Daniel Fernández, el tatuador cofrade malagueño que obra 'milagros' en la piel

El artista se inspira en "los grandes del barroco" y en el realismo para sus trabajos

Los más tatuados de Málaga son el Cautivo y el Cristo de la Columna y las más complicadas son las Vírgenes

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Daniel Fernández tatuando a la Virgen de la Salud de Estepona / Javier Albiñana

Las Bellas Artes se dividen en siete disciplinas principales: pintura, escultura, arquitectura, música, danza, literatura y cine. Pero se podría añadir una octava. En el arte de la pintura, es óleo sobre lienzo; en el arte de tatuar, es tinta sobre piel. Daniel Fernández es un tatuador de Málaga que se ha especializado en marcar sobre las pieles a los Sagrados Titulares de los más devotos. Tiene más de 200 clientes por año, en su mayoría hombres de trono, y llenó su agenda para 2024 en tan solo cuatro horas. "Tuve muchas más solicitudes de las que puedo abarcar y que recolocaré para 2025", comenta a este periódico sin acabar de asimilar el fenómeno cofrade que provoca.

Nada más poner un pie sobre el estudio del malagueño, uno se da cuenta de que no le falta de nada para que el trabajo no sea arduo: en las paredes cuelgan cuadros de varias Vírgenes, como la Esperanza de Triana de Sevilla y María Santísima de la O, o varios Cristos como el de la Columna o el Cautivo de Málaga. El ambiente lleva a cualquiera a Semana Santa. El olor a incienso impregna las paredes y llena de nostalgia, anhelando de nuevo una de las semanas más especiales del año. Mientras tanto, se reproducen marchas que erizan la piel y que transportan directamente a las salidas procesionales con la percusión de los tambores y las notas de los instrumentos de viento.

Pero no siempre quiso ser tatuador. Es cofrade y hermano de la Cofradía de la Columna. Estudió en la Escuela de Arte San Telmo y se dedicaba a otras disciplinas artísticas como la pintura, la escultura o la talla. En su curso, un compañero admiraba sus dibujos y le dijo a su padre que viera los trabajos de Daniel Fernández: "Su padre estaba pensando montar un estudio de tatuajes y me propuso trabajar con él, yo no había tatuado en mi vida, pero el hombre tenía un poder de convencimiento enorme". Hizo un curso para tener el título y, cuando empezó en el estudio, la gente relacionó que dibujaba Titulares y se los pedían. Le costó pasar del papel a la piel.

Los tatuajes de Fernández parecen fotografías o estampitas pegadas en los brazos o piernas de sus clientes. Dibuja desde que tiene uso de razón, pero rehúye del hiperrealismo. "Mis tatuajes son realistas, me inspiro en los grandes del barroco, como Velázquez o Caravaggio, e intento recrear al máximo al Titular", explica. Además, es un "inconformista" y busca mejorar y estar en constante evolución: "No hago los mismos tatuajes ahora que hace un año, ni siquiera de un mes para otro". Para él, lo más importante, aparte del parecido, es cuidar cada mínimo detalle, incluso los "fallos" que puedan tener los Cristos y las Vírgenes. Lo primordial es "captar su esencia". Por ejemplo, la Virgen del Rocío tiene un "halo de festividad", mientras que un Cristo yacente o crucificado es "mucho más serio y solemne".

El artista cofrade hace los tatuajes en un solo día, como si fuera una "maratón", para no tener que dividirlos en varias jornadas. Cita a los clientes a las 10 de la mañana para trabajar en el diseño. Una vez que han llegado a la idea final, que suele ser hora y media o dos horas más tarde, coge la máquina y empieza a marcar la piel con el Sagrado Titular. Hasta que la obra está acabada, solo con un descanso de media hora para comer, pueden pasar entre ocho y diez horas, según el diseño del tatuaje, el tipo de piel y la resistencia de quien recibe la tinta.

Al son de Al compás de la Laguna, Daniel Fernández explica con calma que debate con el cliente la postura del Sagrado Titular con respecto la zona del cuerpo. De frente, a tres cuartos, medio cuerpo... No es lo mismo el antebrazo que desde el codo al hombro o en el gemelo. Además, el diseño cuenta, en muchas ocasiones, con otros detalles de arquitectura -capillas o iglesias-, frases o incluso personas. Estas obras de arte permanente las realiza "a mano alzada", sin una calcomanía con mucho detalle, solo una guía "de líneas" que convierte el resultado de sus tatuajes en algo todavía más extraordinario. La plantilla solo indica la pupila, la línea de los ojos, las lágrimas si tiene, la comisura de los labios y algunas líneas más. Lo demás lo consigue deslizando su mano con la máquina por la piel, consiguiendo milagros como retratos.

También se ha encargado de elaborar varios carteles, camisetas -como la del submarino del trono de Jesús de la Columna- e incluso el bordado de una cofradía de Madrid. Pero, hasta la fecha, su mayor reto es tatuar a mujeres. "Llevo ocho años como tatuador y solo han venido seis mujeres, me acuerdo de todas y cada una de ellas porque no es nada común", confiesa. Él no pierde la fe y la esperanza de que esto cambie, aunque entiende que, al ser tatuajes más "vastos" y al haber pocas mujeres de trono, aún no se animen. Pero, "por suerte, cada vez más mujeres sacan tronos" y espera que "pronto" pueda tatuar a alguna y llevar su fe en la piel para la eternidad.

