Museos, día 1: ensayo y error

Desescalada Málaga | Museos

Los espacios museísticos y centros de arte de Málaga abrieron este martes con escasa afluencia de público, extraordinarias medidas de seguridad, mucha cautela y el compromiso común de una reinvención a largo plazo

Primeros visitantes en el museo Thyssen tras su apertura / Javier Albiñana

Málaga/La mujer que a primera hora de la mañana de este martes se convertía en la visitante número uno del Museo Picasso Málaga en la era post confinamiento recibía la atención del mismo director del centro, José Lebrero, además de un regalo que celebraba la calidad inaugural del momento. A la misma hora, un disperso goteo de interesados llegaba al Museo Carmen Thyssen para ver la exposición dedicada a Toulouse-Lautrec. En ambos casos el procedimiento era el mismo, con dispensadores de gel desinfectante, catenarias para el mantenimiento de las distancias de seguridad y recorridos unitarios debidamente señalizados. Especialmente visibles eran las alfombrillas aniquiladoras de cualquier virus que se precie en el CAC Málaga, así como el termómetro aéreo del Museo Ruso, más parecido a un instrumento de identificación ocular imaginado por Philip K. Dick. Después de los obligados protocolos anticoronavirus, eso sí, los visitantes encontraban lo de siempre: los museos de Málaga, con toda su riqueza, variedad y ambición, con todas sus oportunidades para la emoción y el aprendizaje, con todas sus luces y sombras, con los argumentos para la reflexión y el crecimiento; sólo que servidos así, en esta especie de congelación extraña en la que la epidemia ha sumido la realidad cotidiana. De entrada, conviene apuntar dos ideas esenciales: los museos que reabrieron este martes después de más de dos meses de clausura (el Museo Picasso, el Museo Carmen Thyssen, el Centro Pompidou, el Museo Ruso, la Casa Natal y el CAC Málaga; el Museo de Málaga lo hará próximamente en su sede de la Aduana), con un aforo máximo del 30% de su capacidad, son espacios necesaria y satisfactoriamente seguros, en los que uno se siente de inmediato a salvo de cualquier tipo de contagio. La inversión y el esfuerzo para una metamorfosis tan ingrata como dudosa han valido la pena. La segunda idea tiene que ver con el acierto de la acción coordinada para una reapertura en común de los centros, que ha tenido un notable impacto nacional (cuanto menos mediático) y ha reforzado de manera notable la proyección de Málaga como ciudad de museos, tanto por la decisión a la hora de dar el primer paso como por la confluencia de espacios implicados. Seguramente, tratándose de una jornada de puertas abiertas que se mantendrá así hasta el domingo, cabía esperar una afluencia mayor; pero el día de la reapertura no dejaba de ser un martes laborable, con niños metidos en sus casas y toda la incertidumbre todavía a cuestas. Había que ser demasiado optimistas para, de momento, llevarse un chasco. Será a partir del fin de semana cuando corresponda valorar con más precisión la oportunidad de la medida y su respuesta.

La primera visitante del Museo Picasso con su director, José Lebrero, este martes. / MPM

"Hemos puesto todo el empeño en reabrir de manera unitaria, en reforzar la impresión de unión de cara a la reapertura. Pero, ahora que ya lo hemos hecho, toda nuestra atención está puesta en la seguridad, en que quien venga se sienta como en su propia casa", informaron a este periódico responsables del CAC mientras los primeros visitantes se acercaban a ver las impactantes pinturas de Girbent, que, tras la inauguración virtual del pasado viernes, forman ya parte del patrimonio físico. "En nuestro caso, el público local y el nacional aportan el mayor volumen de visitas. No dependemos en exceso del turismo internacional, pero, en todo caso, está claro que tendremos que reinventar la participación de los visitantes locales, reforzar aún más nuestra conexión con Málaga. De momento, estos días serán para nosotros un periodo para ir probando propuestas, de ensayo y error", destacaron también desde el CAC, donde este viernes se inaugura una nueva exposición de Juan F. Lacomba. El centro ha unificado también los recorridos (hasta el fin de semana se entrará por el acceso lateral contiguo al río) y establece protocolos claros de seguridad para cada visitante. El uso de las mascarillas es una cuestión variable en relación con cada museo: por ejemplo, el Museo Picasso, donde es relativamente sencillo mantener las distancias de seguridad, se limita a recomendar su uso; el Museo Ruso y el Centro Pompidou, mientras tanto, lo exigen. "Dar un paso así era complicado. Era muy difícil saber si acertábamos o no. Algunos nos han acusado de anticiparnos demasiado. Pero creo que hemos tomado la decisión correcta. La gente ya sabe que estamos abiertos, que se puede venir con todas las garantías. El fruto de este primer paso llegará, seguro, en los próximos días. Pero para eso había que darlo", explicaba por su parte el director de la Agencia municipal para la gestión de espacios museísticos, José María Luna, en el Museo Ruso, donde este martes pudieron verse al fin sus dos nuevas exposiciones temporales (Rompiendo el silencio. El cine mudo en Rusia y Andrèi Tarkovsky. Maestro del Espacio, ambas muy recomendables) y cuya nueva colección anual, dedicada al realismo ruso, se inaugurará el mes que viene. En el mismo Museo Ruso se contaba igualmente un goteo de visitantes, todos malagueños, interesados, especialmente, en la muestra dedicada a Tarkovsky; bastante más abultada era la afluencia en el Centro Pompidou, donde de nuevo puede admirarse su colección semipermanente De Miró a Barceló. Un siglo de arte español, inaugurada sólo dos días antes del decreto del estado de alarma. Sin turistas y sin aglomeraciones, era el momento de los verdaderos amantes del arte, de los sibaritas que anhelan poder parar el tiempo delante de la obra deseada. Y son ellos, como apuntó Luna, los que conciertan las mayores esperanzas: "Después de muchos años invertidos en la construcción de un discurso museístico en Málaga, era importante dejar claro que ese discurso seguía estando, que no se había ido, que todo seguía en pie al servicio de los malagueños. Por eso estos días son cruciales: si siempre trabajamos para los malagueños, si siempre deseamos que vengan, ahora todo está puesto a su disposición".

