Larga vida a los Verdiales de Málaga: más de 60 años de la Fiesta Mayor
La tradición pasa de generación en generación en un día de disfrute
Todo lo que debes saber de la Fiesta Mayor de Verdiales de Málaga: tradición, pandas, horarios y ubicación

Cada 28 de diciembre, Málaga celebra su tradición, llena de música y de sonrisas cómplices de generaciones que han mantenido vivo un arte tan arraigado. El sonido de las castañuelas, las guitarras, algún violín y el polvo que se levanta de la tierra al ritmo de los pasos de los danzantes, que no pueden evitar dejar ver más de una sonrisa, dan la bienvenida a la 62 edición de la Fiesta Mayor de Verdiales para gozar de la identidad malagueña con un auditorio lleno de público.
En el Parque Andrés Jiménez Díaz, en Puerto de la Torre, el tiempo es propicio para estar alegre. Bajo el sol -y con muchos vasos de cerveza o alguna copa-, las 28 pandas inscritas este año se preparan para un día que no es un simple concurso, sino un homenaje a los tres estilos: Almogía, Comares y Montes, los tres pilares que sostienen esta dana única en el mundo. Los verdiales son la memoria de los campesinos que usaron la música para celebrar, trabajar y contar sus historias.
Las guitarras, los violines, panderos y platillos resuenan bajo las carpas de las pandas mientras esperan su turno para subir al escenario. Rafael Barba, un hombre de 65 años, lleva en la panda de Santa Catalina tres años. "Desde chiquitillo me han gustado los verdiales, yo toco el pandero y los platillos", comenta con esos nervios previos. Cuenta que lo ha heredado de sus abuelos porque le dejaban sus intrumentos. Para él, es una tradición familiar y desea que "no se pierda".
Al mirar alrededor, muchos son los pequeños vestidos de blanco y negro que toquetean los platillos o los panderos. El hijo de Francisco Manuel Cruzado lo acompaña. El padre lo mira orgulloso: "Aún es muy pequeño y hay que ver lo que le gusta y lo que no, pero ya le estoy inculcando para que siga la tradición". Cruzado es de la panda Santo Pitar y siempre es la que le ha gustado, ya que su padre le llevaba cuando era pequeño. Aprendió a tocar y lleva más de dos décadas.
"En 1997 empecé en la panda de Primera de los Montes y hace más de 12 años me cambié porque se separó", explica Rosa María Ruiz. Ahora tiene 40 y lleva tocando los palillos y bailando desde que tiene 13 años. "Esto es todo buen ambiente y buen rollo, es disfrutar, y en días como hoy no te importa cobrar, porque la mayoría de veces lo hacemos gratis", relata. Su abuelo era fiestero, su padre, aunque no lo era, siempre la llevaba a ver los Verdiales de los Montes de Málaga y desde "chiquitilla" lo ha vivido de cerca: "Se lo estoy inculcando a mis niños, espero que pase a la siguiente generación".
A la panda de La Torre se apuntó Victoria Santaella hace tan solo dos años porque ya estaba en la escuela apuntada con su marido: "Como ya sabíamos un poquito, nos llamó el alcalde de la panda para tocar". Al matrimonio le encantan los verdiales desde hace unos años, pero se han animado a participar ahora que ya están jubilados. Así comparten una de sus pasiones. "Toco los platillos y los dos empezamos juntos en la escuela, de jóvenes nuestra diversión eran los verdiales, soy de los Montes de Málaga", dice.
La guitarra es un instrumento fundamental para esta tradición. De tocar las cuerdas en la panda de Almogía se encarga José María de Marzo. "De pequeño, mi padre siempre me llevaba y siempre he estado pegado a los verdiales, llevo 45 años tocando", cuenta. Su padre también era el guitarrista y fue él quien le enseñó y traspasó su pasión por el instrumento y por los verdiales. "Málaga es el único sitio donde hay verdiales, no es como otros folclores más generalizados, siempre es una reunión de amigos y hace años que ya han entrado muchos jóvenes y los han reactivado, también con las escuelas, gracias a Dios", sostiene.
El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, tampoco ha querido perderse la fiesta. Paseando por el parque como uno más, y hablando con los vecinos, no puede quitarse la sonrisa de la cara. Sonrisa que contagian cada uno de los allí presentes. "Me parece algo muy malagueño, único en Málaga, me llena de emoción porque en mi época de estudiante, que me fui a Madrid, en Navidad iba a la fiesta que había en la Venta El Túnel, al lado del Agujero, espacio mítico", comenta en declaraciones con este periódico. "Es muy bonito ver algún sentido familiar en los verdiales, larga vida a los verdiales, es un orgullo que tengan arraigo, se conserven y a la gente le gusten y lo valoren", ha añadido.
El regidor recomienda a los malagueños y a los de fuera acudir a este tipo de eventos "en amor a Málaga". Sobre la ubicación, admite que después de varias pruebas, parece que el auditorio del parque va a ser el definitivo: "Está techado por si lloviera, aunque hoy no es el caso, las pandas hacen sus comidas arriba, creo que queda muy bien, la gente está cómoda en este graderío y las pandas con las instalaciones". También ha resaltado que entre 2025 y 2026 se va a "mejorar como parque" para que el resto del año pueda "acoger actividades culturales y musicales".
Los estilos que compiten —10 pandas de Almogía, seis de Comares y 12 de Montes— llevan consigo una herencia profunda. La Fiesta Mayor reparte este año 33.500 euros de premio. Las categorías que premian van desde el mejor cantaor hasta el baile de pareja y el trenzaíllo. Este año, además, el premio infantil de baile de bandera Las Mellizas del Túnel se unió al ya existente baile de pareja infantil.
El parque Andrés Jiménez Díaz se llena de vida y color: mujeres con mantones bordados, hombres con sombreros de flores y niños que miran con ilusión cómo sus mayores siguen dando vida a un arte que parece tan antiguo como la montaña en la que se celebra. Mientras los platillos chocan y las guitarras marcan el compás, el público se entrega al ritmo con algún que otro plato de arroz y de chorizo. Esta jornada es un hilo que conecta generaciones y un testimonio de que en Málaga se celebra lo propio, no cae en el olvido.
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