El arrojo y la entrega de Lavado en su plaza

El de Benamocarra cortó el único trofeo en la novillada de malagueños

Los animales dieron un juego desigual

El novillero pasea el único trofeo del festejo / Marilú Báez
Juan A. Romera Fadón

22 de agosto 2021 - 22:59

Ficha del festejo

Ganadería: Manuel Blázquez y un sobrero de Guadaira (5º).

Novilleros: Antonio Santana (nazareno y oro): vuelta al ruedo; Curro Márquez (marino y azabache): silencio tras dos aviso; José Antonio Lavado (corinto y oro): oreja; Juan Carlos Benítez (manzana y oro): saludos tras aviso; Pablo Páez (berenjena y oro): saludos. Álvaro Passalacqua (blanco y azabache): silencio.

Incidencias: tres cuartos sobre el aforo permitido. El quinto fue devuelto.

La ‘miniferia’ taurina de Málaga llegó a su fin. Sonó por tercera vez el Pan y toros (y el himno nacional, un fijo desde la vuelta a las plazas tras la pandemia) y el último cerrojazo dejó en el aire la incógnita por un incierto futuro. El tiempo dirá. El mismo avanzar del segundero que ha hecho a los novilleros de la tierra encontrar una oportunidad en su plaza.

Salió el primero de Blázquez. Flojo. Tan falto de fuerzas que quedó crudo en el caballo. Ni sangró el animal, permitiéndole a Santana mostrar su elegancia capotera en un galleo por chicuelinas. En la muleta no mejoró. Lo mantuvo en pie el novillero desde el principio, sacándolo por alto al tercio y toreándolo en redondo por el derecho. Tandas de cintura encajada y mano izquierda al aire, agarrando una inspiración que parecía flotar. Duró lo que quiso Colchoncito mantenerse en pie. Se echó y todo se esfumó. Por la izquierda salieron de uno en uno, igual que las manoletinas que antecedieron la estocada. Contraria pero reconocida con petición. Dio la vuelta al ruedo.

Se emplazó en el centro del ruedo el segundo. El reloj avanzaba y los tercios se mantenían inmóviles. Pasó por los dos caballos en la suerte de varas, suelto sobre el albero en un desorden que provocó cierta demora en la lidia. Poco ayudó la lentitud en banderillas. Curro Márquez peleó con el de Manuel Blázquez en los primeros compases, en un infructuoso trasteo por la derecha. Falló con los aceros y quedó en silencio.

A Lavado le cayó en suerte el novillo que estaba en boca de muchos en el sorteo: “¡Míralo, no para de humillar!”, decían. Lo esperó sentado en el estribo, guardando la rabia y el nervio que durante tiempo había estado silenciado en el olvido. Fue pragmático en los comienzos, sacándolo al ruedo entre la ovación del respetable. En los primeros muletazos dejó ver la buena condición de Juguetonillo . Encastado y con calidad. Volvió el novillero de dientes apretados y muletazos bajos, el del coraje en los pases y la pelea en el toreo. Cada trazo, un grito callado. Acabó con circulares en redondo y tras una estocada entera, cortó la única oreja.

Los seis novilleros, tras romper el paseíllo / Marilú Báez

Hubo dos Juan Carlos Benítez. El novillero de raza que recibió al cuarto con una larga cambiada al principio, y el novillero que, preso de la cadencia, buscó ralentizar el ritmo en la muleta. Comenzó por doblones por bajo, aprovechando las cualidades que resultaron ser más positivas en el último tercio. Llegó el toreo en redondo, con la suavidad en los pases y la torería en los tiempos muertos. Caminando entre tanda y tanda. Cuando se paró Vaporoso, Benítez provocó la embestida con un paso al pitón contrario. Dejó ver naturales de gran calado, todos ellos con el sello del ralentí. Saludó tras errar con los aceros.

Pablo Páez dejó dos buenas medias en el recibo al primero. De poco sirvió. Capullito se partió el pitón y salió el sobrero de Guadaira. Galleó por chicuelinas para dejarlo al caballo y lanceó con suavidad, meciendo el capote en casa verónica. En la muleta, el novillo embistió por bajo, sin levantar la cara en ningún momento, dando pie a momentos de toreo en redondo y muletazos lentos. Muy lentos. El público vibró en los momentos de más conexión. Páez dejó ver concepto de toreo clásico y trazo profundo. Lo que le dejó el toro. La estocada fue caída y trasera y acabó saludando desde el tercio.

Álvaro Passalacqua tan solo pudo mostrar retazos de su concepto en las dos chicuelinas del quite y en el par de verónicas de recibo. Lugareño perdió las fuerzas en el caballo y a partir de ahí poco pudo hacer. Ni medio muletazo tenía el novillo. Dejó la estocada atravesada y todo quedó en silencio. Al volver al patio de cuadrillas, escuchó el cariño de los paisanos convertido en palmas. Tras sus pasos queda la feria taurina de Málaga de 2021.

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