El yo flamenco de David Martín
El bailarín y coreógrafo presenta el 17 de octubre en el Teatro Echegaray, dentro del Ciclo de Danza 2017, su segundo montaje propio, 'Encerrado en la calle'
Málaga/Tímido en lo personal pero fiero sobre el escenario. Hablador cuando trata de su arte, respetuoso con la verdad, humilde cuando se compara con grandes figuras y, al mismo tiempo, ambicioso en su búsqueda de una forma propia de expresión. Con una mirada intensa que se hace poderosa cuando reivindica el lugar que debe de tener todo creador, el bailarín y coreógrafo malagueño David Martín prepara estos días el estreno de su nuevo espectáculo, Encerrado en la calle. Con su segunda incursión en la producción, el artista vuelve al flamenco tradicional para encandilar a todo el Teatro Echegaray, que ya le espera con un lleno el próximo 17 de octubre.
Su vida le cambió con 18 años, cuando comenzó a bailar en la compañía de Sara Baras. Con ella ya lleva 11 años, ese mismo número de espectáculos "y un aprendizaje que le voy a agradecer toda la vida". El itinerario con Sara Baras "es muy intenso", le permite compartir escenario con figuras de primer orden de la música y la danza y eso, aunque le enriquece, le deja poco tiempo para sus propios proyectos. Sin embargo, no le ha impedido que esté a punto de montar su propia escuela -se abrirá en abril en la avenida Ortega y Gasset- y de estrenar su segundo montaje. "Desde niño lo tenía muy claro, soy una persona muy creativa y muy inquieta, siempre aspiro a más y el mundo de la danza y la creación me apasiona, disfruto incluso más coreografiando y montando que como bailarín", confiesa Martín. "No aspiro más que a ofrecer lo que soy, pienso humildemente que tengo mucho que dar", agrega el malagueño.
"Tengo la necesidad como persona de decir lo que sé, desde mi visión", dice. El año pasado creó su propia compañía y con ella puso en marcha Mi sentir en Pablo, un proyecto de grandes dimensiones con dos genios como protagonistas, Picasso y Enrique Morente. "Para mí Enrique Morente es el Picasso del cante flamenco, el ha hecho todos los caminos, me parece un artista amplio y muy interesante, es un artista que ha dicho algo, ha creado un legado", explica el bailarín. Danza, teatro y pintura se fusionan en este espectáculo que se estrenó en 2016 en el Teatro Cervantes y que se ha visto en Sevilla y Portugal. Ahora prepara su desembarco en Madrid y ya hay conversaciones para llevarlo a Nueva York, aunque Martín espera aún "que alguien descubra esta obra" difícil de mover para una compañía que empieza.
"Ha sido un trabajo muy duro, hemos tardado tres años desde que empezamos a gestionar los permisos con la familia Picasso y Morente hasta que pudimos terminarlo", recuerda el bailarín y pide ayuda para "la gente que estamos empezando". "El momento de luchar es ahora", reivindica y apunta que los artistas deben de tener más voz en su propia tierra. "Un martes a las ocho y media de la tarde llenamos el Teatro Cervantes con Mi sentir en Pablo, la gente salió muy contenta, reaccionó muy bien", comenta mientras no se explica que falte apoyo y valoración al talento más próximo.
Después de subir al escenario a cinco bailarinas, seis músicos y un actor, además del personal técnico, Martín decidió crear un montaje flamenco de "formato un poco más pequeño que se pueda mover mejor". Encerrado en la calle pone sobre las tablas a David Martín junto a tres bailarinas y cuatro músicos. Hace un año que comenzó su gestación y los ensayos se iniciaron hace un mes. En una semana participará en el Ciclo de Danza que organiza el Teatro Cervantes y el Echegaray. "No tiene hilo argumental, es una reflexión que hemos hecho para buscarnos a nosotros mismos en nuestro interior, intentamos sacar la esencia del artista", señala el artista. A la hora de improvisación "tendrá un poco más de riesgo" pero el público verá "flamenco por derecho, es una obra que muestra mi yo flamenco".
Ahora que Martín está "aprendiendo a ser más yo, a que no me importe lo que diga la gente, a exponerme" lanza este manifiesto a la verdad de lo hondo. "Tengo claro que todo el mundo no puede ser primera figura, sería hasta aburrido, no tiene lógica, pero tiene que haber sitio para todos, en Sevilla en la Bienal de Flamenco, por ejemplo, todos cuentan con su hueco", considera el artista, que acaba de participar en el Festival Flamenco Joven de Madrid y que dentro de poco recibirá el premio Málaga Joven del Instituto Andaluz de la Juventud.
Con dos años ya bailaba. Sin venir de ninguna estirpe flamenca, a este niño de El Palo le fascinaban los vídeos de Antonio Gades, el toque de Morao y las coplas que escuchaba su madre. "Soy carne de escenario", reconoce y habla de las ganas que tiene de "compartir" su nuevo espectáculo con el público y de "disfrutar" con una propuesta más esencial y pura. Zambra, alegrías, soleá, martinete, bulerías, tarantos y un tema de Chavela Vargas, "un solo precioso", retumbarán sobre las tablas del escenario malagueño. Pronto, aspira, esos tacones con sello propio pisarán nuevos territorios.
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