El archivo de Aleixandre sigue sin llegar un año después del anuncio de su compra
La operación sigue paralizada por orden de un juez que aceptó las medidas cautelares solicitadas por la sobrina del poeta, quien demandó a Carlos y Ruth Bousoño, depositarios y vendedores del legado
La reciente salida de Julio Neira del Centro Cultural de la Generación del 27, donde ha ejercido las tareas de dirección en los últimos años, para ser nombrado coordinador general del Centro Andaluz de las Letras, ha dejado a la institución dependiente de la Diputación provincial al frente de una nueva etapa. Y lo ha hecho en un momento especialmente delicado, cuando su proyecto más ambicioso, la adquisición de los archivos y buena parte del legado personal del Premio Nobel Vicente Aleixandre, continúa paralizada. La semana que viene, precisamente, se cumple un año del anuncio de la adquisición de estos bienes al poeta Carlos Bousoño, amigo íntimo del sevillano, y su esposa Ruth a cambio de cinco millones de euros, que iban a sufragar a partes iguales la Diputación y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Nada se sabe en Málaga de la compra desde entonces; sólo que la operación sigue paralizada por orden del juez que aceptó a trámite la medida cautelar de una sobrina del poeta, Amaya Aleixandre, hasta que se diluciden los derechos de ésta sobre el legado.
El presidente de la Diputación, Salvador Pendón, apuntó el 4 de octubre del pasado año, fecha en que anunció la adquisición junto a la consejera de Cultura, Rosa Torres, que "en dos o tres meses" se mostraría en el Centro del 27 "lo más importante del legado", y que el objetivo era "crear una muestra permanente en el mismo centro". Tan sólo once días después, un informe del interventor de la Diputación señalaba una serie de irregularidades cometidas en la adquisición, como la falta de certificados de últimas voluntades que aclaren cómo Aleixandre cedió sus pertenencias (entre ellas, su propia biblioteca) a Carlos Bousoño, así como de una valoración pericial (sólo se consideraba que la compra se hacía a un "precio justo"), de los tratamientos fiscales de los cinco millones de euros, de descripciones detalladas del legado, de la consignación presupuestaria de la Junta de Andalucía y del certificado matrimonial de Carlos y Ruth Bousoño, entre otros documentos.
El informe que elaboró Julio Neira para la adquisición afirmaba que Aleixandre murió "sin dejar testamento". Pero ya el 26 de octubre estalló la tormenta con la aparición de un testamento firmado por el poeta antes de su muerte. La Diputación restó importancia a la noticia, ya que el Nobel regaló sus pertenencias a Bousoño antes de morir y nadie hasta entonces las había reclamado. A finales del mismo mes, sin embargo, Amaya Aleixandre, confirmó la existencia del testamento y aseguró que los bienes cedidos de palabra sólo incluían la biblioteca del poeta, cuando el matrimonio Bousoño había vendido otros bienes (desde obras de arte hasta la medalla del Premio Nobel) sobre los que la sobrina podría tener derechos. La Diputación decidió paralizar la compra el 23 de noviembre y ya en enero fue un juez el que obligó a parar el proceso después de que Amaya Aleixandre presentara una demanda a los Bousoño, a los que reclamaba además un inventario y una indemnización. Desde entonces, silencio.
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