Málaga, territorio literario

Libros

La cosecha de títulos de autores malagueños del año, especialmente fecunda en alcance y proyección, confirma a la ciudad como uno de los polos esenciales en el mapa nacional del libro

Aurora Luque, Premio Nacional de Poesía 2022

Aurora Luque.
Aurora Luque. / Jorge Zapata / Efe

Málaga/Resultó, quién lo iba a decir, que a la definición estratégica de Málaga como ciudad cultural, emprendida hace dos décadas mediante la vinculación de los museos y el turismo, le salió una hija bastarda: la literatura. Cuando muchos se preguntaban dónde estaban los creadores locales entre tanta celebración picassiana y tantas colecciones de arte importadas, lo cierto es que estaban ahí, en muchas ocasiones, escribiendo. Ya en aquellos primeros compases del siglo, reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía concedido a Chantal Maillard por Matar a Platón y el Premio Nadal que obtuvo Antonio Soler por El camino de los ingleses, celebrados ambos en 2004, permitieron que la posición de Málaga en el mapa literario nacional quedara marcada en rojo merced a dos autores que desde mucho antes venían inspirando a jóvenes escritores malagueños, convencidos, ahora sí, de que podían escribir sus obras y aspirar a la mayor relevancia sin la exigencia, asumida sin remedio hasta no mucho antes, de buscarse la vida fuera de su ciudad. Con otros modelos vivos ampliamente celebrados como el de María Victoria Atencia, aquel ejemplo cundió acompañado de un crecimiento exponencial de la agenda de encuentros literarios, distribuidos en bibliotecas, librerías e instituciones públicas. Ni siquiera la desaparición de instrumentos nacidos para articular este caudal creativo, como el Instituto Municipal del Libro, mermó las aspiraciones de Málaga en torno a la escritura, subrayada en los últimos años mediante la entrada en juego de festivales de postín nacional e internacional aunque urdidos, demasiado a menudo, desde la misma conformidad de importación colonial. En este 2022, otro Premio Nacional de Poesía, concedido esta vez a Aurora Luque por su extraordinario Un número finito de veranos (Milenio), sirve de fiel estandarte a una última cosecha anual incontestable y especialmente reveladora en cuanto a alcance y proyección. Digamos que ya no es posible establecer un mapa literario completo a nivel nacional sin señalar a Málaga como uno de sus polos esenciales: aquellos autores que empezaban a escribir en el nuevo siglo han crecido, han madurado y se han integrado por derecho en la primera fila de la narrativa y la poesía española. Basta un somero repaso a esta cosecha del 2022 (no están todos los que son, pero desde luego sí son todos los que están) para confirmar la magnitud de esta posición. Y no está de más advertir que consideraremos como autores malagueños a los escritores que viven y escriben en Málaga, además de otros (los menos) que nacieron en Málaga pero viven en otra parte.

Miguel Ángel Oeste.
Miguel Ángel Oeste. / Ángel L. Juárez

En lo que a narrativa se refiere, este 2022 que agoniza será recordado como el año de Miguel Ángel Oeste, que conmocionó a los lectores y a la crítica con Vengo de ese miedo (Tusquets), una novela que, desde una revisión profunda de los mecanismos de la ficción, sacaba a la luz la tragedia del abuso doméstico con una verdad descarnada. Laura Carneros firmaba otra de las revelaciones del año en Proletaria consentida (Caballo de Troya), una novela de aprendizaje y a la vez autorretrato exento de imposturas y concesiones con el que la autora acertó a brindar un certero testimonio generacional entre la frustración y el coraje. Todo un referente ya consolidado en la literatura española como Isabel Bono volvió a las librerías a principios de año con Los secundarios (Tusquets), en la que ampliaba el universo beckettiano de su anterior novela, Diario del asco, publicada en 2020. Otro magisterio de largo alcance es el de Vicente Luis Mora, que en Circular 22 (Galaxia Gutenberg) culminaba una odisea particular sostenida durante dos décadas a través de una escritura desbordante, que revisitaba todos los géneros y registros posibles de la narrativa hasta configurar un libro-cosmos asombroso e inagotable.

