De drogas, silencios y elipsis
Rodrigo Rodero ambienta ‘El idioma imposible’, su primer largo, en los bajos fondos de la Barcelona de los 80 · Se trata de una versión libre de la novela de Casavella
Heroína, anfetaminas y una historia de amor. Rodrigo Rodero ha elegido los ingredientes más a mano con los que volver a agitar la movida ochentera para su debut en el largometraje. El idioma imposible, la quinta cinta a concurso en la sección oficial del certamen se presentó ayer como una adaptación “muy libre” de la novela homónima del desaparecido Francisco Casavella, incluida en la trilogía El día del Watussi. Admirador de su obra, su director ha prescindido del “tono tragicómico” para optar por el relato dramático de una bajada al infierno de la droga, presidida por el matiz poético y literario de su autor y, sobre todo, por las “elipsis”. En estos términos se expresó ayer Rodero para definir su proyecto, una intento más de revisar las sombras de los 80, desprovisto de “su visión frívola”, matizó.
Su título remite a aquellas canciones en inglés que se tarareaban sin entenderlas “pero se imaginaban y en la cabeza eran mucho más interesantes que cuando uno se enteraba de lo que iba la letra”, explicó Rodero. En escenarios hoy extintos de la ciudad condal, transcurre esta historia en torno a un joven camello Andrés Gertrudix) que trafica con anfetaminas en el barrio chino de Barcelona, donde conoce a una misteriosa y caprichosa joven (Irene Escolar) de la que queda enganchado. Los silencios y las metáforas verbalizadas inundan una relación tan anodina como sus vidas, que depara “un final abierto”, subrayó el realizador. “Las elipsis permiten que cada espectador, al no saber qué ha pasado en ese tiempo complete el relato como quiera”, aclaró Rodero. Uno de los atractivos de la trama lleva el nombre de Málaga. Tony Zenet vuelve a ejercer de su doble faceta como actor y cantante para ofrecer “ un personaje pequeño pero cargado de sustancia, que tuviera cierta humanidad”, sostuvo el malagueño.
Precisamente fue este intento por dotar de credibilidad una historia cargada de lugares comunes, el trabajo más costoso para sus artífices. “Pero mejor hacer cosas complicadas que fáciles”, opinó Irene Escolar respecto a su primer papel protagonista.
Otro de los escollos para poder hacer realidad el guión fue su producción. El equipo estuvo casi cinco años buscando financiación y finalmente la consiguió a través de una de las fórmulas más recurrentes en los últimos tiempos para la industria española: la coproducción. Así, las televisiones vasca y catalana, la Junta de Castilla la Mancha y el Ministerio de Cultura han contribuido a materializar el proyecto. “Nosotros sólos no hubiéramos podido”, insistió Rodero.
Por su parte, Andrés Gertrudix hizo hincapié en una desafortunada coincidencia. “Ser de Madrid y hacer cine es lo peor que te puede pasar. Éste es un país en el que uno hace lo que le ofrecen más que lo que quiere, pero en este caso coinciden las dos cosas”, puntualizó el actor. El idioma imposible aún no tiene fecha d e estreno. Sus responsables quieren probarla antes por festivales. “No e una peli excesivamente comercial”, advirtió Rodero.
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