Las cuatro paredes de la memoria
El topo de Mijas
El estreno de ‘La trinchera infinita’ devuelve a la actualidad a Manuel Cortés, el último alcalde republicano de Mijas, oculto en su casa durante treinta años
Málaga/El reciente estreno de La trinchera infinita, la película protagonizada por el actor malagueño Antonio de la Torre y la actriz sevillana criada en Málaga Belén Cuesta, ha devuelto a la actualidad la figura de Manuel Cortés Quero (1906-1991), más conocido como el topo de Mijas, último alcalde republicano del municipio que, tras el estallido de la Guerra Civil, permaneció oculto durante treinta años en su propia casa. Los directores de la película, Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, que conquistaron con su obra la Concha de Plata del Festival de San Sebastián en su categoría (además de otros tres premios), recordaron pocos días antes del mismo estreno que su inspiración primera fue el hallazgo de la historia de Manuel Cortés; y cabe apuntar que, de hecho, la primera intención de los realizadores fue la de contar la historia del alcalde mijeño, en clave biográfica, aunque diversas circunstancias (entre ellas la oposición familiar) terminaron de convencer a los cineastas para que optaran por un personaje arquetípico llamado Higinio en un contexto andaluz, si bien todo en el filme evoca la clausura extraordinaria, pero no única, de Manuel Cortés. En cualquier caso, que los directores descubrieran esta historia ahora da cuenta de una feliz decisión respecto al rodaje de una de las películas españolas más aclamadas en lo que llevamos de año, pero también de cierta anomalía dado que la historia de los topos como nuestro hombre de Mijas han sido divulgadas de forma diversa y no precisamente reciente: ya Manu Leguineche y Jesús Torbado incluyeron el caso de Manuel Cortés en su canónico y temprano libro Los topos, aparecido originalmente en 1977 y recuperado por la editorial Capitán Swing en 2010. No han faltado en los últimos cuarenta años publicaciones y películas que han abordado bien directamente la figura del topo de Mijas o, de manera más general, un fenómeno tan fascinante como incómodo (basta recordar Los girasoles ciegos, la novela de Alberto Méndez llevada al cine por José Luis Cuerda con guion de Rafael Azcona, como manifestación de largo alcance al respecto). Pero sí, los topos de la Guerra Civil constituyen, todavía, un episodio poco estudiado y, en gran medida, desconocido. De modo que la reivindicación histórica y simbólica de Manuel Cortés Quero, propiciada ahora por La trinchera infinita, resulta, también, justa y oportuna.
Tras el estallido de la Guerra Civil, Cortés huyó de Mijas y se ocultó en distintos lugares hasta que, acabada la contienda, decidió regresar al pueblo. Su primera intención fue la de ampararse en su propia casa, pero los interrogatorios que su mujer, Juliana, había tenido que afrontar durante su ausencia fueron tan continuados y tan degradantes que buscó una alternativa temporal. Con la complicidad de Juliana, que de hecho pasaba buena parte de las noches en las casas de los vecinos para evitar en lo posible los interrogatorios, y tras buscar refugio primero en la casa de su padre y luego en una vivienda alquilada, se instaló en un pequeño hueco habilitado en una barbería en el que no cabía mucho más que una silla. Allí pasó varias semanas hasta que al fin, disfrazado de mujer, Manuel Cortés pudo recorrer el camino hasta su casa, donde permaneció escondido bajo el hueco de la escalera treinta años con la absoluta complicidad de Juliana, que siguió soportando los interrogatorios con abnegado estoicismo. Los libros, los cigarrillos y la radio eran sus únicos medios para romper el aislamiento de las cuatro paredes de su habitación. Con el tiempo se aventuró a salir de noche a estirar las piernas y respirar aire fresco: sorprendentemente, nunca fue descubierto ni delatado. Finalmente, el 28 de marzo de 1969, Cortés escuchó en su radio que Franco decretaba la amnistía para los delitos cometidos durante la Guerra Civil. Con su documentación en la mano, se plantó en la casa del entonces alcalde de Mijas, Miguel González Berral, quien le acompañó hasta la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga; allí le expidieron su DNI y le confirmaron oficialmente su condición de hombre libre. Fiel a su compromiso político, Cortés fundó el grupo municipal del PSOE en Mijas, que presidió hasta su muerte en 1991. En 2004, el Ayuntamiento rindió un homenaje a su memoria que presidió el alcalde socialista Agustín Moreno.
