Ana Rodríguez Fischer: “Tenemos a demasiados escritores sometidos al dictado de las modas”
Entrevista
La escritora presenta este martes en Málaga y el miércoles en Fuengirola su última novela, ‘Notre Dame de la alegría’ (Siruela), con la que vuelve a Maruja Mallo y a las luces y sombras de la Generación del 27
André Aciman y la luz de lo humano

Málaga/La aparición en 1995 de Objetos extraviados, una novela en torno a la pintora surrealista Maruja Mallo, la Generación del 27 y el ambiente cultural de la Segunda República situó por derecho a Ana Rodríguez Fischer (Vegadeo, 1957) entre las autoras imprescindibles en lengua española, condición que ha conservado hasta la fecha gracias a otras novelas como Antes de que llegue el olvido, con la que obtuvo el Premio Café Gijón en 2023. Catedrática de Literatura Española en la Universidad de Barcelona y referente de la crítica literaria en nuestro país, Rodríguez Fischer ha vuelto a aquella novela treinta años después para ampliarla, completarla y convertirla en Notre Dame de la alegría (Siruela), su regreso al mundo convulso de Maruja Mallo. La autora presentará su obra el próximo martes 25 a las 20:00 en el Centro Cultural Provincial MVA de Málaga y el miércoles 26 a las 19:00 en la Biblioteca Miguel de Cervantes de Fuengirola.
Pregunta.-¿Qué la condujo al reencuentro con Maruja Mallo?
Respuesta.-Fundamentalmente, el encargo de la editorial Siruela. Me propusieron recuperar aquel trabajo treinta años después y dije que sí.
P.-¿En qué medida son Objetos extraviados y Notre Dame de la alegría la misma novela o dos novelas distintas?
R.-Lo medular de Objetos extraviados está en Notre Dame de la alegría. La escritura también, aunque hay algunas diferencias. En 1995 yo estaba empapada de las vanguardias artísticas del siglo XX, los ismos y todo aquello. Después, tomé cierta distancia, aunque el asunto nunca dejó de interesarme, claro. Por otra parte, decidí escribir Objetos extraviados como un monólogo interior, y entonces yo era mucho más rígida y dogmática respecto a este recurso. Creo, que conste, que esta rigidez resultó oportuna para recrear a Maruja Mallo, ya que la artista se expresaba con un lenguaje conceptual, muy árido. Pero al recuperar aquella novela para Notre Dame de la alegría decidí esponjarlo todo mucho más, quitar adjetivos, eliminar lo que pudiera entorpecer la lectura. He escrito esta nueva novela con mucho más sosiego. La idea original está, pero más desarrollada, menos compactada. También he ampliado algunas cosas, especialmente los elementos que prefiguraban los nubarrones del 36 durante la Segunda República y los encuentros que Mallo mantuvo con autores como Pablo Neruda y María Zambrano.
P.-¿Tuvo que volver a documentarse?
R.-No, en parte porque el material que acumulé en su momento para Objetos extraviados seguía siendo válido y, además, dejé entonces fuera ciertas cuestiones que he podido rescatar ahora. Por ejemplo, hace treinta años me documenté a fondo sobre la relación de Maruja Mallo con el POUM y con Eugenio Graell, quien la puso en contacto con el partido y quien, por cierto, es un personaje fascinante, pero decidí no incluir esto en la novela. Ahora sí lo cuento en Notre Dame de la alegría, aunque la documentación con la que me hice entonces me seguía resultando útil ahora. Por otra parte, las críticas de la obra de Mallo aparecidas en la prensa de los años 20 y 30 son una fuente inagotable de inspiración. Me ayudaron mucho hace treinta años y han vuelto a hacerlo en el presente.
P.-¿Y qué debe su novela a la imaginación?
R.-Varias cosas. A algunas cuestiones biográficas, especialmente relativas a los años previos a la Guerra Civil, les he dado un desarrollo más extenso, más dramático. También he insertado algunos encuentros ficticios, como el que mantienen en la novela Maruja Mallo y María Blanchard en París y que nunca tuvo lugar. Algunos biógrafos me han llamado para consultarme al respecto y he tenido que dejarles claro que se trata de pura ficción.
"Para mí, escribir no es una cuestión sencilla. En su momento tuve que hacerlo mientras cuidaba a mis hijos, y ahora tengo que hacerlo mientras cuido a mis mayores"
P.-En 1995, la publicación de Objetos extraviados hizo justicia con las mujeres de la Generación del 27, condenadas al olvido. ¿Se ha avanzado en la reparación desde entonces tanto como cabía esperar?
R.-Sí, ha habido avances notables. El documental sobre Las Sinsombrero, en el que por cierto participé, causó un profundo impacto. A raíz de aquella película fui durante varios años a institutos, gracias a un programa impulsado por el Ministerio de Educación, para divulgar a las artistas y autoras de la Generación del 27. Por otra parte, queda mucho trabajo por hacer, desde luego. Quedan muchas creadoras en el olvido.
P.-¿Qué suerte correría Maruja Mallo si viviera hoy día?
R.-Pues creo que no sería muy distinta. Acabaría defenestrada igualmente, o enviada al exilio. No se trataba solo de una mujer desinhibida y espontánea en todas las facetas de su vida, es que su compromiso político y la manera en que lo defendía incomodaban a todo el mundo. Por no hablar de su feroz anticlericalismo. ¿Qué pasaría con todo eso hoy? No es difícil adivinarlo.
P.-Eso no nos deja precisamente bien como país un siglo después.
R.-Bueno, no hace falta remontarse a un siglo atrás. Maruja Mallo regresó a España en los 60, cuando se suponía que el país atravesaba cierto aperturismo, pero tuvo que volver a trabajar en secreto. Es verdad que volvió a dibujar para la Revista de Occidente y que mantuvo algún contacto con el grupo El Paso, pero todo se dio de manera muy discreta. Incluso la acusaron de plagio cuando hizo el cartel para la exposición conmemorativa de Pablo Neruda en el 83. Siempre fue un personaje incómodo al que intentaron silenciar.
P.-¿Echa de menos algo de esa irreverencia en la literatura española contemporánea?
R.-Hay de entrada algo que me parece preocupante. Cuando publiqué Objetos extraviados hace treinta años el lenguaje era un motivo de preocupación para la mayoría de los escritores. Todos queríamos demostrar un uso poderoso del lenguaje, que ese lenguaje descubriera un mundo propio. Ahora me cuesta mucho más encontrar eso en nuestros escritores. Parece que esa preocupación por el lenguaje ya no importa tanto. Y creo que esto tiene que ver con la manera en que se adoptan ciertas consignas. Hay escritores y escritoras con un mundo propio que siguen cultivándolo después de obtener el éxito, sin renunciar a su manera de entender la literatura, como Pilar Adón. Pero también tenemos a demasiados escritores sometidos al dictado de las modas y a lo que toca.
P.-¿Qué se trae entre manos después de Notre Dame de la alegría?
R.-Quiero volver al libro que estaba escribiendo cuando me hicieron el encargo. Tengo muchas ganas. Para mí, escribir no es una cuestión sencilla. En su momento tuve que hacerlo mientras cuidaba a mis hijos, y ahora tengo que hacerlo mientras cuido a mis mayores, sin dedicarle todo el tiempo que desearía, igual que otras muchas autoras. Por eso me preocupa dejar libros a medias, no poder terminarlos, ya sean novelas o ensayos. Así que no veo el momento de acabar el que tengo pendiente.
También te puede interesar