"El espectador debería reconocer el mundo en el que vive cada vez que va al cine"

Antonio de la torre. actor

El malagueño protagoniza 'El reino', de Rodrigo Sorogoyen, un drama sobre la corrupción política que tras su positiva acogida en el Festival de San Sebastián llega mañana a los cines

Antonio de la Torre, en la pasada edición del Festival de Málaga, donde presentó un anticipo de 'El reino'. / Javier Albiñana
Pablo Bujalance

27 de septiembre 2018 - 08:40

Málaga/Atiende Antonio de la Torre (Málaga, 1968) a Málaga Hoy en una apretada jornada de entrevistas que incluye la atención a programas televisivos del prime time y cabeceras de todo el país. En lo que al cine se refiere, el actor es el hombre del momento: la reciente presentación en el Festival de San Sebastián de El reino, el thriller de Rodrigo Sorogoyen en el que encarna a un político corrupto, y que se estrena en los cines mañana viernes, se saldó con el aplauso unánime de la crítica. Poco después, Uruguay seleccionó para competir en los Oscar La noche de doce años, en la que el malagueño interpreta al ex presidente del país, José Mújica, en sus tiempos de prisión. Y también en San Sebastián se ha presentado estos días Tiempo después, el regreso de José Luis Cuerda al universo surrealista de Amanece que no es poco en cuyo amplio elenco figura igualmente, claro, Antonio de la Torre.

-¿La recepción mejor que buena de El reino antes incluso de su estreno revela que Sorogoyen ha tocado la tecla más oportuna?

-Éste es uno de esos casos en los que la realidad supera la ficción. De entrada, la película está ambientada en 2007, justo antes del estallido de la crisis, cuando se suponía que todo marchaba sobre ruedas. Pero es que cuando la rodamos todavía no se había producido la circunstancia de que todo un Gobierno de España se viera obligado a salir por culpa de la corrupción. Todo eso pasó después. Cuando comenzamos a preparar el proyecto había mucha preocupación por la corrupción, desde luego, pero ninguno de nosotros imaginaba los límites que iban a quedar superados poco después. Eso sí, El reino no aborda un caso concreto, ni hace referencia a un determinado partido. No es un película maniquea de buenos y malos. Es la historia de un político corrupto y desde aquí se introduce en los mecanismos propios del poder y la corrupción política.

-Dado lo espinoso del asunto, ¿cómo se las apañaron Sorogoyen y usted para darle a la película la mayor veracidad posible?

-Fundamentalmente, hablando durante bastante tiempo con políticos que han vivido muy de cerca la corrupción. Incluidos algunos con procesos judiciales abiertos. De signos políticos muy distintos y con circunstancias muy diversas. Y tengo que decir que casi todos se portaron con nosotros con una generosidad enorme, algunos hasta el punto de abrirnos su alma y confesar todo lo que se les movía por dentro. Gracias a ellos, como dices, pudimos darle a la película un grado importante de verosimilitud, pero siempre teniendo en cuenta que estábamos haciendo un largometraje de ficción y que esto sigue una lógica muy diferente del cine documental.

-Durante el rodaje, ¿le resultó difícil defender, interpretativamente hablando, a un personaje como este político corrupto?

-En realidad, lo más difícil del rodaje fue a nivel técnico. Piensa que estoy en pantalla durante toda la película, de principio a fin, y eso me obligaba a estar presente durante todo el rodaje, igual que el foquista y el cámara. A veces llegaba a ser agotador: para rodar una escena en la que sales corriendo veinte segundos igual tienes que pasarte un día entero corriendo delante de una cámara. Fue todo muy intenso, pero a la vez excitante y satisfactorio. Quizá me ayudaba a mantenerme entero la convicción de que estábamos haciendo una película sobre el mundo en que vivimos, sobre algo que interesa a mí y a mucha gente.

-¿Cómo preparó su personaje?

-Como te contaba antes, a través de entrevistas con políticos tocados por casos de corrupción.

-Se lo preguntaré de otro modo: en una ocasión, John Malkovich se lamentaba de que siempre le llamaban para hacer el mismo papel, una y otra vez, y decía que deseaba hacer de la reina de Inglaterra para demostrar su verdadera valía como actor. ¿Ha sido Manuel, el político corrupto de El reino, su reina de Inglaterra?

-Sí, porque la verdad es que nunca había hecho algo así. A ver, he tenido ocasión de hacer muchos papeles, pero El reino me ha dado la oportunidad de caminar por una pista por la que nunca había transitado antes. Una pista deslizante, algo peligrosa, pero muy provechosa porque se trata, ni más ni menos, que del mundo en que vivimos. Ahora estoy convencido de que esta película me ha permitido hacer algo que deseaba hacer y que nunca antes había probado. Por eso fue tan importante para mí conocer de primera mano los testimonios de políticos corruptos. Me sirvieron de asidero. Aunque, como siempre, llega un momento en que, por muy novedoso que sea el papel, el oficio te permite hacerlo tuyo. Y a partir de ahí ya es todo mucho más llevadero.

-Insiste usted en hablar del mundo en que vivimos...

-Sí, porque de eso trata la película. De la corrupción, de todo lo que entraña el poder, de la lucha por la vida, de las entrañas, de todo lo que se mueve dentro de una persona, de lo que amamos y de lo que no. El reino es una película sobre lo humano, ni más ni menos. Y me parece importante que, cualquiera que sea el partido al que se vote, sea cual sea la inclinación política de quien vaya a verla, hemos hecho una película reconocible. Es decir, una película en la que el espectador va a poder reconocer el mundo en el que vive. Y la hemos hecho desde la más absoluta honestidad, siempre desde la verdad. Y así debería ser el cine, pienso, sea cual sea el género del que hablemos, ya sea una película sobre la corrupción o sobre cualquier otro tema. También La guerra de las galaxias permite al espectador reconocerse en su mundo.

-¿Tal vez el cine español está ahora en mejores condiciones para presentar al espectador películas reconocibles? ¿Es más hábil en este sentido que hace diez o quince años?

-No sé, es que lo del cine español es una etiqueta muy grande en la que caben muchas cosas. Hay de todo. Para empezar, creo que lo importante es hacer buenas películas. Eso, de entrada. Luego están los porcentajes: Hollywood produce al año unas seiscientas películas, ¿y cuántas destacan realmente de ahí? ¿Cuántas podemos considerar buenas? ¿Sesenta? En España la producción es la que es, pero a lo mejor cada año levantan el vuelo quince películas. Lo que sí es una vergüenza es el nulo interés del Estado en apoyar al sector. Si comparas las inversiones no ya con Hollywood, sino con la mayoría de los países europeos, lo que sientes es eso, vergüenza.

-Recientemente ha rodado el corto de Rakesh Narwani Black Bass en Málaga, ¿tiene más proyectos futuros en su tierra?

-Sí, rodamos en el pantano de El Chorro, en Ardales, y fue un gustazo volver allí. Un día me dieron un par de horas libres y pude darme un paseo por el Caminito del Rey. Además, he tenido la ocasión de trabajar con mi ahijado. Hay algún proyecto más vinculado a Málaga, pero nada cerrado todavía.

-¿Recordará estos años en un futuro como su momento?

-Sí, seguro. La última década ha sido preciosa. Me gustaría poder hablar con el niño que fui para contarle todo lo que ha pasado.

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