El malagueño Almaro traspasa los límites de la pintura en su primera exposición individual en Madrid

'No tocar las imágenes' podrá visitarse del 17 de octubre al 14 de noviembre en la Galería Modus Operandi

Este es nuestro cuerpo en el Museo Carmen Thyssen

Una de las obras que se exponen en la muestra
Una de las obras que se exponen en la muestra / M. H.

El artista malagueño Almaro invita a traspasar los límites de la pintura en su próxima exposición en la Galería Modus Operandi. Bajo el título No tocar las imágenes, reflexiona sobre la relación entre el espectador, la pintura y la intersección de la mirada y el tacto, cuestionando lo que significa el arte desde la barrera que impone no poder tocarlo. Modus Operandi refuerza con esta exposición su apuesta por los talentos emergentes.

En la pintura de Almaro la figuración crea el espacio que habita y la luz brota desde el interior de las imágenes como un elemento que acompaña y se apropia de cada obra. Así, el arte es espacio y tiempo a la vez. La muestra podrá visitarse del 17 de octubre al 14 de noviembre del presente año.

La exposición explora cómo, en museos, galerías o templos, la prohibición de tocar su imaginería crea una barrera invisible entre el espectador y los objetos, alimentando el aura de los mismos que residen en estos espacios. Esto nos recuerda que la luz es quien engendra a la imagen, y la única que puede tocarla.

Almaro lleva tiempo investigando sobre la percepción luminosa y, a través del término pintura encendida, que él mismo acuñó, reivindica la pintura como medio para revelar la parte espiritual que antecede a la materia.

La muestra se compone de dieciocho cuadros con los que el artista se consolida y logra transmitir gran madurez plástica que marcará un punto de inflexión en su larga carrera artística. 

Su trabajo reflexiona sobre la capacidad reflectiva de la pintura frente a los nuevos medios retroiluminados de la pantalla; pero su principal obsesión está en representar perceptivamente el aura del objeto retratado delatando su presencia en un juego de proyecciones de luces más simbólicas

Comienza a la edad de 15 años, cuando encuentra un antiguo maletín de pintura de su padre en el sótano de casa y a partir de ahí su pasión despertó; dos años después empieza a destacar por la realización de carteles y estandartes de arte religioso que años más tarde retoma desde una búsqueda espiritual propia al iniciarse en Reiki. Esto supuso un cambio de paradigma en su mirada, pasando por juguetear con la abstracción de la energía más sutil a una vuelta por lo corpóreo con con referencias del naturalismo barroco. 

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