Con un jardín basta
Revista Litoral
La revista ‘Litoral’ dedica su último número a los jardines, en una edición que incluye colaboraciones jugosas como las de Antonio Molina Flores, Lorenzo Oliván, María Belmonte y Mario Satz
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Málaga/Como es bien sabido, ya afirmaba Cicerón que, si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas. Estrictamente, y en un sentido pragmático, ni los jardines ni las bibliotecas son imprescindibles para vivir, pero Cicerón hacía referencia a un modo de vida, entendido como conquista, que sigue representando tanto tiempo después una aspiración irrenunciable. En fondo y forma, un jardín y una biblioteca se parecen mucho: los dos deben ser cultivados, requieren orden y paciencia, cambian en función de las estaciones, reclaman una atención dirigida a los detalles y, sobre todo, constituyen la mejor carta de recomendación posible de su poseedor. Cada nuevo acontecimiento registrado en un jardín, un nacimiento, el hallazgo de un color, un nuevo matiz de la luz, se parece a la escritura de un poema; al mismo tiempo, la historia del arte no se entendería sin los jardines, ya no solo por cuanto ha dado de sí su representación sino por el reconocimiento de la obra de arte como, precisamente, un jardín que se cultiva. Era por tanto cuestión de tiempo que la revista Litoral dedicara un número a los jardines como ejemplar espacio de conciliación para las artes y las letras, y ya está aquí: la última entrega de la publicación que dirigen Lorenzo Saval y María José Amado, con la edición de contenidos a cargo de Antonio Lafarque, lleva por título Jardines para ofrecer de nuevo al lector un paisaje de arte y poesía en un abanico de tonalidades bien diversas, justo a la manera de un jardín en el que encontrar acogida y resistencia.
“Los jardines nunca están callados, siempre nos están diciendo cosas, hay un lenguaje secreto en las plantas, en los insectos y en todas esas criaturas que los habitan que muy pocos pueden descifrar. Observar un jardín es un acto de meditación, hay un modo especial de consciencia cuando nos adentramos en sus senderos y en esos coloridos territorios respirando sus vientos, cuando escuchamos sus pájaros, el murmullo del agua en sus arroyos o fuentes y sus silencios”, escribe Saval en la presentación del nuevo número de Litoral. Si la edición es también, a su vez, un oficio análogo al de la jardinería, en el que las decisiones más importantes tienen que ver con los elementos más pequeños, este ejemplar constituye a su vez un jardín en el que cada pormenor llega a definir el conjunto. La publicación incluye las colaboraciones de Antonio Molina Flores (“El jardín puede llevarnos de la alegría expansiva y la fiesta al recogimiento interior y la pausa meditativa. Si el jardín es excesivamente exuberante o bello, llega a abrumar; si es tosco, rústico o pobre con deliberación, nos irrita, pero entre ambos extremos nos espera la felicidad en forma de unas gotas de paraíso”, escribe en La experiencia inefable), María Belmonte (La simbología del agua en los jardines), Luis Alberto de Cuenca (Mis paseos por el Retiro), Lorenzo Oliván (Emily Dickinson: poemas, flores en transformación), Teresa Gómez Trueba (Los jardines en la poesía de Juan Ramón Jiménez) y Mario Satz, cuyo hermoso artículo El sulfúreo polen de los cedros puede disfrutarse también en formato podcast.
A partir de aquí, y como siempre, Litoral concita en sus páginas una cuidada selección de textos literarios en verso y prosa de la literatura universal, desde una perspectiva tanto histórica como contemporánea. La selección de Jardines incluye así lo mismo a Gloria Fuertes que a Roberto Bolaño, lo mismo a Ibn Gabirol que a Octavio Paz, pasando por Ana Blandiana, Eloy Sánchez Rosillo, Francisco Ruiz Noguera, Guillermo Carnero, Federico García Lorca, Julio Cortázar, Concha Méndez, John Donne, Leopoldo Panero, Matsuo Bashō, Lydia Davis, Gerald Brenan, Joan Brossa, David Leo García, Gioconda Belli, Ángel González, Álvaro García, Charles Simic, Luis Cernuda, Nicanor Parra, Antonio Jiménez Millán y Ángelo Néstore, solo por citar a algunos. La nómina de artistas convocados para la ilustración de estos paisajes es no menos abultada, con Monet, Pissarro, Bonnard, Vanessa Bell, Paul Klee, Frida Kahlo, Van Gogh, Lucien Freud, Malévich y Cézanne, entre muchos otros, en las paredes de este museo.
“Conviene prestar mucha atención a lo que nos dice un poeta sobre cómo fue el contacto con lo real durante sus primeros años de existencia, en los que se moldean sus sentidos. Resulta fácil distinguir al escritor que maneja las palabras como simples etiquetas al que las maneja convirtiéndolas en síntesis de experiencias que las individualizan y las hacen vibrar”, escribe Lorenzo Oliván en su magnífico artículo sobre Emily Dickinson. En estos Jardines de la revista Litoral se da un proceso parecido: el mundo parece estar haciéndose aquí de nuevo, como si emergiera de un silencio verde y luminoso en el que necesitamos un poema, y no un simple sustantivo, para llamar a la realidad por su nombre. Desde Málaga, Litoral sigue haciendo honor a la tradición editorial que representa para hacer del arte y la literatura un hogar cálido para todos.
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