‘A Chorus Line’: viaje al corazón de un musical con Antonio Banderas
Teatro del Soho
‘Málaga Hoy’ visita los ensayos del montaje con el que el actor, que cuenta ya en su ciudad con la implicación de todo el equipo artístico, inaugurará próximamente el Teatro del Soho Caixabank
Málaga/Son las cinco de la tarde del jueves y por una vez el ambiente es en la calle decididamente otoñal. Aquí dentro llevan ensayando desde las diez de la mañana, pero todos prestan atención como si acabasen de empezar: no hay atisbo de cansancio ni de fatiga. En los pasillos de la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga (ESAEM) casi no hay un alma, pero una vez abiertas las puertas del teatro dispuesto en su interior y bautizado con el nombre de Antonio Banderas la impresión cambia por completo, como un estallido de presencias gobernadas por la más inspirada quietud. La treintena de intérpretes de A Chorus Line se distribuyen sobre el escenario en un desordenado semicírculo en torno al actor que da nombre al teatro. Situado junto a él en el proscenio, el supervisor musical, Joey Chancey, interpreta al piano las inconfundibles y pegadizas notas de One, uno de los números emblemáticos del espectáculo. A esta hora, el ensayo queda consagrado en su último tramo al canto y One es la pieza perfecta para calibrar las voces del conjunto. Antonio Banderas da instrucciones precisas respecto al tempo y la intensidad, y Chancey vigila la afinación con esmero milimétrico, cuidado con esta nota, atención a aquella otra. Bajo el escenario, los supervisores del guion comprueban que la interpretación se atiene fielmente al libreto. Baayork Lee, la actriz, cantante y bailarina que interpretó a Connie en la producción original de A Chorus Line, estrenada en 1975 en Broadway, está aquí desde el lunes, traída por Banderas para garantizar con su dirección que lo que el público encontrará en Málaga será, con absoluta certeza, A Chorus Line, con su espíritu intacto; a sus 72 años, Lee toma asiento y se deleita con la evolución del ensayo. El director musical, Arturo Díez Boscovich, también está aquí y sigue con interés la prueba. Para concretar más la forma y consolidar el ritmo, alguien se sienta en una batería que parecía abandonada a un lado de la escena y marca el compás en plena complicidad con Chancey. Banderas es pródigo en instrucciones: dirige al grupo como si se tratara de una orquesta, coordina volúmenes, presta indicaciones para las pausas y respiraciones y advierte de la proximidad tonal de algunas notas. Ante los oídos de los presentes, One despliega sus hechuras y adquiere el esplendor que le corresponde; vienen a la memoria sin remedio los versos originales, One singular sensation, every little step she takes / One thrilling combination, every move that she makes, pero aquí todo se interpreta en castellano. La impresión de que estamos en Broadway llega a hacerse absoluta, pero no, estamos en Huelin. Tan lejos, tan cerca.
Creado, dirigido y coreografiado por Michael Bennett, A Chorus Line tuvo su estreno absoluto en abril de 1975 en Nueva York con el libreto de James Kirkwood y Nicholas Dante, la música de Marvin Hamlisch y las letras de Edward Kleban. Aunque se trataba de una propuesta compleja tanto en su arquitectura musical como en su esencia dramática, que llevaba el género musical a orillas bien distintas de las habituales hasta entonces, la propuesta se convirtió enseguida en un fenómeno sin precedentes: anclado sin remisión en la cartelera de Broadway para la posteridad, el espectáculo ganó en 1976 nueve de los doce Premios Tony a los que estuvo dominado además del Pulitzer en la categoría de mejor obra dramática. El fenómeno no tardó en adquirir relevancia internacional gracias a aliados como la propia Baayork Lee, que a partir de las pautas de Michael Bennett ha supervisado y dirigido otras muchas producciones desde Australia a Chile, con igual éxito. Ahora, A Chorus Line es el musical escogido por Antonio Banderas para inaugurar su proyecto más querido, el Teatro del Soho Caixabank, que próximamente abrirá sus puertas en el corazón de su Málaga natal. En sintonía absoluta con Lee, Banderas dirigió las audiciones llevadas a cabo en Madrid, Barcelona y Málaga, a las que se presentaron más de 1.800 aspirantes y de las que quedaron seleccionados los treinta miembros del elenco, incluido el propio Banderas, que desde el primer momento se reservó el papel de Zach para combinarlo con las funciones de codirector y productor del montaje. Junto a Banderas se encuentran en el reparto otros cinco malagueños (Pablo Puyol, Fran del Pino, Aida Sánchez, Roberto Facchin e Ivo Pareja-Obregón), pero el primer impulsor del proyecto deja bien claro que están aquí por sus méritos: “A nadie se le ha pedido el carnet de identidad”. Por más que Bayork Lee tenga adjudicadas las tareas principales respecto a la dirección artística, quien parte el bacalao en escena, con un entusiasmo a prueba de obstáculos y una disciplina propia de samuráis, es Antonio Banderas. Subido al escenario, mutando en todos los personajes para brindar sus indicaciones al detalle y empujando para la mejor ejecución del número, vemos a un hombre feliz que no oculta un ápice esta condición.
