Adiós, amigo
Muere Manuel Alcántara
Málaga/García Márquez nos familiarizó con las muertes anunciadas. Me pasó también con mi madre, la tarde de un Lunes Santo expiró. Estábamos habituados a verla inerte, vegetal… pero cuando dejó de respirar, cuando llegó la fatal circunstancia, lloré, lloramos Mariluz y yo desconsoladamente.
Manolo, Don Manuel, nos retrotrae a aquellos sentimientos de ambos. Sí, sabíamos que de un día a otro ocurriría lo irremediable, pero cuando llega, notas inmediatamente que algo muy nuestro se ha ido, y que solo las lágrimas son capaces de provocar el consuelo que necesitas y arroparte con él –el consuelo otra vez- como primera defensa al hueco de soledad que se viene produciendo. Manolo era insustituible.
Hemos sido amigos, testigos, compañeros de un personaje extraordinario. Hemos recurrido a él, a su experiencia, a su bondad, a su sabiduría, a su ángel y siempre nos regaló en su respuesta todo lo bello, lo necesario y emotivo que naturalmente, sin dudas ni preguntas, generaba su persona y su talento.
Se nos va el Maestro, y con él ese trozo de vida vivida junto a la persona de inagotable belleza, atinado discernimiento, de certera crítica, de cariñoso trato, único como observador e insustituible amigo.
Lloramos de nuevo al recién ausente estudiante de Segundo de Jazmines.
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