Fascinante Croacia: Zagreb (II)

Catedral de la Asunción, en Zagreb / M. H.

Zagreb/En Zagreb no hay un lugar de encuentro, toda la ciudad es un lugar donde la gente se encuentra para charlar, tomar un café, una copa o divertirse. Los cafés, con un sutil sabor a la Viena imperial, son especialmente atractivos. Después de desayunar en alguno de ellos, nada mejor que solazarse paseando por alguno de los senderos del Parque Natural de Medvednica. Una montaña boscosa, donde antaño habitaban osos, de ahí su nombre (medjved es oso en croata), que es ideal para el esparcimiento en verano y para practicar el esquí en invierno. Ejercitados los músculos y relajado el espíritu, la tentación de perderse por el gran mercado de Dolac, que se extiende por detrás de la plaza de Jelacic, es inevitable. El mercado se expande por varias plantas, además de un edificio exento destinado a la venta de pescado. La animación es impresionante, nos pareció que allí estábamos concentrados, junto a los habitantes de la ciudad, todos los turistas del mundo, como si nos hubiésemos citado a propósito en Dolac.

Pasear por Zagreb es realmente delicioso y grato en cuanto que sus siempre animadas calles constituyen un desfile de edificios magníficos de todas las épocas, como la antigua farmacia del siglo XVI o la iglesia de Santa María (Sv. Marija) del XIV rehabilitada en 1780 en estilo barroco. Todo ello sin salirnos de los alrededores del mercado en el barrio de Kaptol. En la calle Opatovina, a la que se accede por una escalera, nos podemos encontrar un curioso monumento, que yo sepa único en el mundo, dedicado a un vagabundo saltimbanqui que se llamó Petrica Kerempuh. Es sin duda una muestra del humor de los croatas, un humor siempre con un punto de ironía o sarcasmo. Es divertido y gratificante recorrer la animadísima calle que separaba las dos antiguas ciudades, Kaptol y Gradec, en la que todos los locales son comercios, bares, cafés y restaurantes. Por ella la gente viene y va a ningún sitio (o ¿a todos, quizás?). La Puerta de Piedra es la única que queda en pié de las cuatro que tenía la muralla medieval en el siglo XIII. Esta zona de Gradec fue asolada por un incendio en el siglo XVIII y, entre sus cenizas, se encontró la imagen de una Virgen con el Niño que se encuentra en una capilla barroca que se le hizo en la citada puerta. A esta virgen milagrosa se le profesa una gran devoción en Zagreb y en Croacia, e incluso fuera de Croacia.

De la riqueza arquitectónica y museística de Zagreb dan cuenta los numerosos palacios y edificios públicos civiles y religiosos. En la “calle de las monjas” (Opaticka) se encuentran palacios como el Gradanska kua, del siglo XVII, el Paravic, del XIX, que alberga el Instituto de Estudios Históricos, el palacio Ilirska Dvorana, también del XIX que es la sede de la Academia Croata de Ciencias y de Artes, o el antiguo convento de las Clarisas, de 1650, que hoy alberga el museo de la ciudad (Muzej grada Zagreba) y enfrente está el Archivo Histórico que contiene documentos desde el siglo XIII. También se puede ver una curiosísima edificación del siglo XIII, la Torre del Cura (Popov Toranj) donde se encuentra el Observatorio Astronómico. En otra de las grandes avenidas de la capital, la hermosísima y silenciosa Demotrova, lucen palacios con bellos jardines que se resguardan adosados a la muralla medieval. Algunos de esos palacios están hoy convertidos en museos. Tal como el palacio Amadeo, barroco del XVIII, que es el Museo de Historia Natural (Prirodoslovni muzej) que muestra importantes colecciones paleontológicas y geológicas. En otro palacio, éste del XVII, vivió y trabajó el célebre escultor croata contemporáneo, Ivan Mestrovic. Se puede visitar y contemplar parte de su obra.

