La extraña zarzuela

Crítica de Cine cine

Una escena de 'Bruja, más que bruja', de Fernando Fernán-Gómez.
Una escena de 'Bruja, más que bruja', de Fernando Fernán-Gómez.
Manuel J. Lombardo

20 de julio 2016 - 05:00

BRUJA, MÁS QUE BRUJA

Zarzuela rural, España, 1976, 100 min. Dirección: Fernando Fernán-Gómez. Guión y letra de las canciones: F. F. G. y Pedro Beltrán. Fotografía: Polo Villaseñor. Música: Carmelo Bernaola. Intérpretes: Emma Cohen, Paco Algora, Fernando Fernán-Gómez, José Ruiz Lifante, Estela Delgado, Carmen Martínez Sierra, Fernando Sánchez Polack. Cine: Albéniz.

Estrenada en plena Transición democrática, a contracorriente de modas y tendencias, con un discreto éxito de público, cierta indeferencia de la crítica y sentida por el propio Fernán-Gómez como "una equivocación", Bruja, más que bruja (1976) invocaba dos de las tradiciones más acendradas del cine español, la zarzuela y el tremendismo rural, para someterlas a un profundo ejercicio de torsión paródica que emparentaba con ese esperpento que ha alimentado una de las vetas más ricas y originales de nuestra cultura.

Pedro Beltrán y Fernán-Gómez acometían así un experimento libre y extemporáneo cuyo objetivo no parecía otro que volver del revés y cuestionar los tópicos, arquetipos y lugares comunes de los géneros populares del franquismo para ponerlos en primer plano a través de un tono grotesco y de prácticas metadiscursivas.

Así, Bruja, más que bruja nos sitúa en el terruño profundo, en una aldea misérrima, para lanzarse a la festiva celebración cantarina y reflexiva de la relación triangular entre un tío (Fernán-Gómez), su sobrino (Algora) y la antigua novia de éste (Cohen en todo su esplendor) ahora casada con el primero, triángulo de pasiones, mucha calentura nocturna y conspiraciones de brujería observado desde la distancia del exceso y con constantes incursiones del dispositivo (no sólo ya los apartes cantados, sino las miradas a cámara, la repetición de secuencias, los gestos de puesta en escena, los carteles, la aparición de la propia orquesta…) para repasar con sorna de sal gruesa los propios mecanismos y valores morales del género (que son, de hecho, los del régimen aún coleando) y echar una mirada satírica a España sobre la base de las supersticiones, la represión, el clasismo o la distancia entre lo rural y lo urbano.

Es posible que la cinta, que se estrena ahora no tanto restaurada como recuperada de su condición de culto, adolezca de ciertos problemas de ritmo y se vea lastrada por ese limitado playback de la época que suplió las voces originales por las de sus intérpretes grabados, algo que, en todo caso, refuerza aún más si cabe el efecto paródico y distanciador del conjunto.

Auténtica rareza de nuestro cine, Bruja, más que bruja prolonga además un camino iniciado con El extraño viaje en su torsión de la crónica negra por los caminos de la estilización plena, se entrega a una gozosa celebración de los cuerpos y nos deja en el recuerdo de su plenitud a los recién fallecidos Cohen y Algora como amantes furtivos y un elenco de actrices secundarias memorables como Mary Santpere, Estela Delgado o Carmen Martínez Sierra.

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