La fotografía como arte en sí mismo

exposición

La National Portrait Gallery de Londres acogerá, la próxima primavera, una muestra con obras de Oscar Rejlander, Lewis Carroll, Margaret Cameron o Clementina Hawarden

Una de las fotografías de la pequeña Alice Liddell.
Una de las fotografías de la pequeña Alice Liddell. / M. H.
P. Vera

10 de septiembre 2017 - 02:19

Oscar Rejlander, Lewis Carroll, Margaret Cameron y Clementina Hawarden. Cualquier estudioso de la fotografía sabe que estos cuatro nombres (curiosamente, con dos mujeres entre ellos) son los de cuatro pioneros del arte fotográfico. Artistas que entendieron que las imágenes de esa disciplina tenían una carga plástica y un mensaje más allá de la mera reproducción. La National Portrait Gallery londinense reunirá, durante la próxima primavera, varias de las obras de estos cuatro fotógrafos en la muestra Victorian Giants: The Birth of Art Photography. Entre ellas, quizá las más conocidas por el gran público, los retratos que Lewis Carroll realizó a Alice Liddell (la Alicia del País de las Maravillas) cuando era niña -incluso, cedida por el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la polémica fotografía de La niña pordiosera, que abriría muchas de las suspicacias actuales en torno a la relación de Carroll con sus jóvenes modelos-.

Muchas de las piezas que ha conseguido reunir la muestra -procedentes tanto de los fondos del propio museo como de otras instituciones alrededor del mundo- se han expuesto ante el público en muy pocas ocasiones, dada la delicada naturaleza de fotografías y negativos, extremadamente sensibles a la exposición a la luz.

Dada su delicadeza, la mayor parte de las imágenes apenas se han expuesto al público

La colección -que podrá visitarse del 1 de marzo hasta el 20 de mayo de 2018- no sólo reunirá las imágenes más conocidas de la pequeña Alice Liddell sino también los retratos que tanto Lewis Carroll como Margaret Cameron le harían de adulta. Y no será la única modelo que se verá replicada en la serie: Tennyson, por ejemplo, fue inmortalizado tanto por Cameron como por Oscar Rejlander -nombres y rostros populares, al fin y al cabo, que se dejaban fotografiar por los artistas del momento-. No es extraño, tampoco -teniendo en cuenta los círculos de donde procedían y por los que se movían-, que los cuatro fotógrafos se conocieran entre sí. Tanto Carroll como Cameron y Hawarden, además, recibirían enseñanzas del Rejlander, considerado uno de los padres de la fotografía.

Será, además, la primera vez en 140 años que la National Gallery exhiba trabajos del artista sueco -la última vez que le dedicaron un monográfico fue tras su muerte, en 1875-. La muestra incluirá la que se considera su pieza más famosa, Los dos caminos de la vida: una composición que Rejlander realizó en 1857 utilizando 30 negativos distintos para componer un relato de carácter moral que tuvo que ser impreso en dos planchas distintas. Este juego fotográfico utilizando distintas capas hace que Oscar Rejlander sea considerado, también, un precursor de nuestro Photoshop. Victorian Giants expondrá, también, la serie de retratos sobre emociones humanas que el artista realizó a petición de Charles Darwin.

La fotógrafa Julia Margaret Cameron -a la que el V&A dedicó una muestra hace un par de años, en el bicentenario de su nacimiento- es otra de las protagonistas indiscutibles de la exposición. Se inició en la fotografía cuando ya había cumplido 48 años, con el propósito de sacar provecho al regalo de uno de sus hijos. Manipulaba el proceso de revelado para que sus fotografías parecieran tener un aura. Quedaba bien en las composiciones de angelitos y querubines que hacía. En los retratos convencionales, la manipulación del colodión húmedo parecía hacerles cobrar vida. El efecto brumoso y con máculas que tenían sus imágenes se interpretó a menudo en la época como una falta. Hoy día, sus retratos -entre los que se incluyen los principales pre-rafaelistas, Millais, Rossetti, Burne-Jones, que no parecían en absoluto verle errores a su obra- nos resultan sobrecogedores, desde luego alejados por completo del hieratismo que se suele asociar a las fotografías de la época.

Por último, la muestra también reúne ejemplos de los trabajos de Clementina Hawarden, hija de un almirante escocés que dejó numerosos retratos de su amplia familia. Murió con 42 años, posiblemente, a causa de la exposición a los peligrosos químicos que incluía por entonces la manipulación fotográfica. El propio Oscar Rejlander apuntaba en su obituario que su desaparición suponía una pérdida para el futuro del arte.

Lorina Liddell, una posible clave en el caso de Lewis Carroll

Bajo la mentalidad actual, que un hombre adulto tuviera una relación cercana con niñitas a las que fotografíaba resulta, cuanto menos, sospechoso. Es la nota desacorde que ha rodeado, en la contemporaneidad, la relación entre Lewis Carroll y sus pequeñas amigas, en especial, la que pudo haber mantenido con la más famosa, Alice Liddell. Un documental de la BBC, emitido con motivo del 150 aniversario de Alicia en el País de las Maravillas, apuntaba una veta algo diferente del caso. La mayor parte de los expertos consultados en El mundo secreto de Lewis Carroll coincidían en que el matemático era un "pedófilo reprimido", aun cuando su trato con los niños pudiera ser amigable. El documental muestra el hallazgo, en un pequeño museo francés, de una fotografía de Lorina Liddell, la hermana mayor de Alicia, ya casi adolescente y completamente desnuda. La imagen se atribuye, según apuntes, época, estilo y parecido físico con la niña, a Lewis Carroll, aunque la asociación no es concluyente. Según declaraciones de la tataranieta de la propia Alicia, esta imagen podía "ayudar a explicar por qué los Liddell cesaron de repente" todo contacto con Carroll, señalando también que la edad de consentimiento en la época eran los 12 años, y Lorina tenía 14. En el siglo XIX, la sociedad no se planteaba que la relación de un hombre respetable con unos niños pudiera albergar sospecha: una relación demasiado cercana con una niña de 12 ó 13 años sí que hubiera levantado, sin embargo, no pocas suspicacias.

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