Laura Carneros.
Laura Carneros. / Jorge Zapata / Efe

Conviene recordar aquí la publicación de Spanish Beauty (Anagrama), la última novela de Esther García Llovet, nacida en Málaga en 1963 y residente en Madrid desde 1970, como uno de los más felices órdagos del último género policiaco. Pero si algo define a este territorio malagueño del libro es precisamente la diversidad de tendencias, estilos y adscripciones, un caudal mutante en el que se puede encontrar prácticamente de todo con la mayor exigencia. Sin salir de la narrativa, Rafael García Maldonado prolongó su ambiciosa exploración literaria con su nueva novela, El desaliento (Anantes), mientras que Gonzalo Campos Suárez bordó una inolvidable galería de personajes en su libro de relatos Karaoke (Sloper). Sanz Irles desplegó un abrumador ejercicio de estilo en su novela Leontiel (Anantes), un verdadero caso aparte en la narrativa española contemporánea. Y tampoco han faltado híbridos como la Odisea N-340 (Jákara) de Guillermo Busutil, en diálogo con las fotografías de Pepa Babot. En el género fantástico, la corona sigue firme en la cabeza de Carlos Sisí, quien este año volvió a su universo nigromante con la fascinante Hechicero. La parábola de Ellör (Minotauro). Y conviene prestar toda la atención a la jovencísima Cristina Lobato Borrego, quien a sus veinte años ha publicado este año su debut, Filigranas doradas y plateadas (Europa), una novela histórica ambientada en la guerra de independencia de los Países Bajos contra el Imperio Español, en pleno siglo XVII, cuyos derechos de traducción se han comprometido ya para varios idiomas.

Isabel Bono.
Isabel Bono. / Javier Albiñana

Otros malagueños destacados en la literatura nacional e internacional no han publicado nuevos títulos en este 2022, pero sí han sido noticia por otros motivos: la editorial Galaxia Gutenberg continuó la reedición de las novelas de Antonio Soler con uno de sus mejores títulos, El sueño del caimán, aparecido originalmente en 2006. Juan Jacinto Muñoz Rengel celebró el lanzamiento de la edición inglesa de su ensayo Una historia de la mentira en Reino Unido, Irlanda, Noruega, Países Bajos, Australia y Canadá (en 2023 lo hará en Estados Unidos) y la traducción al árabe de algunas de sus novelas, entre ellas la última, La capacidad de amar del señor Königsberg. No menos destacable es el último asalto de Rodrigo Blanco Calderón a las librerías estadounidenses con la traducción de su libro de relatos Los terneros como Sacrifices (Penguin Random House).

Ángelo Néstore.
Ángelo Néstore. / Martín de Arriba

En lo que a poesía se refiere, el paisaje es igualmente amplio y diverso, con títulos de gran calado. Además del citado Un número finito de veranos de Aurora Luque, que vio la luz en noviembre de 2021, uno de los acontecimientos más reseñables fue el lanzamiento de Lo que el pájaro bebe en la fuente y no es el agua (Galaxia Gutenberg), volumen que reúne toda la poesía de Chantal Maillard escrita entre 2004 y 2020. Otro episodio de alcance fue la reciente concesión del Premio Espasa de Poesía a Ángelo Néstore por Deseo de ser árbol, una nueva mirada al mundo de la familia, el amor, el deseo y la identidad queer. Jorge Villalobos ganó por su parte el Premio Unicaja de Poesía con Nada desaparece para siempre, mientras que Diego Medina Poveda entregó a imprenta En vecindad, no en compañía (Siltolá) y Álvaro Campos Suárez hizo lo propio con la colección de aforismos La certeza del color (EDA).

En el apartado teatral, la cosecha de textos dramáticos no ha sido menos espléndida con títulos como Mujer en cinta de correr sobre fondo negro (Cántico), la obra con la que Alessandra García ganó el Max a la mejor actriz revelación. Bajo el sello Continta Me Tienes, la bailarina y coreógrafa Luz Arcas publicó Pensé que bailar me salvaría y el actor, autor y director Alberto Cortés presentó Los montes son tuyos, volumen que contiene las obras El ardor y One night at the golden bar. El dramaturgo Carlos Zamarriego llegó a las librerías por partida doble, con su selección de piezas breves Teatro encogido (Adarve) y La mano (Autografía).

Si a este panorama añadimos el trabajo ampliamente reconocido de traductores como Vicente Fernández, Teresa Lanero o Laura Naranjo, entre muchos otros, no es muy difícil concluir que la Málaga cultural tiene en la creación literaria uno de sus principales argumentos, lo que, de paso, la convierte en merecedora de la mayor atención, promoción y cohesión. No será un mal deseo con vistas a 2023.

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