Ana Belén en el corazón del teatro español
El diario de Próspero
La actriz, que estrenará ‘Antonio y Cleopatra’ con la CNTC de la mano de José Carlos Plaza en el próximo Festival de Almagro, cumple este jueves 70 años como emblema visible y fértil de la escena
El anunciado estreno de la producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de Antonio y Cleopatra en la próxima edición del Festival de Almagro, del 1 al 4 de julio, es una buena noticia por varios motivos. El primero es el título en sí: la obra habría bastado por sí sola para garantizar la posteridad a Shakespeare, por más que la historiografía crítica más plomiza haya insistido durante demasiado tiempo en reservarle un lugar discreto en el podio del Bardo; en cualquier caso, que vuelva Shakespeare a Almagro y a la CNTC por esta vía es una decisión merecedora de todos los aplausos. La segunda es la alianza estratégica que entraña la propuesta para los Festivales de Almagro y Mérida: a la CNTC, cuyo director, Lluís Homar, encabeza el reparto (formado por un buen puñado de ases de la compañía, entre los que cabe destacar a Ernesto Arias, Fernando Sansegundo y Rafa Castejón, sólo por citar a unos pocos), se une aquí el triunvirato formado por el director José Carlos Plaza, Vicente Molina Foix (autor de la versión) y Ana Belén, responsables de algunos de los grandes éxitos de los últimos años en el Festival de Mérida producidos por Jesús Cimarro y Pentación (es de esperar que en la programación de la próxima edición del mismo Festival de Mérida, pendiente aún de presentación, figure también Antonio y Cleopatra; en todo caso, esta sinergia era una cuestión esperada y corresponderá analizar a fondo su evolución futura) . Y la tercera, ya mencionada, es Ana Belén, tal cual, sin más excusas: la verdadera reina de Egipto del teatro español que este jueves cumple 70 años como emblema del cine, la canción y el teatro, aunque en lo que al Diario de Próspero respecta corresponde celebrar su trayectoria como la más representativa de la misma historia de la escena nacional. Su carrera ofrece una síntesis perfecta de todo cuando ha dado de sí el teatro aquí desde finales de los 60.
Es bien sabido que, en lo que al teatro se refiere, Ana Belén es un invento de Miguel Narros, quien, tras fijarse en la joven actriz durante el rodaje de Zampo y yo, la condujo a las filas del Teatro Español, donde debutó en 1966, a los 15 años, con la histórica Numancia de Cervantes que dirigió el mismo Narros, con quien instituyó enseguida un sólido tándem: en 1967 interpretó a Cordelia en El rey Lear junto a Javier Loyola, Agustín González y el mismo José Carlos Plaza en el reparto, en un órdago shakespeareano que continuó de manera portentosa en 1969 con Medida por medida. Ya en 1989 protagonizó Hamlet a las órdenes de José Carlos Plaza, con quien volvió a trabajar en 1992 a mayor gloria del autor inglés con El mercader de Venecia. Pero hasta entonces, fuera de Shakespeare, el tándem con Miguel Narros dejó también para el recuerdo obras como Don Juan Tenorio (1968), El sí de las niñas (1969), Te espero ayer (1969), El condenado por desconfiado (1970), Los niños (1970), Sabor a miel (1971) y la Antígona de Anouilh (1975), entre muchas otras. Por aquellos años protagonizó también Tío Vania para William Layton con la versión de Enrique Llovet (1978) y La hija del aire de Calderón para Lluís Pasqual y el Centro Dramático Nacional (en el mismo montaje de 1981 con el que debutó en Madrid Antonio Banderas). El nuevo tándem que entrañó la figura de José Carlos Plaza como director dejó ya una muestra bien significativa en La casa de Bernarda Alba (1984) y se ha mantenido intacto, pasando por Fedra (2007), Electra (2012) y Medea (2015) entre otras, hasta el presente con Antonio y Cleopatra. “Su Cleopatra va a ser excepcional. Vamos a ver algo único, porque ella es única”, afirmó hace unos días Lluís Homar sobre este nuevo episodio shakespeareano. Y la razón promete estar de su parte.
La última vez que vimos a Ana Belén en el escenario fue en la reciente gira de Eva contra Eva, la obra de Pau Miró basada en Eva al desnudo y dirigida por Sílvia Munt. Y estaba espléndida, en una construcción que trascendía la ironía para abrazar el cinismo y que conducía como un tiro a la autodestrucción del personaje, lo que bastó para recordar hasta qué punto es capaz de reinventarse Ana Belén como actriz en textos llevados al límite. Lo mejor de esta trayectoria no es, sin embargo, lo que ya ha dado de sí, que es tanto, sino lo que cabe esperar a partir de ahora: la actriz que cumple ahora 70 años conserva la autoridad, el oficio y el talento suficiente para seguir llevando las riendas con renovados registros. Y nada mejor que Antonio y Cleopatra para sellar por todo lo alto este comienzo.
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