El malagueño Mario Guerrero y el arte de afinar la melodía de las palabras

Mario Guerrero en su biblioteca, donde graba los vídeos para TikTok.
Mario Guerrero en su biblioteca, donde graba los vídeos para TikTok. / M. H.

"Un escritor no tiene por qué saber escribir perfectamente; cuando un lector compra un libro, no imagina todo el trabajo que hay detrás", defiende Mario Guerrero el papel del corrector en el mundo editorial. Este joven malagueño confiesa que, si una historia tiene errores, "por muy buena que sea", pierde su magia. "Es como una melodía mal afinada”, argumenta. Aunque es periodista de formación, su camino hacia el mundo editorial empezó con un curso de corrección profesional que realizó de forma autodidacta que hizo mientras estaba en la carrera y con el máster en Periodismo Cultural de la Universidad Rey Juan Carlos.

Hoy trabaja en la editorial Diversidad Literaria. Su labor como corrector implica mucho más que capturar erratas en los textos. La editorial, cuenta, recibe muchos manuscritos: "Los valoramos y, si son aprobados, empieza el proceso de edición". Su tarea es hacer una corrección ortotipográfica y de estilo, pero "siempre en contacto con el autor". Para Guerrero, es importante que ellos estén de acuerdo con los cambios, "especialmente en los aspectos más subjetivos", detalla en una entrevista con este periódico.

"El ejemplo es más importante de lo que creemos", afirma al reflexionar sobre cómo nació su amor por la lectura. Fue en casa, viendo a sus padres leer, donde encontró el estímulo para sumergirse en las páginas. Sin embargo, su amor por los libros vino con La desaparición de Claudia Brown, de Petros Chatzopoulos. "Yo era un niño, tendría unos 10 u 11 años, y al leerlo pensé que si esta historia estaba en un libro, ¿qué no habría en los demás? Fue un momento decisivo y desde entonces no he parado de leer", confiesa.  

Mario Guerrero admite que "un corrector no lo sabe todo, ni mucho menos". Para él, la formación constante es esencial. "La lengua está viva y cambia, cada día consulto la RAE y la Fundéu, que son mis pilares fundamentales", sostiene. También hace consultas en redes sociales para que los usuarios aclaren las dudas que le surgen. La ortografía, dice, tiene muchas reglas opcionales, y cada editorial puede tener su propio libro de estilo. "Es un trabajo en el que siempre estás aprendiendo", asegura.  

El corrector de 26 años indica que también debe equilibrar las reglas gramaticales con las licencias creativas del autor. "A veces, un escritor decide romper las normas por estilo, y eso está bien; nuestro trabajo no es imponer, sino proponer", comenta. Según el propio periodista, la corrección es tanto técnica como artística. En este sentido, la persona encargada de corregir en cuanto a estilo realiza cambios que ayudan a mejorar la calidad del manuscrito, pero sin alterar la voz o el estilo del autor.

Correcciones en TikTok

Hace un año y medio, Mario Guerrero decidió explorar TikTok, una red social que aglutina muchos usuarios y que en la actualidad "tiene mucho tirón". En su perfil mezcla correcciones lingüísticas con reseñas literarias. Se encarga de publicar vídeos cortos sobre errores comunes, como tildar "ti", que nunca lleva tilde, o confusiones con expresiones latinas como status quo o grosso modo. "Me sorprende cuántas personas agradecen estos consejos y me preguntan por manuales o recursos para mejorar su escritura, es gratificante ver que hay interés por aprender", comenta.  

Aunque reconoce que esta red social tiene ciertas limitaciones, ve en TikTok una oportunidad para hacer más accesibles temas que suelen parecer más aburridos o pesados. "Intento ser preciso, pero sin perder el enfoque educativo porque muchas veces no tenemos tiempo de ir a un libro, pero un vídeo breve puede ser una puerta de entrada", reflexiona. En las publicaciones aparece frente a la cámara y con su amplia biblioteca detrás. A lo largo del vídeo van apareciendo distintos errores ortotipográficos o de estilo que resuelve en el instante.

Por otro lado, impulsado por sus profesores de Periodismo en 2017, el joven corrector editorial decidió crear una página web literaria. Según cuenta, les insistían en que debían construir su propia marca personal, así que se lanzó y creó Mortal y Rosa. "El nombre es un homenaje al libro de Francisco Umbral, que había leído poco antes, y desde entonces publico una reseña semanal, sin falta", explica. Luego, en el máster, hubo una asignatura en la que les proponían crear una página web y, como ya la tenía, creó una cuenta de Twitter, Instagram y YouTube, donde entrevista a escritores malagueños.

"He entrevistado a Antonio Fontana y a Antonio Soler", pronuncia con orgullo. Entrevistar a los autorres es un proceso completo: lee el libro, prepara las preguntas, contacta con el escritor, busca el lugar adecuado, graba el vídeo, edita y, por último, lo publica. "Todo lo hago yo, es un trabajo que parece invisible, pero que requiere mucho esfuerzo", destaca. Para las reseñas, toma notas mientras lee en digital. Después las pasa a un borrador de reseña y al ordenador y desde ahí ya lo redacta hasta que ocupa una página al completo. También las publica en TikTok mientras plancha ropa.

A pesar de su trayectoria como corrector y crítico literario, Mario Guerrero no oculta su ambición de publicar una novela. "Tengo una novela escrita que está buscando editorial, es un proceso difícil, cuesta mucho encontrar una que se interese por tu trabajo y, en muchas ocasiones, ni siquiera recibes una respuesta, pero no pierdo la esperanza", confiesa. Según ha adelantado el joven, algún día le gustaría dar el salto y compartir sus historias con el mundo. Aunque ese momento todavía no ha llegado.  

Para el corrector malagueño, la literatura es más que una profesión; es su propia forma de vida. Desde las reseñas semanales en Mortal y Rosa hasta sus correcciones en sus redes sociales. Mario Guerrero no deja de explorar nuevos caminos para compartir su amor por las letras: "Leer y escribir son procesos que evolucionan contigo, mis intereses literarios han cambiado desde que era un niño, y estoy seguro de que seguirán cambiando porque, al final, los libros son compañeros de viaje, y cada uno deja su huella en nosotros".

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