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El destino fatal, la verdad del gesto

La compañía portuguesa Do Chapitô presenta 'Edipo' en el CCP

Jorge Cruz, Nádia Santos y Tiago Viegas, en una representación de 'Edipo'.
Pablo Bujalance Málaga

11 de mayo 2016 - 05:00

Hace ya más de treinta años que la compañía Do Chapitô vio la luz en Lisboa bajo la guía cargada de intenciones de Teresa Ricou, una de las cabezas mejor amuebladas del teatro europeo del último medio siglo. Ya en sus orígenes el proyecto aspiró a abrigar mucho más que la mera producción de espectáculos, con numerosas actividades dedicadas a a formación, educación e integración social a través de las artes escénicas. La apertura poco después de Casa Chapitô en Costa do Castelo permitió a la agrupación la disposición de un espacio propio para sus propuestas culturales y de acción social, en virtud de una línea de trabajo en la que lo uno no se entiende sin lo otro. La propia Teresa Ricou describió a la perfección lo que venía ser el Teatro Do Chapitô: "Somos una retaguardia cultural y una vanguardia humanista", lema que encontró un eco decisivo en buena parte de Europa y Latinoamérica para el recurso de la escena como medio de transformación vecinal, cívica y social. En lo artístico, el circo ha sido una moneda de cambio habitual en los trabajos de la compañía, una querencia que ha arrojado resultados más que interesantes en la traducción de los lenguajes implicados desde las producciones de calle (imprescindibles en cualquier empeño socioeducativo que se precie desde el teatro) hasta las propuestas para sala libremente inspiradas en el repertorio clásico. El público malagueño ya tuvo ocasión de conocer de primera mano estos mecanismos en octubre de 2010, cuando la compañía Do Chapitô presentó en un recién reinaugurado Teatro Echegaray su montaje de La tempestad de Shakespeare con sólo tres actores y una sábana en escena. Y hoy dispone de una nueva oportunidad con la representación a las 21:00 en el Centro Cultural Provincial María Victoria Atencia (C/ Ollerías, 34) de Edipo, creación colectiva a partir de la tragedia de Sófocles bajo la dirección de José Carlos Garcia y un reparto conformado de nuevo por tres intérpretes: Jorge Cruz, Nádia Santos y Tiago Viegas.

La representación de Edipo se produce después de un taller celebrado en el mismo Centro Cultural en el que, durante dos días, los miembros de Do Chapitô han dado a conocer a los participantes sus técnicas y registros en torno al teatro gestual. Y es que es precisamente aquí, en el gesto, donde de manera más evidente se da el trasvase técnico y estético desde el referente circense hasta las reglas del drama. La historia que se narra en Edipo, tal y como recuerdan desde la compañía, es terrible: aconsejado por el Oráculo de Delfos, el protagonista emprende un largo viaje para escapar de un destino sin embargo inflexible, que lo convertirá en culpable de parricidios, incestos, plagas y duelos con monstruos, en el más cruel exilio, sin posibilidad alguna de escapatoria. En Tebas, los enigmas sugeridos por la Esfinge únicamente llegaron a dilucidarse con la esposa/madre Yocasta ahorcada y Edipo ciego y apartado en Colono, a donde llegó guiado de la mano de su hija Antígona. Edipo es un desconocido para sí mismo: no sabe si es el marido de su madre o el hijo de su mujer, desconoce si sus hijos son también sus hermanos o si más bien son nietos de su mujer. No hay sujeción ni esperanza alguna: en Edipo, la deshumanización es una tarea consumada. Sin embargo, los de Do Chapitô recrean la tragedia en todos sus alcances "desde la hilaridad más absoluta": la que propicia el gesto como instrumento esencial por encima del lenguaje verbal. Los tres actores comparecen en un escenario desnudo y llevan el escándalo a sus rostros, cuerpos y manos. La creación colectiva es un viaje al instinto, al impulso, a la conexión inmediata por la que el gesto revela las pesadumbres del corazón, aunque a menudo esta expresión resulte paradójica, distinta y sorprendente. El resultado es una poderosa mirada a los orígenes mismos del teatro, en la que el actor no es sólo depositario de un texto sino verdadera obra en sí mismo, alumbramiento que resuelve los fines y los medios. En Do Chapitô el mejor teatro ha encontrado su casa. Y las puertas están abiertas.

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