Últimos detalles para el mantenimiento de las distancias de seguridad en el Museo Ruso, este martes. / Javier Albiñana

En términos similares se expresaba José Lebrero, director del Museo Picasso, donde la afluencia sí fue sensiblemente mayor este martes, a la espera de la inauguración del nuevo recorrido de su colección permanente el próximo lunes (mientras, hasta este domingo, puede verse de manera gratuita su exposición temporal dedicada a las Genealogías del arte): "La primera pregunta que cabe hacerse es qué oportunidades tenemos de mantener la categoría de ciudad de museos en una situación que no sólo es distinta, sino que lo va a seguir siendo. Y esa pregunta tiene que ver con la que corresponde a la misma Málaga respecto a la posibilidad de replantear su propio proyecto de ciudad, algo que ya no es un capricho, sino una exigencia. Estamos obligados a recuperar el capital y la reputación que teníamos antes de la epidemia. Y eso pasa por la recuperación del turismo, por supuesto. Todos los que decían que el turismo no era importante tendrán que morderse la lengua ahora. Pero, además de eso, ¿disponemos de la generosidad, la empatía, la capacidad, la imaginación y el presupuesto para recuperar el prestigio en un contexto completamente distinto? Ésa es la pregunta que, al final, hay que hacerse". Lebrero apuesta por una transformación "capaz de generar e impulsar un tejido creativo propio, lo que depende en gran parte del dinero, pero no sólo. También de la sensibilidad y de la decisión". Asegura el director del Picasso que en estas días sin turistas los museos podrán poner a prueba "algo tan fundamental como su capacidad de empatía con la ciudad, lo que tiene que ver con la disposición a conectar y subrayar ese tejido creativo pero también con la memoria de Málaga, por ejemplo. Sin olvidar, eso sí, que si de entrada no contemplamos el turismo habrá instituciones culturales que sin remedio desaparecerán".

"Sería interesante ver este episodio como una oportunidad para un mayor protagonismo de los indicadores cualitativos", explica el director del Museo Picasso, José Lebrero
Primeros visitantes en el Centro Pompidou. / Javier Albiñana

En el mismo sentido, apunta Lebrero que, dada la pérdida de afluencia en estos meses, "los indicadores cuantitativos, que se habían erigido como los únicos válidos a la hora de valorar la acogida de un museo y sus propuestas, no pueden seguir teniendo la misma función. Sería muy interesante que este episodio sirviera como oportunidad para los indicadores cualitativos tuvieran más protagonismo. Ahora bien, ¿cómo medir la capacidad de empatía? ¿Cómo se le puede adjudicar un número a eso? No es fácil, pero ahí los medios de comunicación, por ejemplo, tienen mucho que ver". Explica el director que la recomposición de la programación expositiva no ha sido sencilla "dado que trabajamos con otras instituciones nacionales y europeas que también están recomponiendo sus programas y haciendo todo lo posible para salir de la crisis, con lo que es complicado ajustar agendas y calendarios. Pero esperamos presentar pronto la programación del verano". Una programación que, precisamente, y tal y como adelantó Lebrero, aspira a dar especial protagonismo a los creadores locales. Ya recomendaba el clásico hacer de la necesidad, virtud.

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