Adrián Lastra, protagonista de 'Grease' en Málaga: "Este musical tiene algo que nadie sabe lo que es, algo diferente"
El actor interpreta a Vince Fontaine en el musical que llega al Teatro del Soho CaixaBank el 24 de enero
Miguel Poveda, Chucho Valdés y Lola Herrera, en la sexta temporada del Teatro del Soho CaixaBank
Málaga/El Teatro del Soho CaixaBank acoge durante cerca de un mes uno de los musicales más míticos de la historia: Grease. Adrián Lastra interpreta al maestro de ceremonias, Vince Fontaine, en un papel reinventado que da pie a jugar con el público. Sentado en la primera fila del espacio por excelencia de Antonio Banderas, el actor confiesa que el mundo del teatro musical es "maravilloso, pero es una mili". Los malagueños podrán disfrutar de esta superproducción desde el 24 de enero hasta el 16 de febrero
Pregunta.¿Cómo le llegó la oportunidad de participar en este musical?
Respuesta.Me llega de mano de David Serrano, el director y adaptador de la obra, a mediados de este año. Estaba terminando el programa de Bailando con las estrellas y tenía muchas ganas de volver al teatro musical. Llevaba siete años sin hacerlo, el último fue Billy Elliot, que es verdad que por cine, tele y por otras cosas no tuve la oportunidad de subirme. Tenía muchas ganas. Lo había visto hacía tres años este montaje cuando lo estaban haciendo en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. Me llamó mucho la atención Vince Fontaine y pensé que me lo iba a pasar muy bien haciendo esto.
P.¿Qué es lo que más le llamó del personaje para decidir interpretarlo?
R.Es un personaje muy agradecido, es un personaje muy divertido de hacer. Esa cosa de romper la cuarta pared, de tener una pequeña libertad en el escenario en algunos números. Me llamaba mucho la atención y me creaba mucha curiosidad. También me llama mucho la atención el poder cantar canciones que tenía el personaje. En el en el original, Vince Fontaine solo canta en el concurso de baile, pero en este espectáculo canta cuatro o cinco temas que son geniales. Y tenía muchas ganas, cada vez que llega "el número del musical", por así decirlo, que es el número de la Escuela de belleza del Ángel de la guarda de Frenchy. Una maravilla. Era una libertad de poder jugar con el público. Hay una estructura, pero siempre se juega mucho.
P.¿Ese es su número favorito?
R.Sí, sin lugar a duda. Creo que la gente se queda obviamente con las canciones más conocidas, con Summer Nights y demás, pero hay mucha gente que sale y se queda con ese número porque es muy largo. Dependo muchas veces de cómo esté el público en ese momento. Puedo jugar, puedo entrar, les puedo enganchar más. Es guay porque la actriz con la que lo hago es con Sònia Vallverdú, es una actriz maravillosa. Una actriz de musicales porque canta, baila y actúa, no porque solo haga teatro musical. Muy jovencita, pero tiene una libertad encima del escenario que mola mucho.
P.Vince Fontaine es el hilo conductor de la historia.
R.Sí, como el maestro de ceremonias.
P.¿Cómo lo lleva?
R.Muy bien, nunca había hecho un maestro de ceremonias. En una función, lo más parecido que había hecho era cuando alguna vez hacía de Mario en Hoy no me puedo levantar, que tenía los monólogos al público, pero no había que romper la cuarta pared de una forma muy clara y nunca lo había hecho, ni estar directamente en un espectáculo musical. Y tenía muchas ganas de hacerlo, es algo que me llamaba mucho la atención. Es verdad que cubres varios personajes y haces varias cosas y demás, pero es un tipo que como está tan enamorado de sí mismo, es como el guapo y gentleman, y el mayor, obviamente, de la función porque todos los chavales tienen 21 años, 25 creo que tiene el que más. Es guay también tener una responsabilidad de como ser el papá.
P.¿Se nota mucho la diferencia de edad?
R.No, no se nota diferencia. Por mucho que yo tenga 40 años, en mi cabeza nunca diría: "Adri, tienes 40". Yo estoy muy bien físicamente, pero sobre todo de cabeza. Soy un alma muy joven, soy un alma libre. Disfruto mucho de las energías jóvenes cuando estoy en el escenario. También es verdad que me siento muy identificado con ellos porque me recuerda a cuando yo empecé hace 20 años ya en el teatro musical. Mola mucho porque eso está aquí. Ves a los chavales con esa ilusión, con esas ganas de comerse el mundo, con ese cansancio, los dobletes de una función y otra función y otra función... Son duros. El mundo del teatro musical es bastante duro. Es maravilloso, pero es una mili. No todo el mundo vale para hacer teatro musical.
P.Tiene un nivel de exigencia muy alto.
