“Con Paco y Camarón me vi entre dos muros de hormigón imposibles de saltar”
PEPE DE LUCÍA I CANTAOR
El cantaor, compositor y productor algecireño regresa tras catorce años de ausencia con ‘Un nuevo universo’, un disco que presenta como testamento vital y en el que recupera la última grabación de su hermano Paco de Lucía
Sevilla/Con la torpeza y el desconcierto del saludo que ahora permite el dichoso virus, se nos escapó que, justo cuando entraba Pepe de Lucía a este diario, el músico callejero de Tetuán tocaba más o menos por cuadragésimo séptima vez la universal 'Entre dos aguas' evidenciando (como luego advertía un compañero de redacción), que la sombra que arrastra de su hermano Paco es aún enérgica e inevitable. Tanto que hasta él mismo admite sentirla a veces.
Sin embargo, lejos de molestarle el peso, el cantaor, productor y compositor algecireño, se siente orgulloso de haber servido de puente entre los dos grandes genios del flamenco contemporáneo y de haber sabido encontrar un lugar propio, tal y como ahora demuestra en ‘Un nuevo universo’, el disco con el que vuelve al mercado de la mano de Alejandro Sanz y que se presenta como un recuento de lo vivido.
-Catorce años ya de su último disco y siete de la muerte de Paco ¿se veía de nuevo aquí?
-Qué va. Me descuadra completamente, pero lo vivo con mucha satisfacción y alegría. Es como si cerrara el círculo, como si aquella línea que empecé cuando tenía ocho años se juntara en el ocaso de mi vida.
-¿Cuánta culpa tiene en este regreso Alejandro Sanz?
-Toda, si él no me llama ni me lo planteo, es como si me hubiera despertado del letargo. Me fui con él veinte días a América y me volví a meter en el estudio después de mucho tiempo. Ha sido un reencuentro muy bonito conmigo, con mi pasado y con mi hermano.
-Hasta su guitarra ha vuelto a resurgir...
-Es verdad que nunca me he perdido de la mano de mi hermano. Él siempre ha vivido fuera, así que lo sigo sintiendo como si no se hubiera ido. Presiento su energía a mi lado. En este disco, además, está su guitarra en el bolero. Es la última grabación que dejó y es una maravilla. En realidad, no era para mí sino para Luz Casal, que no lo pudo grabar porque le pilló un mal momento de salud y fue Alejandro el que me dijo ¿por qué no lo haces tú? Cuando me puse a cantarle fue como sentirlo vivo.
-Dice el escritor Juan José Téllez en el libreto del disco que éste es su testamento vital... ¿cuál es su mayor herencia?
-Ahora me conozco mejor como artista, antes iba más a la carrera y casi no me daba cuenta de lo que hacía. Ahora me siento con más responsabilidad. Sé que no tengo las mismas facultades de antes porque la garganta es un instrumento físico muy complicado, pero me ha servido para moverme en otros registros y buscar otra voz más medida.
-El repertorio empieza con las bulerías ‘Te llevo en mi sentío’ en las que afirma que siempre vivirá entre dos aguas, las de su hermano y Camarón, ¿se supera la ausencia de dos genios?
-No sé cómo lo vivirá alguien de la calle, pero yo he crecido con ellos en todos los sentidos. A José lo conocí siendo un niño porque un palmero de Bambino me dijo que le escuchara. Le pregunté cómo se llamaba y qué hacía y me comentó que alguna cosa pero que no había pasado nada. Me acuerdo que le dije: pues ahora va a pasar. Llamé a mi padre y fuimos a verlo a Torrebermejas y a partir de ahí comenzó la unión de ambos en Arte y majestad. En ese momento yo, que como cuenta Rancapino era quien cantaba en la casa, me vi entre dos muros de hormigón imposibles de saltar, ¿qué podía hacer?... pero bueno aquí estoy.
-Que no es poco...
-Por supuesto. Soy consciente de que he tenido la suerte de vivir los últimos años del siglo de oro del flamenco. Para poder tener el carné sindical me examinaron Pepe Pinto y la Niña de los Peines, dos seres adorables que se amaban con locura. Pude conocer a Niño Ricardo, un gran hombre y una escuela de la guitarra de la que bebió Paco. He recorrido el mundo entero desde que era un niño y he vivido satisfacciones muy grandes... y lo más importante, soy feliz.
-Además, más allá de su hermano, usted es un cantaor creativo, descubridor de grandes artistas y compositor de himnos jondos como ‘Como el agua’ o ‘Al alba’... ¿se siente reconocido?
-No estoy lo suficientemente reconocido porque me pilló una época muy dura. Por un lado, Paco y Camarón y, por otro, los festivales. Estaba en el tablao Las Brujas y hacía los que me salían, pero es que ahí estaban El Lebrijano, Fosforito, Mairena... Era un mundo muy difícil porque había grandísimos artistas y me he considerado siempre una persona honesta. Hice lo que pude.
-Entre otras cosas, encajar el flamenco con el pop, el bolero o la copla o introducir arreglos que ahora parecen nuevos, ¿el tiempo ha jugado en su favor?
-Creo que sí y de hecho noto que se me está reconociendo más. Nosotros empezamos a grabar los discos con bajo y con cajón. Metí en los arreglos a Amargós, que luego ha hecho tantas cosas con Poveda. Me ha gustado toda la música, los tangos, el jazz... he cantado con Chick Corea y con Alaska. Grabé mi álbum Caminando con temas más comerciales... También compuse mucho para otros artistas. Y luego le he producido a Potito, a La Susi, a Duquende... a tantos. Todo esto me enorgullece porque no he vivido sólo por el flamenco sino para el flamenco. No habré hecho festivales, pero he hecho a grandes artistas. Y, en cualquier caso, no hay nada mejor en esta vida que te sientas bien contigo sin tener que demostrar nada.
-Porque, como aficionado ¿qué flamenco echa de menos?
-A los que están muertos los escucho a todos casi todos los días. No me acuesto nunca sin ponerme a Caracol, a la Niña de los Peines o a Tomás. Luego hay niños de ahora que me gustan mucho también como Israel Fernández, Antonio Reyes, Rancapino Hijo o Pitingo.
-Y en esa tarea de productor, ¿cómo nota a un buen artista del que no lo es?
-Lo veo detrás de una pared, de una cortina y de un muro... (Risas). Eso se ve en los matices, en la sensibilidad y en el comportamiento.
-Ya metido en faena, ¿tiene ganas del reencuentro con el público?
-Voy a ser franco, lo único que espero ahora es ser feliz, que todo vuelva a su ser y podamos abrazarnos y querernos. Por supuesto, la cultura es muy importante pero antes tiene que pasar esto.
-Mientras tanto, sigue incrementando el consumo de música en las plataformas digitales...
-Esto ha sido lo que ha provocado la crisis de la música. Con tanta disparidad y explosión de nombres el público no sabe distinguir lo verdadero de lo que no lo es. La calidad es muy difícil de ver y de conseguir. Creo que deberíamos replantearnos examinar a los artistas como se ha hecho siempre. Se debería demostrar la capacidad de cada uno y pasar un tribunal de músicos.
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