El arte de José Luis Puche salta a la calle con un guiño al Torremolinos dorado del relax

La obra, de más de cien metros cuadrados, se ubica a poca distancia de la plaza Costa del Sol

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José Luis Puche junto al mural.
José Luis Puche junto al mural. / EFE

El arte de José Luis Puche ya ha ocupado lugares de tránsito en el Centro Pompidou de Málaga o el Teatro del Soho, pero pronto miles de personas podrán disfrutar de un mural de grandes dimensiones en Torremolinos, con el que hace un guiño a la era dorada del relax en esta localidad.

La obra, de más de cien metros cuadrados, se ubica a poca distancia de la plaza Costa del Sol, antaño un hervidero de coches y ahora, tras la peatonalización diseñada por el arquitecto y urbanista Salvador Moreno Peralta, emblema de la revitalización del centro de una ciudad que quiere regresar a sus mejores años.

Hace dos años se empezaron a bosquejar los primeros bocetos de este mural, primero destinado a otro edificio, explica en una entrevista con EFE Puche durante una pausa de su trabajo tras bajar de la plataforma elevada a quince metros, no apta para quienes sufren vértigo.

Finalmente, no fue posible esa primera ubicación y se trasladó a la fachada de los antiguos apartamentos Buen Día, un establecimiento emblemático de aquella época de esplendor que, tras unos años de decadencia y una profunda rehabilitación, ha renacido como Buendía Suites.

Como el salón de casa

"Los centros de las ciudades son como el salón de una casa. Torremolinos ha sufrido una transformación y una rehabilitación de su casco histórico, y este mural quiere ser como colgar un cuadro en el salón, para revitalizar y transformar el aspecto visual del centro urbano", afirma el artista.

Trabajar a esa altura "condiciona y no es como estar delante de un papel, cuando se ve toda la dimensión, mientras que, en este caso, un trazo que lanzas no tiene nada que ver si te vas veinte metros atrás".

Más de 30 litros de pintura especial para resistir los agentes atmosféricos serán necesarios para cubrir los 15 metros de altura y los 7,5 metros de ancho del mural.

Puche admira el mural desde la distancia.
Puche admira el mural desde la distancia. / JAVIER ALBIÑANA

"Esto no tiene nada que ver con mi técnica habitual, y además hay que tener en cuenta la rugosidad del muro, hecho con una gravilla muy intensa, por lo que el terreno es muy abrupto", admite.

Si lo traslada a su labor habitual en el estudio, lo compara con la diferencia entre trabajar sobre lino, "que es muy confortable, con una superficie completamente lisa", o hacerlo sobre arpillera, donde "pasar el pincel obliga a pintar de una forma totalmente distinta".

Será muy reconocible

Pero el resultado final, asegura convencido, será reconocible como una obra suya, porque como siempre ha "buceado en la esencia de las situaciones".

Sobre el motivo elegido, explica que atendió la petición del Ayuntamiento de Torremolinos de inspirarse en su eslogan de promoción turística, 'El origen del paraíso'.

"He buscado ese origen en una especie de arquitectura subacuática, y así encontramos muchos de nuestros orígenes, sobre todo romanos", apunta.

Por ello, "esto ha pasado de ser un muro completamente opaco y compacto a ser una parte translúcida en la que el mar se abre paso a través de una gran arcada de estilo romano".

Esa arcada está flanqueada por sendos medallones, uno con el propio mar y otro con el Castillo de Santa Clara, un emblemático hotel de la ciudad donde se alojaron Salvador Dalí y Gala cuando esta protagonizó, en 1930, el que fue seguramente el primer 'top-less' de la historia en la zona.

Estilo del relax

Puche ha querido aludir además al estilo del relax de Torremolinos y a la época en que esta ciudad fue un reducto de libertad incluso durante la dictadura.

"Quería crear un ámbito urbano mezclado con el natural que da el mar, y que haya un diálogo entre eso que concede el espacio y lo que podemos vivir en él. El estilo del relax se resume en la libertad de entrar en el mar, bucear y disfrutar de lo que te rodea", como hacen la niña y el niño que protagonizan el mural.

Trabajar en la calle es "muy estimulante" al recibir en directo, mientras pinta, las opiniones del público. "Siempre trabajo en soledad en mi estudio y no conozco la reacción de la gente hasta que la obra está en una galería o un museo. Aquí te muestran su percepción desde el minuto 1, tomando fotos además, y estoy muy agradecido por escuchar los comentarios".

"Una de las cosas que más me gusta es que solemos ir por la calle mirando hacia abajo o el móvil, pero aquí la gente cambia la posición de la cabeza y mira hacia arriba. Tener un motivo para encontrarte con una obra de arte es un estímulo. El arte tiene una parte útil, no es solo algo ahí colgado, sino que ayuda a reflexionar y provoca regocijo".

Pese a la dificultad de la altura y las dimensiones, Puche repetiría la experiencia. "Nunca me había enfrentado a una obra tan grande, y al principio surgen dudas, pero, una vez superados esos miedos, es muy gratificante. Esto me saca de mi zona de confort, y ese vivir con incertidumbre me encanta. Quiero zonas que me hagan cuestionarme cosas".

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