R.Sí. Siempre encima de un escenario, la energía siempre es mucho más grande que la que tienes que dar más que estar delante de una cámara muchas veces. También muchas veces es una energía como mucho más expansiva. Y cuando estás delante de una cámara, hay una energía que la tienes que guardar y tiene que entrar todo siempre con una mirada o dependiendo del plano. Es una energía que también puede cansar porque hay tanto y tiene que ser todo tan pequeñito, que eso también cuesta mucho de dominar. Pero cuando tienes esta energía tan expansiva en el teatro, súmale lo musical. Súmale el ya no el llegar a un espectador con la voz porque obviamente está todo amplificado ya por ayuda en microfonía, pero tiene algo especial el teatro musical, siempre, que hace que sea tan duro. A mí no me gusta hacer todas las funciones iguales. Por mucho que el texto sea el mismo, pero esta cosa de que todos los días sea la misma función el mismo texto... Sí, pero tú todos los días te levantas, todos los días te haces un café, todos los días vas a trabajar, y no todos los días son lo mismo. Puedes tener algún problema o te han dado alguna noticia buena, es algo diferente y lo mismo pasa en el escenario. No todos los días es lo mismo porque no todos los días es el mismo público.
P.Volviendo a lo que ha dicho antes. ¿Cómo rompe la cuarta pared? ¿Tiene algo ya pensado para Málaga precisamente o va a improvisar?
R.Yo no tengo pensado nada. Es verdad que dentro de esa improvisación que pueda haber, que no son improvisaciones, no me gusta llamarlo improvisación, es más como un juego. La improvisación es crear algo de una acción, crear una escena. Aquí las escenas están creadas por David. Hay una libertad, pero hay una carretera. Tienes que ir hacia allí y puedes hacer esto o lo otro, pero no puedes girar a la derecha. Nunca tengo pensado lo que voy a decir o qué juego voy a hacer porque si lo pienso, ya no estás jugando. En el último monólogo, Vince Fontaine habla de unos valores humanos, que es un mensaje universal. Hay muchos amigos que me han dicho que les ha tocado mucho el último texto que he dicho, este último monólogo, porque me hace recapacitar mucho. Fíjate que es un mensaje que, por resumirlo, el vivir el presente, vivir el ahora, porque de repente un día estás en el instituto y cierras los ojos y cuando los abres, han pasado ya 20 años, y eres una persona completamente diferente. Estaba haciendo el monólogo el otro día y, como la anécdota, había una mujer mayor en primera fila que iba con su nieta. Estaba disfrutando, no sabes de qué manera. Todos estábamos alucinando, cómo estaba sonriendo, cómo estaba cantando, cómo se emocionaba. Y el final del monólogo lo cambié en ese momento y dije: "Quiero cambiar porque esto acababa de una forma, pero le voy a dar otra forma". Me moví en el escenario y me puse frente a esa mujer. Le dije: "Gracias por disfrutar, porque gracias a gente como usted, nosotros nos dedicamos a lo que nos dedicamos. Cuando vemos a alguien que se emociona, que disfruta... Ella ha vivido mucho en su vida y que de repente le cae una lágrima por una frase... Nosotros nos dedicamos a esto por gente con usted, así que gracias". Cosas que van sucediendo en la función. Si yo tengo que pensar en el camerino: "A ver, Adri, hay una mujer o alguien....". No. No, porque sé que la voy a cagar con todas las letras.
P.Eso es muy bonito. Emociona mucho.
R.Sí, sí. Pasa mucho, pasa en muchas funciones. Depende de si hay algún anclaje de alguien que ha sido, por ejemplo, el típico personaje que habla mucho en la función, que se ríe de una forma muy especial o algo muy diferente. Yo siempre intento quedarme con lo que escucho y veo si esto lo puedo utilizar o si no lo utilizo. Hay veces que he pedido luz de sala y todo por decir: "Algo está sonando". Hay veces que sí, que se improvisa. Bueno, puedo salirme un poquito.
P.La magia del directo. ¿Y qué tiene su personaje que no tenga el de la película?
R.Todo. Creo que el personaje Vince Fontaine de la película, todo el mundo lo conoce en la película por ser el locutor famoso de radio, el tipo que ha sido un cantante superfamoso, pero que ahora está en la locución y que presenta el concurso de baile. La diferencia que tiene Vince Fontaine en esta producción es, aparte de ser un Vince Fontaine locutor de radio, que aquí nunca vas a verlo como en una emisora de radio. Es un maestro de ceremonias que se para delante de ti y te cuenta una historia, te cuenta lo que está sucediendo: "¿Cuántas veces nos hemos visto en esta situación?". Y hace varios personajes, como el profesor de gimnasia, el ángel de la guarda de Frenchy... Eso en la película no sale. Hay mucha diferencia, es un personaje que tiene mucha más dimensión.
