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RAPHAEl. cantante
Tras más de 50 años sobre los escenarios, Raphael (Linares, 1943) no necesita presentaciones. Sin embargo, esta antigüedad y el grado que aporta la experiencia no es un obstáculo para seguir siendo, de alguna manera, un icono de la juventud que no parece tener fecha de caducidad. En octubre regresará al Teatro Cervantes dentro de su nueva gira, De amor y desamor, con otro órdago de cinco noches, del 15 al 19.
-En sus conciertos debe de juntarse un público muy diverso, desde gente que le escuchaba en sus inicios hasta jóvenes que han recogido el testigo ahora.
-Personas de cinco generaciones distintas. Me da una alegría inmensa que mi carrera haya dado sus frutos de tal manera. Es sorprendente que un artista guste e interese a cinco generaciones diferentes. Sin duda, es lo mejor que me podría haber ocurrido.
-¿Se siente querido por el público joven?
-Mucho. Me siento querido por el público en general, joven y no tan joven. Siempre noto que han seguido mi carrera con especial interés. He tenido momentos más brillantes que otros, pero siempre en línea ascendente, y es una carrera muy difícil. Tener un golpe de suerte y pegar en un momento dado es relativamente fácil, pero mantener eso 54 años es muy difícil.
-Canciones como Mi gran noche siguen sonando en los bares con frecuencia, como símbolo de cualquier fiesta que se precie.
-Y lleva 44 años siendo así. Siempre saca a la gente a bailar.
-¿Sería un ejemplo de himno intergeneracional?
-Totalmente. Junto con otras canciones, como Yo soy aquél, Cuando tú no estás, Qué sabe nadie, Digan lo que digan...
-¿Se encuentra en el punto en el que soñaba estar?
-Nunca he pensado ni soñado estar en ningún punto. Soy un enamorado de mi profesión y la vivo con una pasión tremenda. Nunca pienso en dónde voy a llegar, simplemente me dejo llevar por el tiempo. Sí procuro cuidarme muchísimo para que el público pueda verme brillante, cantando como debe ser y sin hacer trampitas. Así, el público se da cuenta de que la mía es una carrera intachable desde el punto de vista profesional.
-¿Qué le queda por hacer sobre un escenario?
-Me queda mucho y mejor hecho. Sigo aprendiendo, porque quien crea que ya se lo sabe todo es que no sabe nada de nada.
-Ha cantado junto a muchos artistas diferentes. ¿Tiene algún dueto pendiente?
-Con todos lo que he querido cantar he cantado, no he tenido problemas. Y si en el futuro surge con alguien más lo haré, no tengo ningún inconveniente y lo planteo enseguida. Pero por el momento estoy un poco saturado de duetos. El último lo hice la semana pasada, en México, con Pedro Fernández. Y quiero dejar descansar un poco la figura del dueto, aunque me gusta mucho.
-¿Sigue disfrutando de hacer música en vivo?
-Para mí la música en vivo es lo más. Yo no he hecho un playback jamás, ni creo que a estas alturas del partido lo vaya a hacer.
-También tiene una envidiable trayectoria discográfica: pese a las dificultades de la industria se mantiene prácticamente a disco por año.
-Sí. Y a partir de ahora voy a hacer casi dos discos por año, ya que editaré uno en el que regrabaré cosas mías, clásicos de mi carrera, y otro con composiciones de autores jóvenes. Esto me interesa mucho, aunque lo fácil para mí sería recurrir a mis compositores de siempre, como Manuel Alejandro o José Luis Perales. Pero ahora quiero apoyarme en la gente joven, que me ve de otra manera y creo que puede aprovechar mis facultades de otra forma.
-Fueron muy sonadas sus palabras antes de actuar en el festival Sonorama, en las que se declaraba tan indie o más que el resto del cartel.
-Es que indie sólo quiere decir independiente. Y yo siempre he sido un artista independiente. O sea, que dije la verdad: los puede haber tanto como yo, pero más no.
-¿Cómo se sintió en aquel ambiente?
-Muy bien. Fue una noche fantástica. La gente estaba muy motivada y fue muy bonito. Sé que en Málaga va a ser igual o mejor, porque Andalucía es mi tierra.
-¿Qué espera de su concierto aquí?
-Estoy seguro de que va a ser una gran noche, parodiando la canción. Espero que el público me despida con mucho cariño y esté deseando verme en la próxima cita.
-¿Tiene un matiz diferente el público andaluz?
-Para mí sí. Somos paisanos, nos tratamos de manera más cercana.
-Hace unos días saltaban los rumores de que planea rodar una película junto a Álex de la Iglesia. ¿Lo confirma?
-Es muy posible, sí. Estamos en ello. No quiere decir que se vaya a hacer mañana, ni el mes que viene, porque yo tengo una gira larguísima pendiente. Pero hay un interés mutuo: los dos nos respetamos y admiramos mucho, y seguro que de ahí sale algo bueno.
-Lleva tiempo sin ponerse delante de las cámaras como actor.
-Hace por lo menos 30 años. Pero yo nunca me he ido del cine, lo que pasa es que dejaron de interesarme los guiones. Si Álex da con la tecla, con un guión que a mí me pueda resultar interesante, lo haré.
-¿Tiene alguna superstición antes de salir al escenario?
-No, aunque el día que tengo concierto, dejo de hablar a las cuatro de la tarde. Así cuando empiezo a cantar, mi voz está fresca.
-¿Qué conciertos le han impresionado más, vistos desde las gradas?
-Tengo en el recuerdo grandes noches de Elvis Presley en Estados Unidos, de Sinatra. También de Rocío (Jurado), en España. Afortunadamente admiro a mucha gente y he sido testigo de muy grandes noches de otros artistas compañeros.
-Actualmente proliferan las nuevas apuestas musicales, con gente que trata de hacerse un hueco en este mundo. Sin embargo, los de siempre siguen ahí, sin que nadie logre desplazarlos.
-No nos tienen por qué desplazar. Bienvenido sea siempre lo nuevo. Pero hay que respetar a las instituciones. Si un artista lleva mucho tiempo demostrando lo que es, también hay que respetarlo. Igual que nosotros respetamos a la gente joven.
-¿Cuál es la receta para mantenerse tanto tiempo activo?
-¡Uy, si yo lo supiera! Supongo que echarle mucho valor, mucha pasión y muchas ganas. Y que te guste mucho. Y cuidarse.
-Su imagen se sigue asociando a la del caballero elegante, de mirada fija y chaqueta sobre el hombro. ¿Cuánto se corresponde con el verdadero Raphael?
-¡Eso fue en una película, nada más! No, yo soy un chico muy tranquilo, aunque en el escenario me convierto en otra cosa. Tampoco es un disfraz. Simplemente se produce en escena. Es como cuando hago Doctor Jeckyll y Mr. Hyde: yo no soy tan bueno ni tan malo como ninguno de los dos, pero cuando me pongo a hacerlo, sale.
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