La tienda, el sello Sleazy Records y la Rockin' Race Jamboree, la vida rockera de dos malagueños

Guille Jiménez y Vivi Milla dejaron sus trabajos atrás para profesionalizar su pasión, el rock original de los años 50 y 60

Organizan cada año en Torremolinos el festival más importante de Europa de este género

Torremolinos estima que el Rockin´ Race Jamboree tendrá un impacto económico de 4 millones

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Guille Jiménez y Vivi Milla en su tienda de discos, Sleazy Records, en la calle Dos Aceras. / Javier Albiñana

Amaban el rock clásico de los años 40, 50 y 60 y toda la cultura que lo envuelve y esa afición la supieron convertir en negocio. Los malagueños Guille Jiménez Pou y Vivi Milla González de Lara no dudaron en dejar sus profesiones atrás, él comercial y ella relaciones laborales, para meterse de lleno en el sector musical hace casi dos décadas. La pareja tiene una tienda en la calle Dos Aceras, Sleazy Records, un sello discográfico y son los organizadores del premiado Rockin' Race Jamboree, un festival que celebrará su trigésima edición del 1 al 4 de febrero en Torremolinos.

Antes de dar el salto a profesionalizar su afición, comenzaron creando un club para organizar el Rockin' Race. "Éramos un grupo de amigos que escuchábamos la misma música, con las mismas inquietudes y los conciertos no llegaban a Málaga, para verlos teníamos que salir fuera, viajar a Barcelona o Madrid", explica Guille. Entonces pensaron que por qué no convertir ese gasto en una cuota anual para intentar contratar a los grupos para que tocaran en Málaga. Así se hicieron las primeras ediciones del festival, hasta que el club "se fue desinflando y retomamos nosotros", comenta Guille.

En 2004 profesionalizaron el Rockin' Race, crearon una empresa, comenzaron a hacer inversiones más arriesgadas, a traer un cartel mucho más atractivo y, por tanto, competitivo con el mercado de la época. "A partir de ahí hemos ido creciendo hasta convertirlo en el festival más importante de Europa de este género", apunta el promotor, que recuerda que a las primeras bandas las contrataban vía fax o carta. "Nos fuimos haciendo un nombre, todo se fue retroalimentando", agrega.

"El festival lo hacíamos en febrero, en temporada baja", dice Guille. "En los años 2000, la Costa del Sol estaba vacía en invierno porque todavía teníamos un turismo más estacional, así que había más posibilidades, los precios eran más baratos y nos dimos cuenta de que había un mercado por explotar en esa fecha, además de que el resto de festivales eran en verano", añade el promotor musical.

Los propietarios entre las miles de referencias de su establecimiento. / Javier Albiñana

Así que, cada año, los hoteles, los chiringuitos y los comercios de Torremolinos esperan con entusiasmo la celebración del Jamboree. Algunos establecimientos, de hecho, abren exclusivamente para el evento. Desde el Hotel Pez Espada hasta el Sol House, el festival crea una especie de burbuja en la que los asistentes al festival se encuentran, visten sus ropas de gala y disfrutan de la cultura que es, también, una forma de vida. "Nos seduce todo lo que tiene que ver con los años 40, 50 y 60, la arquitectura, la moda, el diseño, el cine y, sobre todo la música", comenta Vivi.

"Cuando viajamos a Estados Unidos vamos buscando todo lo original, hoteles, neones, tiendas míticas, como esa de Memphis en la que la madre de Elvis le compró su primera guitarra, pueblos y casas natales, todo lo original de esos artistas que nos han gustado mucho", subraya Vivi. También aprovechan sus viajes para hacer trabajo de campo, conocer a nuevas bandas y cerrar contratos.

Al mismo tiempo que creaban la estructura del festival, la pareja abrió su tienda Sleazy Records, inaugurada en 2004. "Durante mi etapa de comercial, en mi tiempo libre vendía discos, los compraba en otros países de Europa y los vendía a amigos de aquí y de otros lugares de España, al final me di cuenta de que sacaba más dinero con mi hobby que trabajando para una empresa, así que lo hablamos y nos lanzamos", recuerda Guille.

En 2004 abrieron la tienda y se centraron en su afición. / Javier Albiñana

Con el sello, que también se llama Sleazy Records, sacaron el primer disco de vinilo en 2002 y siguen funcionando dos décadas después. "Los grupos graban donde les proponemos o donde ven conveniente y lo que hacemos nosotros es la edición, la fabricación y la distribución a nivel mundial del vinilo", relatan. Editan entre 500 y 1.500 copias, según el título, y cuando se agotan sus referencias se convierten en objetos de coleccionista, tanto que entran en el mercado de las subastas.

"Ha habido un resurgimiento del vinilo y eso nos ha venido bien y mal a la vez, mal porque han querido reeditar todo lo que estaba en cds y las fábricas se han saturado, nuestra mercancía ha venido con mucho retraso, la producción ha tardado hasta seis meses cuando antes solían ser entre cuatro y seis semanas", detalla Vivi. Pero también han vendido más. "Se puso de moda, la gente se compraba platos, se acordaban de lo que escuchaban sus padres y se han iniciado en este mundo", añade. De hecho, afirma que si antes la venta on line era la principal vía de negocio, ahora tienen mucha venta directa, sobre todo de extranjeros y gente que viene de fuera y acude a su tienda.

Entre sus expositores repletos de referencia, el público puede encontrar desde artistas clásicos como Otis Redding, Elvis Presley, Carl Perkins, Johnny Tedesco, a grupos contemporáneos que hacen el estilo de los años 50-60, lo que se considera "rock original", como dicen. En Málaga, los que tienen más proyección internacional son The Ragtones y "en el sello Sleazy Records le damos soporte a muchas bandas de Andalucía como The Howlin' Ramblers, Lojo & The Mojos, Johnny Moon & The Selenites, The Radions y The Gold Diggers", comentan orgullosos y felices de haber tomado la decisión de seguir adelante con una pasión que han conseguido profesionalizar.

"No me lo pensé mucho, me fui de baja voluntaria de la empresa", dice Vivi. Y agrega que "el domingo por la tarde no tengo miedo o preocupación por el lunes, me da igual el día de la semana que sea porque estoy feliz en mi trabajo y eso es muy de valorar".

El Rockin' Races Jamboree celebra su 30 edición

Cartel de la próxima edición.

El festival, que fue reconocido en 2019 como el mejor festival del mundo de raíces americanas en los premios Ameripolitan Music Awards, es el único festival de fuera de los Estados Unidos en obtener este galardón hasta la fecha. El próximo febrero llega a su edición número 30 y, hasta la fecha, han asistido un total 211.500 personas y producido un impacto económico superior a los 40 millones de euros, según sus organizadores.

En la última cita acudieron 20.000 personas -desde 2018 se venden todas las entradas- y en esta se espera duplicar la cifra, con un 80% de visitantes extranjeros procedentes, en su mayor parte, de Inglaterra, países nórdicos, Alemania y Francia. Más de 40 bandas participan en la próxima edición y se generarán unos 500 empleos directos.

Habrá una exposición de 50 coches clásicos de los años 50 y 60 (incluido un coche único en el mundo hecho con el fuselaje de un avión y procedente de Suecia) y una carpa retro de 24 metros de diámetro procedente de Holanda de madera y terciopelo, estilo parisino con espejos en su interior y una gran pista de baile.

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