Luces y sombras en la ciudad de los museos
15 aniversario Málaga Hoy | Cultura
Los espacios para el arte han acaparado el protagonismo de la vida cultural de Málaga: un órdago para el éxito con algunos interrogantes
Málaga/Cuando Málaga Hoy llegó por primera vez a los quioscos, el CAC Málaga llevaba algo más de un año abierto bajo la dirección de Fernando Francés, mientras que la trayectoria del Museo Picasso se reducía a poco más de seis meses a las órdenes de Carmen Giménez. En aquel 2004, el CAC acogió nada menos que una exposición del artista alemán Gerhard Richter, referencia clave del arte contemporáneo en todo el mundo, en lo que representó un órdago por el que nadie hubiera apostado un céntimo pocos años antes. El mismo Francés hace referencia a menudo a esta muestra para dar cuenta de la relación de Málaga con el arte moderno: la llegada de las obras de Richter obedeció a un empeño personal que muchos, dada la extrema dificultad para contar con la bendición del artista, daban por imposible; finalmente, aquella exposición se saldó con 15.000 visitantes, pero el ahora secretario general de Innovación Cultural y Museos de la Junta de Andalucía ha apuntado en varias entrevistas publicadas en los últimos años que si aquella misma propuesta tuviese lugar hoy superaría fácilmente las 80.000 visitas, porque la sensibilidad de Málaga con el arte contemporáneo es mucho mayor después de un aprendizaje nada discreto para la consecución de este objetivo. También en mayo de 2004 anunció Carmen Giménez su salida del Museo Picasso Málaga, que se hizo efectiva en junio. Tanto su sustituto, Bernardo Laniado-Romero, como el actual director del centro, José Lebrero, han conducido a la pinacoteca del Palacio de Buenavista por la senda del éxito de afluencia hasta hacer del Picasso el museo más visitado de Andalucía, con un registro anual superior a las 600.000 entradas despachadas. Pero cabe recordar igualmente que antes de la inauguración del museo, y todavía bastante después de su inauguración, las dudas sobre la rentabilidad de un proyecto de estas dimensiones en una ciudad de la tradición museística de Málaga eran muchas y razonables. Hoy, quince años después, el discurso es muy distinto: por más que la sostenibilidad de los espacios para el arte dependan del turismo en un porcentaje aún muy elevado, a nadie le parecería descabellada a estas alturas la idea de abrir un museo en Málaga.
Desde su puesta en marcha, el CAC ha acogido exposiciones de artistas de la talla de Tony Kragg, Louise Bourgeois, Anish Kapoor, Alex Katz,Santiago Sierra, William Kentridge, Marina Abramovic, Mark Ryden y Peter Doig. Por su parte, el Museo Picasso cuenta con una colección de 233 obras del artista malagueño y ha presentado en los últimos años exposiciones tan importantes como las dedicadas a Jackson Pollock, Francis Bacon y la Escuela de Londres, Andy Warhol, Fellini, Joaquín Torres-García, Louise Bourgeois, Bill Viola y Richard Prince, siempre en diálogo con la colección picassiana, además de otras servidas para ampliar, contrastar y definir una determinada mirada a Picasso en su propia ciudad natal. Los prometedores primeros balances del CAC y el Museo Picasso prendieron la mecha de la Ciudad de los Museos, con consecuencias bien conocidas: en 2011 abrió el Museo CarmenThyssen, que bajo la dirección artística de Lourdes Moreno ha encontrado su mejor equilibrio entre la colección de pintura española de su titular y exposiciones notables como la dedicada a Juan Gris y María Blanchard y la que reivindicó a Casas y Rusiñol; y en 2015 hicieron lo propio el Centro Pompidou Málaga en el Cubo del Puerto y la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo en Tabacalera, que favorecieron, por un lado, la creación de la Agencia municipal para la gestión de la Casa Natal de Picasso y otras instituciones museísticas, que dirige José María Luna (y que ha contribuido también a la proyección de la Casa Natal como espacio expositivo, además de académico y divulgativo); y, por otro, el debate sobre los museos franquicia y la conveniencia de incorporar a Málaga sedes de otros centros de arte a cambio de un canon durante un periodo concreto. Lo cierto es que la llegada a la ciudad del Pompidou y el Museo Ruso obedeció a una respuesta afirmada casi a título individual por el alcalde, Francisco de la Torre, tras la salida de Málaga de la carrera la Capitalidad Europa de la Cultura en 2016; con la continuidad asegurada del Museo Ruso de San Petersburgo hasta 2025, el Centro Pompidou de París confirmó recientemente la renovación de su convenio malagueño hasta el mismo año, lo que puede considerarse un notable tanto de la política cultural municipal dadas las reticencias iniciales al respecto. En diciembre de 2016 aconteció otro hito notable con la inauguración del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana, bajo la dirección de María Morente, después de largas décadas de espera y reivindicaciones. Además, Málaga cuenta con un completo mapa museístico que incluye otros centros expositivos como el Museo del Patrimonio Municipal, el Museum Jorge Rando, el MuseoRevello de Toro, el Museo delVidrio y el Cristal, el Museo del Automóvil, el Museo delVino y la Ifergan Collection, entre otros muchos espacios de diversa titularidad. Pocas dudas caben, por tanto, en la certeza de que la transformación ha sido asombrosa en esta cuestión.
Pero si toda historia de éxito esconde alguna deuda por saldar, la de la Málaga de los Museos no lo es menos. La proyección que ha ganado la ciudad a nivel internacional a cuenta de sus espacios expositivos, especialmente a partir de 2016, ha sido más que notable, lo que por otra parte obedece a la premisa de que los museos cumplían una función de promoción turística. Pero, precisamente, los problemas que Málaga afronta hoy día en relación con el turismo (en términos de gentrificación, aumento del precio de la vivienda y dificultad para la convivencia en áreas como el centro histórico) guardan una estrecha relación con esta función. Por otra parte, la excesiva dependencia de los museos malagueños con colecciones y otros centros de arte de titularidades ajenas (condición que comparten prácticamente todos salvo el Museo de Málaga) sigue generando más dudas que certezas respecto al futuro a medio plazo. En todo caso, eso sí, la identidad museística es ya incuestionable.
Otros proyectos para el futuro
Aunque Málaga parece haber alcanzado su límite respecto a los espacios museísticos que es capaz de acoger, es posible que el futuro inmediato aporte aún novedades de cierto calibre. Así, la Junta de Andalucía ha señalado el Convento de la Trinidad para la construcción de unCentro Nacional del Diseño y la Arquitectura, una idea que en su momento se barajó para elConvento de San Andrés y que ahora la Consejería de Cultura ha recogido con fuerza y con ambición referencial una vez descartado el Centro de Artes enVivo que había barajado el anterior Gobierno autonómico.
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