Aunque los ensayos vienen desarrollándose desde el lunes, Banderas se incorporó el miércoles, recién llegado del Festival Internacional de Cine de Toronto, donde presentó la última película de Steven Soderbergh, The laundromat, junto a sus compañeros de reparto en la misma, Meryl Streep y Gary Oldman. “Llegué sin dormir y con dos antibióticos en el cuerpo, pero con los zapatos de bailarín puestos”, explica el actor mientras aprovecha una pequeña pausa en el ensayo para atender a Málaga Hoy. Lleva puestos los mismos zapatos justo ahora y no parece tener intención de quitárselos. “El diseñador estuvo por aquí ayer para comprobar cómo daban de sí y salió encantado”, afirma. Así fue: Banderas bajó el miércoles del avión con los mismos zapatos puestos, acudió flechado a la ESAEM y se puso a bailar. Alguien del equipo sopla algunos pormenores: “Nos quedamos todos alucinados. No había dormido, no había comido y dejó atrás a Pablo Puyol”. “No está mal para haber superado un infarto”, añade el actor, socarrón, a sus 59 años. Admite Banderas que ya ha llovido bastante desde que estrenó en 2003 a las órdenes de Rob Marshall el musical Nine, por el que obtuvo una nominación al Tony, pero que ha logrado ponerse al día en lo que a la forma física que exige un musical como A Chorus Line se refiere a base de entrenamiento y constancia: “Es tanta la ilusión que tengo puesta en esto que no he tenido que superar ninguna distancia. Es como si siempre hubiera estado aquí”. Sobre el reparto seleccionado y el equipo artístico implicado, no duda en deshacerse en elogios: sostiene su convicción de que Málaga tiene a día de hoy “una de las mejores compañías que han representado A Chorus Line desde 1975 en todo el mundo. Los chicos son increíbles, estoy encantado con la facilidad que tienen para cantar, bailar, interpretar y cambiar de registro. Hacer este espectáculo es muy, muy difícil. Pero ellos van adejar el listón bien alto”. Bayork Lee suscribe las palabras de Banderas: “Para hacer A Chorus Line es imprescindible que los artistas interpreten varios papeles. Es muy complicado, por lo general, que un actor interprete a la perfección dos papeles. Mucho más que lo haga con tres. Pero aquí tenemos a artistas que dan vida a cuatro personajes de manera muy creíble. Es extraordinario”.
Sobre la dificultad de A Chorus Line, Antonio Banderas recuerda que Michael Bennett creó el musical a partir de las experiencias personales de un buen puñado de artistas de Broadway (entre ellos, la misma Bayork Lee). La obra recrea las audiciones y los ensayos de un musical en Nueva York mientras da cuenta de las historias particulares de cada uno de los aspirantes e intérpretes, sus deseos, sus anhelos, sus frustraciones y sus recorridos vitales. Bennett incorporó así al mundo de los musicales, de manera inédita, la querencia al método y al psicoanálisis de los personajes que desde el también neoyorquino Actor’s Studio había impulsado Lee Strasberg para el drama. “Nosotros hemos incorporado el mismo proceso. A Chorus Line habla, ante todo, de nosotros, de los que estamos en el escenario. Pero, al mismo tiempo, habla de todo el mundo. De los sueños que tiene cualquier persona, en cualquier ámbito, y de los sacrificios que esa persona está dispuesta a hacer para cumplirlos”, señala el malagueño, quien avanza que la puesta en escena de su producción tenderá a subrayar esa dualidad entre la majestuosidad del espectáculo y la intimidad dramática de sus personajes: “El escenario quedará distribuido con unas líneas diagonales que delimitarán bien esos dos mundos, el del show y el de las vivencias personales de quienes lo hacen. E, igualmente, la iluminación contribuirá a reforzar la distinción de lo general y lo particular, abriendo confluencias entre estos dos ámbitos”. En lo formal, si en un principio Banderas tenía la intención de producir el montaje con los diálogos en castellano y las canciones en el inglés original, finalmente A Chorus Line se representará íntegramente en castellano, en principio porque se trata de la solución más natural para la obra, aunque también podría dejarse ver una poderosa declaración de intenciones si, tal y como Banderas tiene previsto, esta versión de A Chorus Line se representa en EEUU (de momento, tras las funciones que se celebrarán en Málaga hasta fin de año, la gira española tiene ya plazas aseguradas en Madrid, Bilbao y Barcelona, aunque ya sin Banderas en el reparto). Eso sí, el actor explica que, a pesar de la unidad lingüística, la variedad de acentos será amplia y dispar: “Queremos que el espectador se lleve a casa una idea fidedigna del paisaje sonoro de Nueva York. Si paseas por allí escuchas todo tipo de acentos: latinos, franceses, portugueses, de todas partes. Y justo éste es el sonido que tendrá nuestro A Chorus Line”. Semejante milagro es posible, claro, gracias a la diversidad de orígenes de los miembros del elenco, quienes, llegados de distintos países, no tendrán que camuflar sus acentos a la hora de cantar y dialogar en castellano.
