Cambiarlo todo para que Neeson siga igual

Liam Neeson protagoniza el largometraje.
Liam Neeson protagoniza el largometraje. / M. G.
Carlos Colón

05 de julio 2024 - 17:15

La ficha

En tierra de santos y pecadores

Liam Neeson es un buen actor. De pocos registros, pero un buen actor. Como si fuera un mini yo de Robert Mitchum, actor también de pocos registros, pero con más talento; que además tuvo la suerte -porque le tocó vivir otra edad de Hollywood- de ser dirigido por Dmytrick, Preminger, Walsh, Tourneur, Laughton, Huston, Minnelli, Hawks, Losey o Lean, mientras que Neeson, si en sus mejores años -los 90 hasta principios del XXI- fue dirigido por Allen, Spielberg, Jordan, Scorsese o Nolan, a partir de 2009 y del éxito de Venganza de Pierre Morel se convirtió en una especie de género en sí mismo -el vengador- como le sucedió a Charles Bronson en la última etapa de su carrera, con las sucesivas Sin identidad, Infiero blanco, Venganza: conexión Estambul, Sin escalas, Caminando entre las tumbas, Venganza 3, Una noche para sobrevivir, El pasajero, Venganza bajo cero, El protector, Ice Road, La memoria de un asesino, El mediador y Retribution. Agotador. Para su desgracia cada vez que se ha salido de este esquema con películas presuntamente de más empeño -casos de Silencio de Scorsese o Marlowe de Jordan- se ha tratado de obras fallidas.

En tierra de santos y pecadores trata de dignificar con cierta carga dramática e histórica (el terrorismo en la Irlanda de los años 70) lo que al final no deja de ser una vuelta de tuerca más sobre el personaje del que Neeson parece preso. Otra vez, como en La memoria de un asesino, es un asesino a sueldo retirado que quiere gozar de una vida tranquila en un pueblecito. Afortunadamente los personajes de ficción ignoran lo que les sucede a otros personajes de ficción. De saberlo, no ignoraría que ningún asesino a sueldo y ningún antiguo militar de fuerzas especiales puede retirarse al campo, la montaña o la costa sin que su pasado le encuentre o sin que las circunstancias le hagan volver a utilizar sus mañas. En este caso es un maltratador vinculado a unos terroristas -cuyas atrocidades abren la película- quienes le obligan a actuar aun no queriendo hacerlo: las hazañas del Neeson vengador/protector son siempre reactivas, nunca proactivas.

Muy cuidada la dirección de Robert Lorenz, productor de algunas de las mejores películas del Eastwood tardío que debutó como realizador dirigiendo a Clint en Golpe de efecto en 2012 para posteriormente dirigir a Neeson en El protector en 2021 y volver a hacerlo ahora. Lorenz logra dar un aire distinto y algo más serio a lo mismo de siempre, sirviendo un excelente vehículo a Neeson para renovarse sin abandonar el personaje al que sirve desde hace casi dos décadas. Y rodeándolo de excelentes actores sobre todo irlandeses -Jack Gleeson, Kerry Condon, Colm Meany- de entre los que destaco al siempre grandísimo Ciarán Hinds.  

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