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Antonio Banderas: "Es una locura invertir una cantidad ingente de dinero por un aplauso, pero así quiero vivir"
Teatro del Soho Caixabank
El actor malagueño presenta con ‘A Chorus Line’ su proyecto más personal, un equipamiento ambicioso que figura ya entre los principales escaparates para las artes escénicas en la ciudad
Málaga/La apertura de un nuevo teatro entraña siempre un caudal de emociones a flor de piel. En el caso del Teatro del Soho Caixabank esta certeza se multiplica de alguna forma, dado el largo camino, a veces de rosas y a veces de espinas, que ha habido que recorrer hasta llegar aquí; pero, más aún, por la historia que encierra su propio origen: la de un hombre que, tras un infarto que puso en serio riesgo su propia vida, justo en plena cima del éxito, comprendió que tal éxito no sirve de nada si no se tiene la oportunidad de dar ciertos sueños por cumplidos. El Teatro del Soho no es un teatro propiamente nuevo, ya que su dimensión, con sus más de ochocientas butacas, se alza sobre los cimientos del antiguo Teatro Alameda; y algo del mismo se respira, de hecho, nada más atravesar el recibidor, aunque sea por el hecho de encontrar a parte de su personal, como Ricardo, el histórico taquillero, que desde hace más de treinta años despacha las entradas al público en este mismo local y que seguirá en tal menester a pesar del cambio de titular; pero sí es, en todo caso, y tras la reforma que lo ha convertido en el espléndido coso actual, con sus más de 800 butacas, el teatro que viene a cumplir el sueño de todo un Antonio Banderas en la misma ciudad en la que nació. El Teatro del Soho Caixabanktendrá su inauguración el próximo viernes con el estreno absoluto de A Chorus Line (espectáculo para el que ya se han vendido 40.000 entradas de las 41.500 que salieron a la venta para las funciones programadas hasta el 19 de enero) , pero este martes acogió un preestreno especial para la prensa en la que la sorpresa, al fin, quedó revelada.
Con un reparto internacional de 26 artistas en escena, incluido el propio Banderas en el papel de Zach, y una orquesta en el foso de 22 músicos dirigidos por Arturo Díez Boscovich, esta producción de A Chorus Line cumple de sobra con el objetivo esencial de plantar en Málaga un trozo de Broadway. En el coloquio posterior a la función, Banderas destacaba su intención primordial de traer el musical a Málaga tal y como fue ideado por Michael Bennett en 1975, lo que responde por una parte a la prerrogativa de la misma producción original, pero, muy especialmente, a la función como directora artística de Baayork Lee, la actriz que formó parte del elenco original y que se ha encargado, con la codirección del propio Banderas, de preservar íntegro el espíritu de Broadway en este montaje. Y esto es justo lo que encontrará el espectador: la impresión de que, ciertamente, es trasladado al fulgor de las luces de neón para escuchar al otro lado del charco las historias de los cantantes y bailarines menos reconocidos, los que lo dan todo en el anonimato del coro.
Preguntado por sus emociones un par de días antes del estreno, Banderas pronunció toda una declaración de intenciones: “Quiero vivir, no vivir muerto. Y para mí, ahora, vivir es esto. Todos los que hacemos estos estamos un poco locos, y es una auténtica locura invertir una cantidad ingente de dinero por un aplauso, pero así es como deseo vivir”. Aseguró el malagueño que todavía le cuesta que creer que su proyecto “ha salido”, pero al mismo tiempo recordó que no ha estado solo: “Tengo conmigo al director, Lluís Pasqual; a gente que ha trabajado en el Teatro Real y el Centro Dramático Nacional y que ha accedido a venir a un teatro sin ayudas públicas”. Además, Banderas recibió un galardón de la Red Cifal de la ONU, de la que es embajador y de la que asistió una delegación de 34 miembros. Y todo quedó en casa.
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