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Málaga/Cuando esta noche pasen por la alfombra roja del Teatro Cervantes, probablemente nadie sabrá quienes son. Los fotógrafos preguntarán sus nombres, quienes cazan autógrafos y selfies descansarán por un momento. Puede que las personas que obtengan hoy la Biznaga de Plata en la Sección Documental no brillen como las estrellas del celuloide patrio, pero su honestidad, su compromiso y su capacidad de contar historias las acerca a la verdadera esencia del cine. Ese que plantea preguntas, que trata de comprender lo que ocurre o pone el dedo en la yaga a pesar de que los principales focos miren hacia otro lado.
Fueron más de 700 las películas que optaban este año a participar en la competición oficial de documentales, lo que demuestra la importancia de la cita. Finalmente llegaron 33, 16 de ellos cortometrajes. Una notable colección que ha ofrecido, un año más, formas diferentes de hacer cine. "Ha habido propuestas de autor, experimentales, performativos o incluso de aspecto más convencional. Algunos han tenido temáticas muy duras, pero precisamente ese es el compromiso de este género", explica Moisés Salama, miembro del comité de selección del festival. Además, ha existido una mayoría femenina: las mujeres han firmado una docena de los 17 largometrajes a concurso y también han sido protagonistas de alguna de las obras más interesantes, como Tódalas mulleres que coñezo, de la gallega Xiana do Teixeiro, que se estrenaba en Málaga, al igual que otras como El último país de la cubana Gretel Marín.
Ambas directoras acudían por primera vez a la cita festivalera, pero también otros nombres importantes como los de Virginia García del Pino o Luis López Carrasco -miembro del colectivo experimental Los Hijos-. También ha habido viejos conocidos firmando algunos estrenos de calidad que tendrán largo recorrido, empezando pronto por citas tan importantes como Documenta Madrid o D'A Barcelona. Málaga se ha confirmado en una plataforma de lanzamiento para el sector, un primer paso donde afianzarse. Algo especialmente interesante para el cine hecho al otro lado del charco. "El festival es muy importante también porque, desde América Latina, España es el lugar para seguir creciendo y Málaga un foro importantísimo para ello", subraya el argentino Andrés di Tella.
Su compatriota Carmen Guarini, que este año acudía con Ata tu arado a una estrella, destaca también la mayor visibilidad de la sección documental. "Yo vine hace 15 años con una película y entonces no nos hacían tanto caso", recuerda quien es una de las grandes voces del cine latinomericano. "Desde que viene a proyectar De monstruos y faldas en 2009 he sentido un cambio en la sección. Ha ido teniendo mayor visibilidad de manera paulatina", recalca la chilena Carolina Astudillo. La directora sabe bien de lo que habla porque también pasó por Málaga para presentar Lo Indecible en 2013 y El Gran Vuelo dos años más tarde, con la que se llevó la Biznaga de Plata. Este año, Ainhoa, yo no soy esa era otra de las películas destacadas de la sección. Y los medios, parece, también les dedican más espacio: "He estado haciendo una media de cinco entrevistas al día", añade el marbellí Ricardo Yebra, la única representación local en la Sección Oficial con Lado B.
Y no sólo existe contacto con profesionales de la comunicación, también con lo más importante, el público, que como cada año ha acudido puntual al Teatro Echegaray. De hecho, desde el festival subrayan incluso un aumento en la afluencia del público en esta edición. Los debates posteriores a las sesiones, con la presencia de realizadores y realizadoras, es una de las grandes oportunidad del festival. "Ese foro de discusión enriquece mucho", cuenta Di Tella, que destaca cómo cuando los focos se encienden tras la proyección de un documental, "lo primero que quiere hacer cualquiera es comentarlo". "Las películas de este género trascienden el simple hecho de ir al cine, siempre te llevan a algo más", dice el argentino. "No es sólo importante hacer cine, sino también hablar de cine", agrega Carmen Guarini.
"Y lo mejor es que Málaga te permite también encontrarte con gente de otros festivales, personas a quien le interesa distribuir la película. Eso es una de las cosas más importantes para un documental", afirma por su parte Gretel Marín. De hecho, personas realizadoras, directoras, investigadoras, productoras y el propio público han tenido la oportunidad de participar en MálagaDocs, un foro que repite por tercer año consecutivo en esta segunda era (ya se realizó un encuentro similar en los inicios del festival). Mesas redondas, conferencias, clases magistrales y un homenaje a Fernando Birri han formado parte de su programación, esta vez centrada en el documental de América Latina.
"Para nosotros es un orgullo recuperar este evento porque es bueno que la familia documentalista tenga lugares donde encontrarse", asegura Moisés Salama. Además de Di Tella, el encuentro se ha consolidado gracias a nombres como los de Marta Andreu, Jorge Caballero o Juan Manuel Sepúlveda, que obtuvo la Biznaga de Plata en 2017. Nombres básicos para el cine pero a los que, probablemente, nadie pare por la calle estos días para hacerse una foto. Quizás sea el destino de un género tan necesario.
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