La antigua imprenta Sur resurge con los versos de Manuel Alcántara

Tras cinco años de inactividad, la imprenta fundada en 1925 por los poetas malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre se pone en funcionamiento con la impresión del soneto 'Vuelta a la mar de Málaga'

Acto de puesta en funcionamiento de la Imprenta Sur. / M. H.
R. C.

09 de mayo 2019 - 16:42

Málaga/Desde este jueves, la antigua imprenta Sur resurge con los versos de Manuel Alcántara, el poeta y escritor malagueño recientemente fallecido. Tras cinco años de inactividad, la imprenta de la Diputación de Málaga, fundada en 1925 por los poetas Emilio Prados y Manuel Altolaguirre vuelve a estar en funcionamiento con la impresión del soneto Vuelta a la mar de Málaga, donde Alcántara habla de tres de sus grandes pasiones: la vida, el mar y su tierra natal.

Tras las arduas tareas de adaptación y mantenimiento en relación a la prevención de riesgos laborales, Pepe Andrade, nieto del maquinista y maestro impresor José Andrade Martín, que trabajó junto a Prados y Altolaguirre, seguirá siendo el encargado de operar la misma máquina que tantas veces manejara su abuelo, para comenzar de nuevo con los versos de Alcántara. Versos que, a continuación, ha recitado la poeta Kris León durante un acto que ha contado con la presencia de la hija del autor, Lola Porras; de la poeta María Victoria Atencia; del arquitecto Salvador Moreno; de representantes de la Fundación Manuel Alcántara y de Manuel Castillo, director del diario Sur.

El presidente de la Diputación, Francisco Salado, ha recordado que el ente provincial otorgó la Medalla de Oro de la Provincia al poeta malagueño, Hijo Predilecto de la Provincia de Málaga e Hijo Adoptivo de Rincón de la Victoria, donde residió hasta su fallecimiento el pasado mes de abril. También tuvo una estrecha relación con el Centro Generación del 27, que convoca anualmente el prestigioso Premio Internacional de Poesía Generación del 27, cuyo jurado presidió Alcántara hasta en tres ocasiones.

Manuel Alcántara solo fue una de las firmas del periodismo y de la poesía española contemporánea más relevantes del país; también fue amigo de algunos de los miembros de la Generación del 27, por lo que es de “justicia poética”, según ha expresado Salado, que la imprenta Sur se vuelva a poner en marcha "alumbrando sus versos".

Pepe Andrade, al frente de la Imprenta Sur. / M. H.

El presidente ha expresado su agradecimiento a todas las personas implicadas en este proyecto que ha permitido que “por fin la imprenta Sur vuelva a funcionar y vuelva a seguir emitiendo letras y cultura malagueña, y que la historia que se paró hace cinco años vuelva a reescribirse”.

“La Diputación de Málaga tiene que estar aquí para que los jóvenes poetas, como Kris, tengan la oportunidad de editar y de publicar sus poemas a través de la Diputación de Málaga en la imprenta Sur”, ha concluido Salado.

La imprenta Sur

El catedrático y poeta Francisco Ruiz Noguera recordaba en la revista El maquinista de la Generación, publicada por el Centro del 27 de la Diputación, que el enorme “prestigio de la imprenta Sur se cimenta en los escasos cuatro años (entre el otoño de 1925 y, aproximadamente, junio de 1929) en que Emilio Prados y Manuel Altolaguirre llevan a cabo una excelente labor no sólo por el estilo que imprimen a los libros allí editados sino también por el acierto en la selección de jóvenes autores que allí publican.

En tan corto tiempo, el tándem Prados-Altolaguirre logró escribir, con las dos máquinas Monopol tipo Minerva que en la imprenta había, una singular página en la historia de la edición española de poesía, con unos medios, además, relativamente modestos”.

Imprenta sur fue fundada en 1925 por los poetas malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre

De hecho, de la imprenta Sur saldrán en este período inicial siete entregas de la revista Litoral, que suman nueve números pues el dedicado a Góngora es triple, y que es reconocida como una de las publicaciones más decisivas para el rumbo poético y artístico de su época.

Además, se imprimen en ella una serie de libros, entre los que destacan los once suplementos de Litoral, que recogen las voces de los poetas más prometedores del momento, como Lorca, Alberti, Bergamín, Cernuda, Aleixandre o los malagueños Moreno Villa, Hinojosa, Souvirón y, por supuesto, Prados y Altolaguirre.

A esta época fecunda y espléndida en cuanto a la edición de poesía le sigue un segundo período de brillantez ya en la posguerra, cuando Altolguirre y Prados hace tiempo que se han desligado de la imprenta y ésta ha pasado a llamarse desde 1937 Dardo. Nuevas colecciones y revistas irán alumbrándose por sucesivas generaciones de escritores e impresores, en las que se continuará publicando lo más granado de la poesía del siglo XX.

En el año 2001 se formalizó la compra de la imprenta Dardo (antes Sur) por parte de la Diputación de Málaga, con destino al Centro Cultural Generación del 27 y a partir de junio de 2005, ubicada en una sala del entonces Centro Cultural Provincial de Calle Ollerías (desde 2014, María Victoria Atencia), se vuelve a imprimir en una de las dos Minervas fundamentalmente obras de poetas españoles del último tercio del siglo XX y de la primera década del XXI.

Con tal propósito, se llegan a crear tres colecciones diferentes: El castillo del Inglés, Cazador de nubes y La cama de Minerva. Hasta 2014, con algunas breves interrupciones, la imprenta seguirá funcionando, pero, en esa fecha la legislación española sobre maquinaria antigua en relación a la prevención de riesgos laborales obliga a su cierre hasta que no se adopten las medidas pertinentes para su adaptación y la posterior conformidad por parte de la Oficina de Control Autorizado (OCA) que las someta a una inspección técnica.

Debido a la antigüedad y a la singularidad de la maquinaria, el proceso de adaptación, extremadamente complejo y arduo, ha motivado que los trabajos requeridos se prolongaran en el tiempo hasta que a fines de 2018 la OCA emitió su informe de homologación de la imprenta, que a partir de ahora podrá volver a imprimir libros y cuadernos de poesía con las mismas máquinas con las que Emilio Prados y Manuel Altolaguirre iniciaron su brillantísima aventura editorial.

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