La exposición 'El bestiario de Picasso' revela el amor animal del pintor

La Fundación Casa Natal ha reunido 54 piezas artísticas que muestran los perros, gatos, loros, monos e incluso cabras que pasaron por la vida del artista y que llegó a inmortalizar

Fotografías de Picasso con algunos de los animales que tuvo o con los que se cruzó en su vida. / Fotografías: Javier Albiñana
Manuel Donoso

08 de junio 2018 - 01:32

Málaga/La nueva exposición El bestiario de Picasso indaga en la relación del artista con los animales, de los que estuvo acompañado durante toda su vida y que llegó a inmortalizar en sus trabajos. La Fundación Casa Natal del pintor reúne en esta colección 54 piezas artísticas, entre dibujos, libros ilustrados con grabados originales, fotografías, cerámicas, litografías, aguafuertes y linograbados, que se podrán visitar hasta el siete de octubre en la Sala de Exposiciones de la pinacoteca en la Plaza de la Merced de la capital malagueña.

La muestra, compuesta en su totalidad por objetos procedentes de los fondos de la Fundación Picasso, explora un tema poco conocido sobre el pintor, desde el punto de vista artístico al personal. Además cuenta con piezas que ven la luz por primera vez, como los facsímiles expuestos, según explicaron ayer la concejala de Cultura, Gemma del Corral; el director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros Equipamientos Museísticos y Culturales, José María Luna, y el comisario de la exposición, Rafael Inglada.

El creador se "enfrentaba" a la forma de los animales para experimentar en su obra

Desde mascotas que él adquirió o le dejaron, hasta las bestias que vió en espectáculos circenses o taurinos, los animales siempre acompañaron al pintor durante su vida. Su relación con éstos comenzó a muy temprana edad, con las palomas de su padre y los toros que veía en Málaga.

"Picasso era un primtivo, era un hombre muy asentado a la tierra", explicó Inglada sobre la pasión del pintor por los animales. Además de tenerlos como compañía el artista se "enfrentaba" a la forma de las bestias para experimentar con sus trabajos.

En la exposición se pueden encontrar ejemplos de esto en piezas como El bogavante (1949), un animal recurrente en la iconografía surrealista de la obra de Picasso que interpreta con un juego de volúmenes, rayas y puntos gruesos, además de juegos de encuadre. Otro de los trabajos que destaca es Hoja e insecto (1949), que ilustra el libro Corps perdu, del poeta y dramaturgo Aimé Césaire. Aquí, el artista funde elementos femeninos con animales y plantas a través de una sola línea o trazo.

Otro de los temas representados por Picasso es la vida cotidiana, como muestra en Lechuza en una silla con fondo ocre (1947), donde capta un momento de este animal -un regalo que le hicieron- apoyado en una silla de su taller.

Junto con la paloma, el toro es otra bestia que ocupa un lugar especial en la obra del artista, como en Toro y caballo en la arena (1929). Representa la imagen de la masculinidad, el poder y la lucha, además de ser un regreso a sus raíces malagueñas, que también se observa en piezas como Gran pez (1956).

Otra de las piezas más llamativas es El halcón (1907), en la que el color rojo destaca la figura del ave -los pájaros serían otra constante en su vida- sobre las tintas negras, cuya forma consiguió hacer en un único trazo sin levantar el lápiz. Este dibujo pertenece a los cuadernos preparatorios del lienzo Las señoritas de Avinyó y formará parte de una exposición que acogerá el Museo Pushkin de Bellas Artes de Moscú entre agosto y diciembre de este año.

También el caballo ocupa un lugar importante en los trabajos del pintor (Caballero y caballero, 1952), al que representaba siempre en el momento de la lucha, condicionado por el periodo bélico que vivió.

Picasso llegó a tener gatos, perros, lechuzas, monos e incluso varias cabras, como atestiguan las fotografías de la exposición, pero según destacó el comisario de la misma fueron los canes sus animales preferidos. Desde pequeño lo acompañaron, sin importar la raza y los bautizaba con nombres curiosos como Perro, Feo o Cat. En sus últimos años su compañero peludo afgano Kabul le sobrevivió.

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