El hispanista Ronald Fraser, que participó en aquel acto, describía así a Manuel Cortés: “Resultó ser un hombre de baja estatura, con el pelo gris y ojos verdes inquisitivos. Una leve palidez era el único rastro visible de su encierro de treinta años”. Eso sí,“se mantenía alerta, cauto”. Fraser, que residió varios años en Mijas y falleció en 2012 en Valencia, publicó en 2005 el libro Escondido. El calvario de Manuel Cortés, que editó la Diputación Provincial de Málaga y a día de hoy sigue siendo la principal fuente de consulta para cualquier interesado en la historia del topo de Mijas. Cuenta Fraser en su libro que Cortés decidió volver a Mijas tras luchar en el bando republicano, sencillamente, porque no sentía culpable de nada. Es más, lo hizo con la intención de entregarse convencido de que, como mucho, pasaría un par de años ingresado en prisión. Sin embargo, las noticias que llegaban de la represión le hicieron cambiar de idea: “Al alcalde de Fuengirola le ahorcaron, a los de Alhaurín y Benalmádena los fusilaron. El alcalde de Los Boliches se suicidó en la cárcel. El de Coín se echó a la sierra y lo mataron”, relató el mismo Manuel Cortés a Ronald Fraser. Fue entonces cuando comprendió hasta qué punto peligraba su vida. La opción de volver a huir y escapar, acabada la Guerra Civil, resultaba ya más que remota. Su único clavo ardiendo para la esperanza era la ocultación en Mijas, muy a pesar del sufrimiento que esta medida podría acarrear para su familia.
Pero también el cine ha abordado la figura de Manuel Cortés, y con no poca proyección. El director onubense Manuel H. Martín estrenó en 2011 30 años de oscuridad, un documental realizado en su mayor parte en animación, protagonizado por Juan Diego y Ana Fernández, que recreaba de manera íntegra la historia de Manuel Cortés. De producción netamente andaluza, la película, posteriormente convertida en cómic, se hizo con una nominación al Goya al mejor largometraje documental y gozó de una andadura internacional a través de diversos festivales además de la bendición de la crítica. Para la realización de su documental, Martín emprendió una abultada investigación de la que dio no pocas pistas cuando se conoció la nominación de su obra al Goya: “Algo tan sencillo como comprar el periódico, para él era una aventura vital. Su mujer era analfabeta y no podía comprar prensa porque levantaba sospechas. Los periódicos que podía leer eran los que usaba para envolver la carne o el pescado. Pero él no solo no cometió ningún crimen sino que paró a muchos radicales de izquierdas que querían matar a los señoritos”, explicaba entonces. Sobre su decisión de rodar el documental, el cineasta recordaba que “con una historia tan potente de fondo tuvimos una escritura de guion casi de ficción, propia de una historia de supervivencia digna de Hollywood. La historia de Manuel Cortés esta por encima de ideologías políticas porque se traduce en una lucha para no dejarse morir, no para matar. La familia tenía un preso en su casa, pero para la calle esa persona estaba muerta o desaparecida. Cualquier indicio de vida era peligro de muerte”.
Precisamente, la reválida del éxito de La trinchera infinita en la gala de los Goya que se celebrará el 25 de enero en Mágaga brindaría un nuevo escaparate a la historia de Manuel Cortés, necesaria y urgente, aún, para la memoria democrática.
El monstruo que duerme “con un ojo abierto”
Sobre La trinchera infinita, reflexionaba esta semana en declaraciones a Efe su protagonista, Antonio de la Torre, que “el rencor es un monstruo que duerme con el ojo abierto”. Para el actor malagueño, el principal mérito de la película es que “a nivel narrativo y visual se plantea poner al espectador en el mismo lugar que a Higinio [el protagonista del filme] y le convierte en un topo”. “A toro pasado, la película me ha reconectado mucho con mis antepasados”, añadió el intérprete.
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