Se reanudan los ensayos, en esta ocasión con un diálogo de hondo sabor dramático que podría haber escrito Edward Albee. Antonio Banderas interpreta a Zach, el coreógrafo y director del musical cuyo making of narra A Chorus Line: un hombre riguroso e implacable en su afán por exprimir el talento de sus intérpretes; Sarah Schilke da vida por su parte a Cassie, una bailarina que lucha por evitar la condición de fracasada y que acusa los efectos de una relación agónica con el mismo Zach. Sobre una base de piano, ambos evocan una discusión con tal verdad que casi echan chispas. Mientras, Pablo Puyol aprovecha para revisar el libreto en su puesto. Lo mismo hace Cassandra Hlong, la actriz que interpreta a Connie Wong y que guarda un asombroso parecido con la Baayork Lee que deslumbró a Broadway hace casi 45 años metida en la misma piel. Para terminar, vuelta a One, esta vez con todos los intérpretes en pie para la revisión de la coreografía. Banderas da primero unos apuntes en solitario a modo de instrucción y deja claro que lo de su calidad de bailarín no iba en broma. Después, con todos los intérpretes en sus puestos, el escenario entero parece mecerse en un mar que modula a lo largo y ancho de tonalidades mayores y menores, con implacable afección emocional. El ensayo termina con un aplauso unánime por parte de todos y la revisión de los deberes que hay que traer aprendidos la jornada siguiente. Han sido ocho horas extenuantes con apenas una breve pausa para comer, pero todos comparten la misma sonrisa, el mismo gesto de satisfacción. Corresponde preguntar a Antonio Banderas si todo esto, este empeño en traerse Broadway a Málaga, en adquirir su propio teatro y renovarlo al completo, en salir de su órbita estelar de Hollywood para volver de esta manera a la ciudad en la que nació, tiene sentido. Y responde: “Mira, todo esto nace de un ataque al corazón. Cuando te pasa algo así cambias sin remedio tu escala de valores y empiezas a ver con claridad algunas cosas. El dinero no tiene importancia. No estoy aquí para arruinarme, pero es así. Lo único que importa es lo que haces. Yo quería hacer teatro, llevaba muchos años queriéndolo. Y aquí está. No hay más explicación”. El silencio que queda en el escenario cuando los artistas comienzan a recoger sus bártulos y marcharse es casi tan dulce como las voces que cantaban hace sólo unos minutos, impregnado de nostalgia, prometedor de todas las luces que habrán de venir.
El “chico del barrio” que vuelve a casa y la vida después de que suba el telón
En 2017 recibió Bayork Lee un Premio Tony de carácter honorífico, en reconocimiento a su carrera y singularmente a sus actividades humanitarias: Lee, nacida en Chinatown en 1946 de padre chino y madre india, dirige en Nueva York un teatro que acoge a jóvenes en riesgo de exclusión social y que tienen así la oportunidad de encontrar una salida profesional a través de las artes escénicas. “Al día de siguiente de recibir el premio volví a Chinatown para celebrarlo con mi familia y mis amigos. Yo era la chica del barrio, que había logrado cumplir su sueño y después volvía con los suyos. Para mí fue una experiencia única, algo inolvidable. Pues bien, ahora es Antonio Banderas el chico del barrio que vuelve a casa. Ha cumplido su sueño, que es poner en marcha un teatro y estrenar un musical como A Chorus Line, y lo ha hecho en la misma ciudad en la que nació. Y entiendo perfectamente que todo supone para él una satisfacción enorme”, apuntaba Bayork Lee a Málaga Hoy nada más terminar el ensayo en la ESAEM. Tal y como anunció en su momento, Banderas ha abierto en su más que apretada agenda un paréntesis ya abierto y que se prolongará hasta fin de año para protagonizar las funciones en Málaga de A Chorus Line en el Teatro del Soho. Después, el equipamiento continuará su marcha bajo la dirección artística de Lluís Pasqual, quien ultima actualmente un estreno teatral en Nápoles, su último compromiso pendiente antes de su dedicación plena al proyecto; mientras, Banderas tiene previstos para el año que viene los estrenos de The voyage of Doctor Dolittle (junto a Robert Downey Jr. y Rami Malek) y Lamborghini (como protagonista, junto a Alec Baldwin), además de, quién sabe, el Oscar al mejor actor por Dolor y gloria.
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