La leyenda del 'Outsider'
El finlandés Aarne Haapakoski (1904-1961), autor de novelas de espías y de ciencia-ficción, es uno de los moradores más enigmáticos del Cementerio Inglés
Es bien sabido que en el Cementerio Inglés de Málaga disfrutan el descanso eterno ciertas luminarias ilustres del universo literario: basta recordar los nombres del británico Gerald Brenan, el español Jorge Guillén y la estadounidense Gamel Woolsey para atestiguarlo. Pero también descansan aquí los restos de un escritor bastante menos conocido, al menos entre los hispanohablantes, cuya historia merece ser rescatada. El finlandés Aarne Haapakoski nació en Pieksämäki (con el nombre Aarne Viktor Laitinen) en 1904 y murió en Torremolinos en 1961. Desde la óptica de una crítica ortodoxa, la obra de Haapakoski, aunque abundante, se inscribe en los márgenes de la excelencia literaria, el Panteón en el que sí ingresaron por derecho sus vecinos de sepultura Guillén y Brenan: nuestro escritor cultivó sobre todo los géneros populares, como las narraciones de espías, el thriller y la ciencia-ficción, en una larga colección de novelas pulp que firmó a menudo con el seudónimo Outsider. En parte, esta adscripción se dio a su pesar: a menudo intentó Haapakoski ganar el favor de la crítica además del calor del público, y acudió para ello a la novela histórica (con títulos como Purppurantejikä, aparecido en 1951 y protagonizado por los fenicios que habitaron el Mediterráneo Oriental en la Antigüedad) tras los pasos del gran escritor nacional finlandés, Mika Waltari, aunque finalmente sin éxito. La obra de Outsider se ha traducido hasta ahora únicamente al inglés, el sueco y el danés, y hasta en internet es difícil encontrar información sobre el autor en un idioma distinto del finés. Pero su historia resulta apasionante, y su figura, en todo caso, digna de una reivindicación póstuma.
La historia de Aarne Haapakoski es en gran medida la historia de la Europa de la primera mitad del siglo XX contada tanto desde sus confines como desde su corazón. Su odisea comenzó bien pronto y los acontecimientos le condujeron a la precocidad: ya a los 14 años se alistó en las llamadas Guardias Civiles y combatió en la Guerra Civil de 1918 en el bando de la Guardia Blanca, sostenida por el Imperio Alemán, contra la Guardia Roja controlada por la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (la victoria de los blancos favoreció la independencia de Finlandia). En 1922 se trasladó a Helsinki y en 1926 a París, donde estudió periodismo. Entre 1927 y 1928 trabajó como reportero en París y Berlín y entre 1928 y 1930 lo hizo en Londres, antes de regresar a Finlandia, donde el clima seguía siendo calurosamente bélico: Haapakoski sirvió como oficial en la Guerra de Invierno (1939-1940) y la llamada Guerra de Continuación (1941-1944), pero también en aquellos años comenzó su carrera como escritor. Su primera novela, Viisi Tikaria, quedó finalista en el Premio de Novela Nórdica de Detectives (ganó Mika Waltari) en 1938 y se publicó en 1941. Entre 1941 y 1948 entregó nada menos que 18 títulos dedicados a uno de sus personajes más geniales, el detective y arquitecto Klaus Karma, al que pone a combatir contra los bolcheviques y quien vive un idilio con una espía de la Gestapo que intenta desmantelar en Finlandia una organización judía antinazi.
También a partir de 1941 Haapakoski publicó numerosas novelas de terror con el pseudónimo Henrik Horna, pero su mayor éxito llegó a partir de 1945 con la serie de novelas dedicadas a Kalle-Kustaa Korkki y Pekka Lipponen, dos aventureros que viajan por todo el mundo y que de algún modo evocan a Tintín y el Capitán Haddock (las tramas quedaban aderezadas con latinoamericanos intérpretes de mandolina, bizarras partidas de ajedrez, cazadores de diamantes, hombres-mono y dinamiteros chiflados). Ya al lanzamiento de los primeros títulos siguieron las adaptaciones radiofónicas y también cinematográficas, con dos títulos muy sonados en Finlandia: Kalle Kustaa-Korkin seikkailut (1949) y Rantasalmen sulttaani (1953). Éste último se rodó entre Andalucía y Marruecos, y gracias a aquel periplo conoció Haapakoski Torremolinos, del que se quedó prendado y en el que pasó varias temporadas hasta su muerte. El autor glosó las experiencias obtenidas durante el rodaje en un libro publicado en el mismo 1953, Filmausmatka maurien maahan, una obra que, por su interés, merecería gozar de una traducción al castellano.
Antes, entre 1947 y 1948, Haapakoski había dado a luz a otro de sus grandes personajes: el robot Atorox, que protagonizó una saga de ciencia-ficción y que dio nombre a los premios literarios que anualmente concede la Turku Science Fiction Society en Finlandia. La tumba del escritor, que por cierto requiere una reforma urgente, contiene éstos y otros muchos secretos. En alas del olvido.
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