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Tener el móvil sin conexión, encenderlo y encontrar varias llamadas perdidas para luego hacerte saber que has ganado el Premio Nacional de Danza 2024, en la modalidad de Creación, concedido por el Ministerio de Cultura. Esto es lo que le ha pasado a la coreógrafa y bailarina malagueña Luz Arcas. Para el jurado, "las piezas de Arcas engloban una suma de estilos en los que destaca un compromiso absoluto con un lenguaje propio". Su obra combina el "riesgo y la innovación con una revisión continua de sus raíces". La artista ha sido reconocida por la "mirada poliédrica y la versatilidad de su danza".
Pregunta.¿Cómo recibió la noticia de que había ganado el premio?
Respuesta.Estaba en Madrid. De hecho, todavía estoy en Madrid trabajando. Ha sido una sorpresa muy grande... Tenía el teléfono desconectado. Vi las llamadas y tardamos en poder hablar. Me llamó el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, para darme la noticia. Y, pues, la verdad es que ha sido muy emocionante. Muy emocionante porque, bueno, me parece un reconocimiento muy importante y muy necesario. Así que voy con mucha alegría.
P.Y, además, en la modalidad de Creación. ¿Qué supone eso para usted?
R.Pues sí, siento que mi trabajo siempre ha estado orientado a la búsqueda, a profundizar en un lenguaje propio porque he tenido, quizá, una manera de estar en escena, de bailar, de dirigir. Y eso me ha llevado a que mi trayectoria estuviese muy dirigida a la creación de un lenguaje propio, que es el lenguaje de mi compañía, La Phármaco. Y que me lleva quizá a una trayectoria artística más ligada a la experimentación, a la investigación y a estar, eso es la parte creativa.
P.Ha hablado de lenguaje propio ¿Cómo lo definiría?
R.Siempre es difícil ver el trabajo de una desde fuera, pero digamos que es un lenguaje que se nutre de múltiples disciplinas, de otros lenguajes artísticos, pero que coloca el cuerpo en el centro de ese lenguaje. Pienso que mi propuesta coreográfica es muy física y que de alguna manera intenta que el cuerpo esté hasta por encima de la danza. Muchas veces hay un tipo de danza que intentan trabajar con una idea del cuerpo idealizada, con un ideal de belleza o de lo que tiene que ser el cuerpo del bailarín. Yo intento que sea la danza, que siempre es una danza despojada, que deje que el cuerpo sea en su máxima verdad, con todo lo conflictivo que puede tener, y para mí, ampliando los registros de la belleza.
P.Hace 15 años fundó la compañía La Phármaco. ¿Cómo surgió esa idea? ¿Por qué dio ese paso?
R.Surgió de una manera muy natural. Siento que todo en mi camino ha sido muy natural y muy espontáneo y que luego vas entendiendo un poco por qué haces las cosas. La compañía la monté porque hicimos una obra como proyecto de la Escuela de Arte Dramático y nos dieron un premio, el premio Injuve, y montamos una compañía. Todo se ha ido haciendo muy poco a poco, paso a paso y, sobre todo, con mucha intuición a la hora de tomar decisiones.
P.¿Por quéle puso ese nombre? ¿Qué representa para usted?
R.En ese momento estaba trabajando con tratados de farmacología antiguos. Estaba trabajando sobre los efectos de los venenos en el cuerpo, con un tratado del siglo I d.C., en el que Mitrídates, el rey del Ponto, investigaba sobre posibles antídotos, que fue el origen de la vacuna. Como en esa época no había ni ecografías ni otro tipo de técnicas, era pura observación de movimiento. Los efectos de los venenos se describían con baile, en el fondo, con movimientos. Y era un estudio de toda esta especie de descomposición del cuerpo y de pulsión entre la vida y la muerte del cuerpo. Y Phármaco, porque viene de phármakon, que en griego significa veneno y remedio. Es el chivo expiatorio y siempre he concebido la escena así, como el chivo expiatorio, la víctima sacrificial o algo socialmente que genera una violencia purificadora.
P.¿Siempre quiso dedicarse a esto? ¿Tenía claro su camino en la danza?
R.Creo que todo ha sido muy intuitivo, o sea, desde antes de irme a Madrid con 18 años, donde ya tomé la decisión de estudiar más concretamente todo, estaba en una compañía de teatro en Málaga. Bailaba, hacía un poco de todo... Desde pequeña he hecho de todo, pero creo que fue cuando tuve 18 años y decidí que me iba a dedicar a esto de una manera ya más profesional. A partir de los 18 fue un trabajo continuo.
P.¿Qué significa la danza para usted? ¿Qué representa? ¿Cómo la definiría?
R.Hay muchas maneras de concebir la danza, el cuerpo y el baile y que todas son muy valiosas y que puedo disfrutar de muchas como espectadora. Para mí, de entrada, no solo la danza, sino el arte es un lugar de absoluta libertad con la que poder habitar el mundo sin las pequeñeces, como las cuestiones sociales o económicas que te conducen. Intentar conectar con un tipo de potencial que para mí es lo más grande del ser humano. El superflujo creativo que todo el mundo tiene dentro. Los artistas tenemos la responsabilidad de recordar que eso sigue vivo, aunque parezca que no. El arte es ese espacio donde puede pasar cualquier cosa, donde el ser humano se hace mayor justicia a sí mismo. Las mayores conquistas del ser humano son sus manifestaciones artísticas. La danza que me interesa es la que sabe dejar el cuerpo en su raíz, en bruto, no necesita embellecerlo porque ya lo es de por sí. Para mí, bailar es ser más cuerpo que nunca.
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