P.Pues cambia mucho. En este sentido, siempre se dice que los actores se meten mucho en el papel del personaje y viceversa. ¿Qué hay de Vince Fontaine en usted y qué hay de usted en Vince Fontaine?
R.¿Qué hay de Vince Fontaine en mí? Siendo honesto, y cogiendo un porcentaje del 1% de lo que es Vince Fontaine, gustar. A mí me gusta mucho gustar, me gusta mucho agradar. Sin perder también, obviamente, mi persona, trabajando mucho con terapia y demás. Vince Fontaine lo que pasa es que se gusta demasiado, ve un espejo y no se come la boca de él mismo porque no puede. Porque, seguramente, que se fije en el espejo y esté lleno de mierda. Pero sí hay algo ahí parecido a mí. ¿Qué tiene Vince Fontaine de mí? Casi todo, por la sencilla razón de que es tu voz, tu respiración, es tu fisicidad a la hora de moverte encima de un escenario, con lo cual, hay mucha parte de Adrián en este personaje. No hay una composición extrema, ni vocal. No quería ser un personaje con una composición diferente porque pensé que tiene que haber una naturalidad muy grande. La gente se tiene que pensar que todo lo que está sucediendo ahí arriba en el escenario con este personaje, todo es improvisado. Un montón de amigos que han venido a verlo y me dicen que improviso mucho. Y les digo: "No te creas, improviso en estas zonas y todos los textos o monólogos están escritos". Lo que pasa es que tiene que haber un acercamiento, una naturalidad respecto al público que, si compones algo, ya estás viendo a Adrián haciendo un personaje que pueda estar muy bien o muy mal o todo lo que sea, pero se crea esa cercanía.
P.De cara a la superproducción que es el musical, ¿cuál es el mayor desafío al que se ha enfrentado?
R.El mayor desafío fue empezar esta función recién haber tenido un accidente muy grave de moto. Eso fue lo más complicado. El arrancar la función con una bota ortopédica con agujas por fuera del dedo, con guantes en la mano porque tenía toda la mano llena de puntos, con bastón... Lo más complicado, el subirme a escenografías, el pensar cómo me apañaba yo para no caerme, para no romperme otra vez las agujas y que me parta por dentro los huesos... Eso fue lo más complejo. Los cambios de vestuario, el ponerme un pantalón, que no me podía poner un pantalón como tal, bien, porque la aguja me atravesaba por dentro y salía por fuera, con lo cual, rozaba y era un horror. Saber que no estaba en mis plenas facultades, no me podía mover. Mi padre vino a ver las funciones y me dijo: "Adri, mola mucho porque le de una elegancia el bastón". Sí, todo lo que tú quieras, pero delimita. Ya estás con un bastón y hay un punto donde está claro que no puedes caminar. La bota ortopédica que no puedes pisar con las puntas o con en el talón, tienes guantes en la mano, porque tienes los dedos destrozados. Fue muy complicado, pero aun así quería estrenar el musical. Aunque hubiese salido en una silla de ruedas porque no hubiese podido caminar, lo habría hecho.
P.Eso ya dice mucho de usted. Ahora ya está en sus plenas facultades y Málaga podrá disfrutar de usted en todo su esplendor.
R.Sí, ya en Málaga, sí. Si me dices si estoy al 100%, seguramente que no hay un 100%. Es verdad que hay muchos dolores, la mano todavía no está del todo recuperada, el pie está recuperado y por mucho me duela, hago el bárbaro encima del escenario y si te voy a saltar y pegar un salto de los metros y pico y volverme loco, me vuelvo loco. Pero eso no quiere decir que acabe la función y diga: "Hostia, Adri, contrólate que todavía no estás bien del pie ni de la mano". Pero que todo lo malo sea eso. La gente no va a ver que Adri no estaba fino. A Adri lo vas a ver bien, seguro.
P.Me está pintando bien el musical.
R.Es muy guay, muy guay, y el elenco que hay es una bestialidad. Son chavales muy jovencitos, pero son animales escénicos. Conozco a muchos de ellos, porque son muchos los que vienen de Billy Elliot. Los conocí cuando tenían 13 años, que ya tienen 20 o 21. Llevan ocho años encima de un escenario, con muchas funciones y con un personaje tan complejo como Billy Elliot, o como Michael, su amigo, o como el elenco de las niñas de la escuela de baile de Billy. Cuando te ves encima del escenario, ya eres diferente, se te ve eso. Tienes otro pilar, tienes otra forma de andar en el escenario, no hay un cansancio y no hay una rutina, no hay un tono en el texto. Y luego lo están Danny Suko y Sandy, que son Quique Niza y Mia Lardner, son gente muy especial. Cuando yo vi el espectáculo y vi a Quique de Danny, tenía 18 años. Dije: "¿Cómo lo está haciendo el tío este?". Se empapó, imagino, de esa chulería que tenía Danny Zuko, esa forma tan peculiar a la hora de caminar, a la hora de moverse... Y cuando lo ves en el escenario, es increíble, mola mucho. Ya me han dicho además que la venta está yendo muy bien, que la gente tampoco espere mucho a comprar si quiere comprar para algún día porque, seguramente, se vaya a quedar sin entrada. Solo venimos un mes, que está bien porque muchas veces estamos de gira y vamos solo un fin de semana, pero que la gente aproveche porque está muy bien.
