Vibrante concierto de Manuel Carrasco en Málaga: la celebración de la vida hecha canción
El cantante y compositor onubense ofreció dos horas y media de directo con su sonrisa incombustible, su derroche de voz y sus innumerables guiños a la ciudad
El público se entregó desde el primer minuto hasta el último
Manuel Carrasco llena el Estadio de Atletismo de Málaga para "vivir el momento" junto a 27.000 personas
Málaga/No creo que nadie tuviera duda alguna de que a Manuel Carrasco se le quiere. Y en Andalucía quizás más todavía. Por eso, lo que anoche se sintió en el Estadio Municipal de Atletismo de Málaga, al margen del espectáculo de sonido y de luces, más allá incluso de la tremenda voz del onubense, fue calidez, cercanía y emoción, mucha emoción. Y eso que el aforo no permitía precisamente la intimidad entre público e intérprete. Pero es que 27.500 almas vibrando a la vez generan una energía muy poderosa.
Las canciones se cantaron a coro, se bailó y se gritaron piropos, se encendieron las linternas de los teléfonos móviles y las admiradoras más fervientes se entregaron por completo desde el primer minuto hasta el último. Cuando se encendieron las luces, cuando se hizo evidente que ya no había más, se resistieron a que la magia terminara. Salieron con la sonrisa puesta y la certeza de que habían vivido un concierto único, de esos que quedan para contar durante muchos años.
El concierto empezó 15 minutos tarde. Los globos amarillos que llevaban algunos grupos, fue una convocatoria lanzada en las redes, comenzaron a agitarse, expectantes. La grada empezó a impacientarse demandando la comparecencia de Carrasco. Hacían la ola y lo llamaban a gritos. Por fin se apagaron los focos y los chillidos le dieron la bienvenida.
Miles de teléfonos móviles confeccionaban una alfombra de pequeños faros azules cuando la gigantesca X, el símbolo de la gira La Cruz del Mapa, prendió de rojo el escenario. Los vellos se pusieron de punta ante el rugido del público. Hay que vivir el momento fue el tema con el que inició un conciertazo lleno de intensidad.
"Arriba esa Málaga", dijo. Pero no tuvo que pedirlo. Ya estaban todas de pie, rendidas, dispuestas a dejar el mundo y sus problemas fuera para disfrutar de la burbuja Carrasco durante las próximas horas. Siguió con Tambores de guerra y la gente coreó después que la vida aprieta y que no es un camino de rosas.
"Dios mío, qué sueño es este que tú me cumples esta noche, Málaga, llenando este sitio, qué emocionado estoy", se dirigió al público por primera vez para darle la bienvenida. "Ya llevo días pensando en esta cita, Málaga siempre ha sido un lugar muy importante en mi carrera, uno de mis primeros amores, vamos a disfrutar esta noche, vamos a vivir el momento”, agregó y el público malagueño se deshizo en aplausos.
Cogió la guitarra y cantó "que nadie calle tú verdad, que nadie te ahogue el corazón, que nadie te haga más llorar” y la gente lo siguió encantada. Enlazó con La mujer de las mil batallas. A ellas les envió "la energía tan bonita que hay en este concierto". “Un pasito más que si se puede, uno y otro más, mujer valiente”, cantó. La Cruz del Mapa vino a continuación. Y así, éxito tras éxito, sin ningún tema del que el respetable no se supiera su estribillo, incluso toda su letra de cabo a rabo, continuó el directo del onubense, cargado de interacciones con los espectadores y guiños constantes a la cuidad.
Las canciones con la guitarra y voz, en acústico, con aire más flamenco, fueron un regalo que el público supo apreciar. Ese derroche de voz arrancó 30.000 aplausos y el grito de "Que bonito". Fue en la mitad del concierto cuando se marchó la banda y se quedó solo en el escenario con sus seis cuerdas y arropado por sus fans. Los vítores subieron de decibelios.
