciones que él alimentó. En verdad, su reinó duró poco, sólo unos años de revolución emocional, los mismos que tardó el rock & roll en ser devorado por la industria. Pero dejó huellas imborrables. Blanqueó el visceral estilo de los primeros rockeros negros, conquistó su terreno y alcanzó el maldito sueño americano en un suspiro de televisión, difundió la música del diablo de costa a costa, grabó singles extraordinarios, abrió el camino a los demás, de alguna manera cambió usos y costumbres, y vivió muy deprisa. Lástima que el Coronel Parker, su audaz y tirano mánager, le cortó las alas de raíz. La metáfora del rock eterno. La historia jamás perdonará tal rendición, el propio Elvis pagó cara su mutación, nadie sabe qué habría ocurrido sin los tejemanejes del Coronel, quizá presionado por las mentes biempensante de la época, por no hablar del momento político del imperio yanqui. Otros mitos del rock y la contracultura padecieron episodios parecidos, el rock no tuvo suerte, murieron muchos en la carretera, en los aviones, y luego en brazos del vértigo de las drogas, algunos dejaron cadáveres exquisitos. Elvis dejó interrogantes y una sensacional colección de canciones, un sonido particular y la voz de los bajos instintos, tan furiosa como vulnerable.
La breve pero intensa cronología del mito cubre miles de libros, misceláneas, discos, DVD y cachivaches diversos. Ahora venden un pelo del rockero por 1.700 dólares, el mercado del morbo abrió fuego con Elvis, quien de hecho se distinguía por su voraz consumismo de nuevo rico y coleccionista de objetos caros. También brillaba de forma extraña su generosidad, era capaz de regalar un cadillac a un desconocido o de agasajar sin fin a sus colegas de juventud, la llamada mafia de Graceland, con la que compartió sus últimos años de aislamiento y huida hacia adelante. Marcado por su fantástico debut en Sun Records, la estrella de Elvis lució majestuosa entre el 54 y el 58, precisamente hasta la muerte de su madre. Jamás se recuperó de tal pérdida. En la biografía escrita por Peter Guralnick, dos tomos definitivos ya publicados en España que relata la ascensión y caída de Elvis, familiares y amigos del artista confirman la omnipresencia de la madre de Elvis en su vida y obra, incluso muerta. Y cuentan que el astro del rock siempre buscó mujeres-madre: poco sexo y muchos cuidados. Otro libro, confeccionado por un amigo de la infancia que luego perteneció a la mencionada "mafia", George Klein, surge de la bruma en estos días de celebración mundial, el dinero corre de nuevo, tupés en movimiento.
La mili en Alemania truncó la carrera de Elvis, pese a que la operación de Parker se interpretase como un impulso. Elvis fue obligado a rodar películas mediocres, se transformó en un crooner a la antigua usanza, y dejó de actuar en directo. Hasta su muerte, en agosto del 77, sólo lo hizo en Las Vegas, Hawai y poco más, amén de participar en programas de televisión donde quedó patente su talento inmenso y su decadencia. Desde la distancia, produce un poco de rubor ajeno escuchar al Elvis verbenero, pero sus discos de la época también guardan auténticas joyas de rock, blues, gospel, country, baladas y todo lo que se pusiera por delante. Elvis retornó en el 68, lo intentó en diversas ocasiones, pero no volvió por sus fueros. Demasiadas anfetaminas. El mismo libro asegura que Elvis desayunaba dexidrinas y que iba hasta arriba todo el día y parte de la noche, envuelto en nebulosas religiosas y autocompasión. El oyente no iniciado puede conocer a Elvis a través de su discografía oficial inicial y de las numerosas reediciones al abrigo del disco compacto, así como DVD tan clarificadores como el editado por su propia familia. Oh, la familia. Elvis se casó con Priscilla, Michael Jackson se casó con Lisa Marie, la hija de Priscilla. Derechos de autor al alimón, reyes del rock y del pop a la gresca generacional, divorcios sonados, corazones rotos, el mismo destino.
El Boss, Bruce Springsteen, dice de Elvis que liberó el cuerpo de la gente, y que luego Bob Dylan se encargó de liberar sus mentes. Y los Beatles, tan queridos como odiados por el pionero del rock & roll, siempre vivo, Elvis eterno.
No hay comentarios