P.Grease es como la estrella del musical. Es pensar un musical y que a muchos se les venga a la cabeza esta producción. ¿Eso ha supuesto también un peso de pensar que hay que estar a la altura de lo que la gente espera?
R.Yo me subí al tren cuando ya estaba en marcha, pero creo que no tenían ninguna presión, sabían que lo iban a hacer. Ellos confiaban plenamente. David confiaba en el elenco y el elenco confiaba mucho tanto en David como en Toni Espinosa, el coreógrafo, y en Joan Miquel Pérez, el director musical. Todo el mundo confiaba, confiaban entre ellos. Cuando tu confías, vas a ciegas, sabes que lo vas a hacer. Que pueda gustar o no pueda, ya, nunca llueve a gusto de todos. Nunca va a haber un color idóneo para todo el mundo. Hay gente que le gustan más los cálidos, otra más lo frío... Pero este musical tiene algo que nadie sabe lo que es porque si no todo el mundo estaría haciendo musicales como Grease, hoy por hoy, porque tiene algo, algo diferente. Mira que es una historia de amor, de amistad, de valores, pero luego tiene unas canciones que todo el mundo las recuerda, gente joven que no ha visto la película que lo ha escuchado, siempre. Hay algo, hay un enganche ahí muy potente. Es que si tú piensas todo el rato: "¿Voy a estar a la altura?", la vas a pifiar. Yo siempre lo pienso. Cuando he hecho alguna función diferente o con una complejidad a la hora de crear un personaje, si tenía que ponerme a pensar, por ejemplo en Velvet, el rey tartamudo de la película que ganó los Óscar... Olvídate, tú haz, confía. Si sales, te sacas las tripas y enseñas tus tripas, la gente lo va a agradecer y va a gustar. Cuando tú ves una persona honesta encima de un escenario que te da lo que tiene, es muy difícil que digan que "vaya mierda". O a lo mejor piensan que es una maravilla. Creo que es lo que hay que hacer encima de un escenario o delante de una cámara: quitarte la presión. Porque el qué dirán, en la vida... No, pregúntate a ti. Si a ti te mola, tira para delante. Si estás todo el rato pensando en el de enfrente, vas a morir asqueado.
P.La verdad es que sí. Para ir acabando, ¿cuál ha sido el número que le ha supuesto más reto?
R.El ángel de la guarda, número más largo del musical. Tenía mucho texto, yo tenía mucho miedo, llevaba muchos años sin cantar. Es una canción donde puedes hacer cosas un poco más arriesgadas vocalmente o puedes irte a algo más tranquilo. El camino de la tranquilidad no me gusta. Yo tiraba y me voy siempre para los infiernos. Y costaba muchas veces el contar una historia que tenga comicidad. Que si en esa comicidad, no hay una risa, hay algo que no estás haciendo bien. Depende mucho también de la masa de público que haya. No es lo mismo trabajar para 200 que trabajar para 1.500. Con 200, la risa no se contagia y existe la vergüenza del "no me voy a reír alto". Con 1.500 te ríes y te ríes con gusto y con carcajadas. Ese es el número que más me ha costado de saber que tengo que llevar al público a esta situación y prepararlos y a partir de aquí, jugar y ver qué sucede. Ver y escuchar mucho, escuchar mucho, mucho. Lo hablo mucho con los chicos. La comedia no deja de ser matemáticas. Tienes que saber qué matemáticas son, no todas las comedias son iguales. Hay comedias que no es en el ritmo, sino en el silencio. Les digo a los jóvenes: "Escuchad porque el silencio dice mucho, el silencio sabe, deja una pausa en mitad de la frase y luego tíralo". Mola mucho porque entre todos vamos aprendiendo mucho.
P.Y, para acabar, una única razón por la que los malagueños tengan que ir a ver Grease.
R.Porque es un musical emblemático, porque si quieres divertirte, te quieres emocionar, quieres salir con ganas de seguir queriendo y seguir amando sin caretas, vente. Vas a recordar quién eras y vas a decir: "A mi me encantaría que ese niño que estaba enamorado, si ha muerto poder vivir".
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