Una luz para pisar tierra firme

Litoral

La revista 'Litoral' dedica su nuevo número a los faros, elementos inspiradores como pocos para artistas y escritores de distintos siglos, a modo de reivindicación ante su lenta desaparición y, como es habitual, con abultada nómina de colaboradores y creadores implicados

La certeza de otros mundos

Antígona a este lado del mar

'Faro' (2020), de Rita Duffy.
'Faro' (2020), de Rita Duffy.

Pocos elementos arquitectónicos resultan tan inspiradores, evocadores y románticos como los faros, alzados en su mayor parte solitarios en las costas, a veces en acantilados escarpados e inaccesibles. Durante siglos han guiado desde sus atalayas el paso de los navíos señalando con sus poderosos haces de luz la presencia de tierra firme; así, los faros conservan en el imaginario popular un sentido de abrigo y consuelo, de señalamiento del destino, de confirmación de que un paso más allá encontraremos tierra firme; pero también de aislamiento y retiro, como el que profesaban los fareros, vigilantes, tan fuera del mundo, con tal de garantizar el funcionamiento óptimo de los colosos. Nadie pintó los faros como Edward Hopper, pero, más allá del artista estadounidense, la presencia de estos titanes en museos, álbumes, tebeos, libros y películas es amplia y diversa, a veces como escenarios de historias terroríficas para las que no hay muchas opciones de escapatoria, otras como signo de esperanza y regreso: cuánto habría anhelado distinguir Ulises la luz preclara del faro de Ítaca en el horizonte. Un faro no es otra cosa que una luz capaz de guiar a los viajeros en la oscuridad, y precisamente porque su misión es tan clara tales objetos siguen despertando una fascinación primaria y orgánica. Ahora, la revista Litoral dedica su último número a los faros, con una portentosa revisión de su influencia en la poesía, el arte y el cine y con, de nuevo, una deliciosa edición a cargo de Antonio Lafarque y Lorenzo Saval.

'Faro y viviendas Portland Head' (1927), de Edward Hopper.
'Faro y viviendas Portland Head' (1927), de Edward Hopper.

Que Litoral dedicara un número a los faros era solo cuestión de tiempo: los motivos marineros han sido y son habituales en su historia, pero pocas referencias preservan una sustancia poética tan eficaz como la de estos centinelas. Tal y como apunta Lorenzo Saval en el editorial,  "ahora que están todos perdiendo su misterio y son abandonados y automatizados, es justo reconocerlos como la arquitectura más poética de todas las que han existido y buena prueba de ello es el inmenso material artístico y literario con el que nos encontramos". El tiempo y su desorden contienen, por tanto, un protagonismo no menor en estas páginas. En cualquier caso, la presencia del faro como continente artístico y literario requería una exploración a fondo de la que se ocupa una notable nómina de colaboradores con sus textos: Mario Sanz Cruz y Javier Pérez de Arévalo, fareros en activo, desvelan sus secretos con ánimo ilustrativo y didáctico. José Antonio Garriga Vela entraña una jugosa conversación imaginaria con Edward Hopper, mientras Guillermo Busutil se encarga del faro que, de todos, no podía faltar en esta publicación: la única, la impar Farola de Málaga, cuyo horizonte y razón de ser han quedado ahora en peligro a cuenta del rascacielos que la más voraz especulación inmobiliaria pretende elevar en su entorno. El crítico de arte Francisco Calvo Serraller, el crítico cinematográfico Juanma Ruiz, el arquitecto César Portela, el artista, escritor y editor José Luis González Macías y otras firmas como las de Miguel Gómez y Antonio Castán completan el paisaje de talento puesto aquí al servicio de la causa.

También la Farola de Málaga, única en su género, tiene su lugar en estas páginas

Además, Litoral vuelve a conciliar buena parte de la mejor poesía y el mejor arte del siglo XXI mediante un recorrido diverso e intachable, en el que figuran autores como Emilio Prados, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Charles Baudelaire, Cristina Peri Rossi, Manuel Alcántara, Carlos Edmundo de Ory, Concha Méndez, Javier Vela, José Bergamín, Álvaro de Campos, Jorge Guillén, Susana Benet, Luis Alberto de Cuenca, Luis García Montero, Andrés Neuman, Juan Marqués, Alfonsina Storni, Antonio Machado y Enrique García-Máiquez, entre muchos otros. Al mismo tiempo, obras de artistas como Max Ernst, François Kollar, Eduardo Úrculo, Margo Hoff, Yves Tanguy, Salvador Dalí y los citados Lorenzo Saval y Edward Hopper hacen de estos Faros de Litoral un festín mayor para los sentidos. "Si encendiéramos de pronto todos los faros que aparecen en las páginas de este litoral, la poesía y las palabras se iluminarían por dentro y tendrían como las luciérnagas una razón lumínica en el cuerpo para seguir existiendo. Esta revista que siempre ha estado en contacto con el mar, tiene todo el derecho a elevarse de pronto como una torre y buscar la razón de su existencia, que no es otra que el de querer proyectar su luz para iluminarnos a través del arte y la literatura", escribe también Saval en el editorial de la publicación. Convendría subrayar, en todo caso, hasta qué punto es la revista Litoral un faro para las artes y las letras: un punto de luz que desde su fundación en 1926 ha venido señalando la presencia de tierra firme para lectores de la índole más diversa. Aquí, tan cerca del mar, es seguro: pisamos tierra firme.

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