“Es verdad que me quedo sin palabras”, aseguró y tuvo que callar para escuchar “Málaga te quiere, Málaga te quiere”, coreado al unísono. “Estar en una noche como la de hoy, después de todo lo que hemos pasado, lo difícil que ha sido llegar hasta aquí, me emociona. Me han dicho incluso que hemos batido récords. Pues gracias a ustedes aquí seguimos y seguiremos", afirmó. Y después de reconocer a aquellas que le seguían desde sus comienzos y que continúan hoy al frente del escenario le hizo su homenaje habitual a Los Delincuentes.
Tras ese bloque y con una hora de música sin a penas pausas a sus espaldas, regresaron los músicos, dejó la guitarra e invitó a moverse con canciones más bailongas. Se quitó su chaqueta blanca y se quedó en camisa negra. Cantó bonito y desató demostraciones de amor entre las parejas. Pidió que encendieran las linternas de los móviles para acompañar su tema No dejes de sonar.
"Coño, qué bonito", soltó. Y tenía toda la razón. Fue un momento electrizante que le hizo emocionarse. Y cuando se arrodilló en el suelo del escenario, subió a un niño llamado Francisco José que con un cartel le decía que su gran deseo era tener una foto con él. Se abrazaron, se hicieron varios selfies y acabó dejando mas babas caídas aún si cabía.
Sentado al piano, compartió una canción compuesta en los peores tiempos del Covid, Prisión Esperanza. Comentó que había dudado en incluirla en la gira porque ya se quiere pasar página, pero la cantó finalmente para dedicarla a aquellos "que nos ayudaron en los momentos más difíciles y a todos los que se fueron para siempre".
A la hora y media de concierto hizo un pequeño descanso, que la grada aprovechó para hacer la ola de nuevo y seguir la fiesta. Se intuía que todavía quedaba mecha para un buen rato. Minutos después regresaron al escenario, él con el pelo mojado y peinado y con camisa nueva. “Mi Málaga, os voy a decir una cosa, estamos pasando una noche para la que no tengo palabras, yo sabia que iba a haber buen ambiente pero no pensé llegar a todo esto, venimos un año y otro y nos encontramos este cariño tan infinito… viva Málaga”, gritó justo antes de iniciar Fue, el primer tema de su último disco.
Y siguió, con su sonrisa incombustible y su derroche de voz, cantando un tema tras otro hasta completar más de dos horas y media de concierto que nadie quería ver acabar. Brazos levantados, átomos, neutrones y protones en ebullición, la trompeta, los coros, la celebración de la vida hecha canción. “¿Tenéis ganas de seguir, sí o no?”, preguntó cerca de la una de la madrugada. “Un poquito de compás, Málaga”, pidió.
Los músicos se abrazaron y bailaron sobre el escenario nada más terminar el concierto. Llegó el tiempo de agradecer al equipo, a los técnicos y a la banda. “Y el aplauso más fuerte de la noche para la cuidad de Málaga”, declaró siendo perfectamente consciente de que ésta no era la despedida. "Yo sabia que dejarlo aquí no iba a ser fácil… confieso que se me ha hecho cortísimo", comentó.
Fue entonces cuando tocó la canción dedicada a Málaga que suele incluir en sus directos en la tierra. “Y no lo puedo reprimir que el Madrid ganó de nuevo la Champions League”, introdujo entre sus versos poco después de conocer el resultado del partido. Picasso, Banderas y Chiquito, la calle Larios, los Baños del Carmen y el Tintero, el Pimpi y la Manquita brindaron un final apoteósico para la cita.
Pero se pidió otra más. Y no se hizo mucho de rogar. “Un poquito de rock and roll”, prometió. Y puso a bailar de nuevo al público con su energía inagotable. Terminó con Que bonito es querer y dejó al público muy arriba. "Muchísimas gracias, Málaga de mi corazón", se despidió. Pero solo hasta la próxima.
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