Juan Dávila: "El espectáculo más loco de toda la gira ha sido en Torremolinos"

El cómico actúa en la Plaza de toros de Estepona el 1 y el 2 de agosto

"Yo no tengo ningún tipo de filtro porque ya bastante postureo hay", señala

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Juan Dávila en una foto de promoción
Juan Dávila en una foto de promoción / M.H.
Mar Bassa

31 de julio 2024 - 06:53

Arrasa por donde pasa. Anuncia una nueva fecha y agota todas las entradas en cinco minutos. Conseguir un billete es sinónimo de victoria porque, aunque salgan tres funciones a la venta al mismo tiempo, es más fácil que toque la lotería que acudir al espectáculo de Juan Dávila. El humorista cuelga el cartel de entradas agotadas con meses de antelación en una gira que recorre toda la geografía española. Estará el 1 y el 2 de agosto en la Plaza de toros de Estepona, que tiene capacidad para cerca de 4.000 personas cada noche. "Isabel Pantoja hace un espectáculo, yo hago doblete, ¿esto qué es?", bromea el cómico en una entrevista con este periódico.

Los "pecadores", que así se llama su público, pelean contra viento y marea para hacerse con una localidad y disfrutar del directo del madrileño y su humor. El fenómeno de masas que mueve el showman es "algo mortal". Él se sorprende con los métodos que tienen para adquirir entradas: "Se las saben todas, lo hacen desde la tablet, el móvil, el ordenador, todo a la vez, y luego no eligen butacas, le dan a selección automática". Para Dávila es "una maravilla" el cariño que recibe de la gente y defiende que "no es lo normal" en la comedia: "No había habido nada así, no ha pasado nunca, ni en España ni en Europa".

Dio el salto a la comedia cuando era policía y, de ser un desconocido, ha pasado a que todos sepan quién es. Hace unas semanas estuvo en Gijón para dar una charla de humor negro y comedia negra en la Semana Negra de Gijón. Cuenta que "todo el mundo" le para por la calle. Ese es uno de los efectos de ser famoso. Sobre si le abruma, contesta que le preocupa más tener que salir él a buscar a las personas para que entren a los teatros. Por suerte, no le hace falta. De hecho, repite varias veces en sus redes sociales que no se fíen de la reventa de entradas porque muchas son falsas y los "pecadores" se quedan con las ganas de disfrutar del show.

Cuando empezó con su carrera de showman no se esperaba toda esta locura en torno a su persona: "No me lo esperaba ni hace un año y medio, que es hace nada". Su éxito, asegura, se debe a las redes sociales. En la actualidad son un "trampolín", una ventana a un mundo hiperconectado. La idea fue de una amiga suya que pensó en compartir lo que ocurría en sus primeros pases. Dávila comenta que la oferta cultural de Madrid es "muy amplia" y que hacerse un hueco es "complicado" porque en un fin de semana puede haber 285 monólogos. Se dio a conocer gracias a que los vídeos que subía a TikTok se viralizaron y, de entre tanta variedad, muchos son los que le eligieron a él: "Al principio subía vídeos del público porque pensaba que era mejor que se viese a la gente riendo, el texto era bueno y por eso la gente fue".

El éxito del humorista es de tal magnitud que incluso el nombre de su espectáculo ha cambiado: de llamarse La capital del pecado a La capital del pecado 2.0 y, ahora, directamente es El palacio del pecado. El nombre, confiesa, está inspirado en la película Eyes Wide Shut, protagonizada por Tom Cruise, que era "como un palacio de pecado" al que resultaba muy difícil entrar. Es una paradoja de lo que ocurre con sus espectáculos. Congrega a muchas personas, también a personalidades públicas del mundo del deporte, influencers de renombre, políticos, cantantes y actores.

Humor negro y autocensura

Cada función de Juan Dávila es única e irrepetible. Por ello, muchos de sus seguidores repiten varias ocasiones si tienen suerte de conseguir entradas. "El único guion que sigo es liberar los pecados capitales, pero no es un guion en sí, todo depende del público y siempre es diferente", explica. Todos conocen el carácter de su espectáculo, cargado de humor negro en el que tanto él como los asistentes se ríen de todo. "Yo no tengo ningún tipo de filtro porque ya bastante postureo hay, fíjate en las redes, en la cantidad de filtros que hay, la gente creo que necesitaba un poco de verdad y de 'fuera filtros', somos así y nos vamos a reír de cómo somos", indica.

De hecho, muchas de las personas que sube al escenario tienen algún tipo de problema, enfermedad o discapacidad que le escriben para ir a un "lugar donde pueden reírse" y donde "nadie les va a juzgar". Excepto algún "quisquilloso" que no suele tener nada que ver con ellas: "Son otros los que se ofenden en su lugar, que es lo peor". Ellos, mental o físicamente, pueden tener algún problema, pero acuden allí para "pasarlo bien y reírse", mientras que los que lo critican lo hacen con "soberbia" al que "se ríe de su propia enfermedad". Juan Dávila ha hablado sin tapujos de los TCA, la ansiedad, la depresión, el cáncer y una larga lista de enfermedades que muchos agradecen el normalizar y dar visibilidad.

"Lo que más disfruto es la incertidumbre del no saber qué va a pasar", confiesa. El humorista ha estado mucho tiempo haciendo stand-up y monólogos con un texto preparado, pero defiende que hay que cambiar el guion "todo el rato o va perdiendo vida". Por eso ya no lo tiene. La incertidumbre de no saber lo que va a pasar, el "aquí y ahora y el presente", eso es lo que más le gusta. A la par, también está el hacer felices a las personas: "Creo que tenemos una misión, que es dar un aporte de valor a la sociedad, cada uno desde donde pueda, yo he encontrado mi camino que era este, hacer reír".

Al madrileño le ha pasado de todo desde que empezó con La capital del pecado. La anécdota más rara es que bajase una señora desde la grada porque quería besarlo y, "lo peor" de todo, su marido estaba a su lado. Bromea con que, quizás en un futuro, necesite contratar a alguien de una empresa de seguridad. No soporta que la gente le grite e interrumpa el show. No le pone nervioso, pero sí que le "cabrea". En este sentido, tiene claro cuál fue el espectáculo "más loco de toda la gira": el del 5 de mayo en el Auditorio Municipal Príncipe de Asturias de Torremolinos. "Eso se fue de madres, normalmente no es así, con energúmenos gritando, yo llevo la batuta y la gente es más tranquila".

El humor para Juan Dávila es "sorpresa". "Cuando te ríes, lo que activas es un mecanismo de sorpresa que no te esperabas, el día a día ya de por sí es bastante monótono y la sorpresa te hace llevarlo de una manera mucho más divertida y feliz". Después de sus dos pases en SOM Festival de Castellón, donde le han visto desde barcos y él no lo acaba de asimilar, es el turno de las funciones en la Plaza de toros de Estepona, su reencuentro con el público de Málaga, donde también hay mucho humor. "A ver cómo se portan en Estepona, miedo me da", bromea entre risas.

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