Cerca de la iglesia de San Marcos, se encuentra el Museo Histórico de Croacia (Hrvatski provijesni muzej), instalado en un palacio de siglo XVIII. Contiene una extraordinaria colección de retratos de reyes croatas y húngaros. Y en la plaza de San Marcos está la iglesia homónima de la que ya hemos hablado, con su espectacular tejado y su exento campanario. Frente a la iglesia se encuentra el Palacio del Gobernador (Banski dvori) de una bella factura barroca y, muy cerca, a espaldas de la iglesia, se encuentra el palacio Sabor, hoy sede del Parlamento croata. Es imposible describir todo lo que ofrece la capital croata. Zagreb es una ciudad completa, plena y pletórica. Una ciudad que te ofrece desde un espectacular Museo de Arte Naif (Hrvatski muzej Naivne Umjetnosti) con una de las mayores y mejores colecciones del mundo, de artistas nacionales y extranjeros, hasta la excepcional y maravillosa Galería de Maestros Clásicos (Galerija Starih Majstora) con obras de Donatello, Giovanni Bellini, Brueguel, van Dick, Teniers, Ingres o Delacroix, entre otros. Pasando, además, por una Galería de Arte Moderno (Moderna Galerija) en la que están representados, aparte de los croatas Ivan Mestrovic, Frane Krsinic, Bukovac o Racic, pintores como Degas o Renoir. A estos templos del arte hay que sumarles una cantidad considerable de espacios para el arte, las ciencias y la cultura en general de la que los croatas son muy amantes. De ahí esa educación, amabilidad y empatía que nace de natural en ellos.

En la plaza que lleva su nombre está el monumento a Josip Jelacic. Desde esta plaza accedemos a la llamada “herradura verde”, una serie de edificios y plazas que forman una especie de herradura donde se alternan zonas verdes, arboladas o ajardinadas, y edificios contenedores de cultura de los que ya hemos citado algunos. Al comienzo, saliendo de la plaza Jelacic, se encuentra el Museo Arqueológico (Arheoloaki muzej) en el que podremos contemplar, expuestos cronológicamente, desde artefactos del Paleolítico hasta piezas arqueológicas de finales del primer milenio. Es interesantísimo contemplar las armas, joyas y adornos de oro de los siglos IX y X, muestras de la cultura paleocroata. Siguiendo por “la herradura verde” nos encontraremos con una plaza en la que se encuentra la estatua ecuestre del rey croata Tomislav y la estación central ferroviaria. Más adelante un tranquilo apacible y bonito Jardín Botánico nos espera. Está diseñado (siglo XIX) como un jardín inglés. Casi un laberinto de sinuosos paseos nos permiten contemplar y disfrutar la flora autóctona croata, estanques con nenúfares e invernaderos.

En la verde plaza Marulic que, como ya sabemos, está considerado el padre de la literatura croata, se encuentra el Museo Etnográfico. Un precioso edificio modernista, el palacio Mazuranicev trg, lo alberga. Más de 70.000 piezas nos ilustran sobre la historia, la cultura, la vida y el folklore de los croatas. No se puede uno perder la extraordinaria colección de trajes tradicionales de todas las regiones croatas. Y, a sus espaldas, podemos visitar el Museo Mimara (Muzej Mimara). Un museo imprescindible que subyuga al visitante. Mimara fue un croata que emigró a Roma para aprender a pintar y terminó siendo un extraordinario coleccionista de arte, cuya colección es la que se expone y nos deja sorprendidos y encantados. Se pueden contemplar miles de piezas que abarcan desde la Prehistoria a la Edad Media, pasando por Egipto, Mesopotamis, Grecia, América precolombina o culturas asiáticas. Es increíble. Vidrios, muebles, artesanía, alfombras, esculturas, pinturas… Pero no de cualquiera, no, podemos extasiarnos, ni más ni menos que con Rembrandt, van der Weyden, van Dick. Rubens, Goya, Velázquez, Murillo y lo más selecto del arte pictórico europeo.

La herradura se acaba en la plaza de la República donde nos encontraremos con el Teatro Nacional de Croacia (Hrvatsko narodno kazalište), un edificio del siglo XIX. En la plaza encontramos dos esculturas de Mestrovic, La Fuente de la Vida, hecha en bronce y la Historia de los Croatas, tallada en piedra que representa a una mujer sentada, con un vestido tradicional, que sostiene en sus rodillas el libro de la historia del pueblo croata. Detrás está el Museo de Artes y Oficios y... ¡Qué decir más de Zagreb! Que tiene incontables museos y espacios culturales más, que está agraciada con una feraz naturaleza en su entorno, que se respira una atmósfera jovial, amable y divertida y que, como pude comprobar, su mayor tesoro es su pueblo. Todo Zagreb es fascinante, como Croacia, por eso es su capital.

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