Cautivo y Columna, los más tatuados

En Málaga, los tatuajes más solicitados son el de Jesús Cautivo y el Cristo de la Columna (Gitanos), "los del Lunes Santo". "Hay cofradías que son muy reacias a la tinta, hay hermanos que no soy muy fanáticos de los tatuajes, como la de Estudiantes", explica. De hecho, era un Cristo de la Semana Santa de Málaga que le faltaba por hacer y lo tatuó hace poco: "El hombre que se lo hizo no es de la cofradía, sino que es el padre de un componente, al menos me quité esa espinilla, tenía muchas ganas de hacerlo". También hay hermandades que entiende que no pueda hacer nunca, como el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz o Nuestro Padre Jesús del Santo Sepulcro, por ser "solemnes y tener su carácter".

Lo opuesto son cofradías de barrio, como La Trinidad con su Cautivo y su Virgen de la Trinidad. También la combinación de Cruz Verde y el Cristo de los Gitanos: "Los tatuajes, aunque cada vez menos, siempre han sido de barrio, no de delincuentes, sino gente de a pie que se echa a la calle". El barrio de Capuchinos y su Jesús del Prendimiento también es uno de los que más ha grabado en la piel de los vecinos, junto a María Santísima del Gran Perdón. "La gente de barrio y llana se suele tatuar más que las cofradías que son más solemnes y más serias, se podría tatuar un Sepulcro, pero ¿cómo lo haces?", lanza la pregunta al aire sin dar respuesta en un silencio blanco.

Sobre si le gusta más trabajar con Cristos o con Vírgenes, lo compara como cuando preguntan si se tiene que "elegir entre papá o mamá". Lo que sí admite que es más complicado tatuar Vírgenes: "Un Cristo tiene mucho donde esconderse, siempre tiene barba, a lo mejor un poco de sangre, una corona de espinas y mechones que se le caen, pero una Virgen está en medio de una plaza sola ante el peligro". Se trata de una cara lisa y "muy sutil", sin barba ni referencias de mechones. La única referencia son las lágrimas, "si es que tiene", pero está "a campo abierto". Detalla que lo que diferencia, por ejemplo, a la Virgen del Gran Perdón con la Virgen de Dulce Nombre son los "rasgos sutiles que hacen la gran diferencia".

Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima de la Salud de Estepona, ambos tatuados por Daniel Fernández / Javier Albiñana

Con los Cristos ocurre todo lo contrario, ya que las diferencias "son grandes": los mechones no son los mismos, las barbas no son iguales, los pómulos también cambian. "Es mucho más característico y más reconocible hacer un Cristo que una Virgen, porque pones el mechón y la gota de sangre donde estén y tienes la cara medio resuelta, aunque hay que ejecutarla con maestría para que se parezca", indica Fernández. Habla de los Titulares y sus singularidades con tal familiaridad que parece que los ha tallado él mismo. Conoce todo con un gran nivel de detalle y precisión, tanto que incluso podría hacerlo con los ojos vendados.

Lo que más disfruta es tatuar las lágrimas de las Vírgenes. "Me encantan porque son muy fáciles de hacer, hay que darles brillo, que son dos toques, y dan un resultado muy bueno con la tinta blanca", cuenta con una sonrisa que confirma que es algo que le apasiona. Utiliza la tinta blanca después de la negra para la policromía, los brillos, las potencias, las lágrimas y las coronas. Según él, es lo que hace lucir más a los tatuajes, ya que el blanco consigue ese brillo y ese relieve que parezca que sea una fotografía que se ha fotocopiado en la piel. Pero, entre risas, confiesa que el Titular que más goza es el Cristo de la Columna, que es el suyo, por su devoción y sentimiento que le provoca. También fue el primero que hizo.

Clientes de todo el mundo

El talento de Daniel Fernández es innegable. Un don que ya conoce no solo toda la geografía española, sino la internacional. "Voy a menudo a Ámsterdam a tatuar, pero no son tatuajes cofrades", dice. Sin embargo, recibe a clientes de todas partes de España para que él sea el encargado de dejar plasmado a su Cristo o a su Virgen para toda la vida. Aunque en su mayoría son malagueños -de distintos puntos la provincia-, también son de Andalucía, como Sevilla, o de fuera, como Madrid, Valladolid o Castellón. La España cofrade tiene los ojos puestos en el malagueño.

"Intento estudiar al Titular de la cofradía de la ciudad que sea, la historia de la hermandad, sus valores y, si puedo, voy incluso a visitarlo", comenta el tatuador. Si un sevillano quiere tatuarse al Cachorro, él, si puede, va a verlo en persona para estudiarlo de cerca, fijarse en cada detalle y apreciar su esencia in situ. Si no puede desplazarse, se "empapa" de vídeos y fotografías: "La suerte es que hoy en día se hacen muchas fotos con los móviles y hay de todas las perspectivas". Si hay una Virgen que le marcó fue la del Socorro de Antequera. Fue tatuarla y enamorarse, sintió la necesidad de ir a verla después de dejarla marcada en un devoto: "Me enamoré de esa cara y tuve que ir a verla a la Plaza del Portichuelo".

"Siempre les explico por qué hago lo que hago, o lo que quiero añadir o cambiar, porque siempre hay un significado y una historia detrás de cada tatuaje", señala. Aunque ya está más acostumbrado a recibir a gente de todas las provincias, se sigue sorprendiendo de que caigan rendidos a su trabajo. Por suerte, dice, ya sabe diferenciar la devoción y la Semana Santa del sur y del norte: "En el norte es todo mucho más solemne y me baso mucho en eso cuando llegan personas de allí, es totalmente distinto a lo que tenemos en Málaga". Con la agenda llena y con una larga cola de espera, se siente afortunado y orgulloso de lo que hace. Mientras tanto, quienes quieran llevar a su Titular con ellos para toda la eternidad, tienen que tener paciencia y siempre la esperanza.

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