Y era un mural
Restauradores descubren en el MoMA el bastidor original del 'Guernica', que ya se conserva en el Reina Sofía
"El arte moderno también tiene su propia historia material". Quien hace semejante afirmación es Luis Pérez-Oramas, comisario de Arte Latinoamericano del MoMA neoyorquino y comisario de la exposición Un moderno en la Arcadia, integral del uruguayo Joaquín Torres-García que se inaugura mañana en el Museo Picasso Málaga. Fue aquí donde, al hilo de su sentencia, dio ayer Pérez-Oramas cuenta de un hallazgo reciente que puede parecer irrelevante pero que, fetichismo aparte, puede resultar útil a la hora de mirar con otros ojos una obra fundamental de ese mismo arte moderno. El propio MoMA dio a conocer recientemente el descubrimiento de once piezas desarmadas que resultaron ser el bastidor original del Guernica de Pablo Picasso. La veterana conservadora del MoMA Anny Aviram, que participó en el traslado del enorme lienzo desde Nueva York a Madrid hace ahora 35 años, confirmó que aquellos vestigios eran lo que nadie esperaba que fuesen. El mismo museo estadounidense relató la historia hace unos días a través de su blog Inside Out y de paso confirmó que el viaje que empezó aquel 9 de septiembre de 1981 con el descuelgue del Guernica en el MoMA no concluyó con la llegada al Casón del Buen Retiro en el octubre siguiente: algo se había quedado allí.
Tal y como narra el artículo aparecido en el blog, el hallazgo tuvo lugar a comienzos de este año durante una inspección rutinaria y, dado que los bastidores de los cuadros se sustituyen con relativa frecuencia para asegurar la sujeción de los lienzos, en principio nadie expresó mucho entusiasmo hacia aquel ensamblaje. De hecho, según Pérez-Oramas, el bastidor no apareció completo, ya que los once fragmentos son insuficientes para reconstruir el bastidor. Fue, precisamente, a tenor de la evidencia de que la estructura no se había recuperado en su integridad, cuando los técnicos constataron que aquél debía ser el bastidor de un lienzo muy grande. Tanto como para ser el mismo que empleó Pablo Picasso en París, en 1937, con el fin de colocar el lienzo de 3,49 por 7,77 metros sobre el que pintó la imagen más representativa del siglo. Pérez-Oramas, por cierto, explica que el bastidor se encuentra ya desde hace unos días en el Museo Reina Sofía de Madrid, muy cerca del cuadro al que una vez sirvió de soporte: el MoMA tuvo la gentileza de enviarlo junto a los fondos prestados para la exposición del belga Marcel Broodthaers que puede verse en el centro desde el pasado 5 de octubre hasta el próximo 8 de enero.
La identificación del bastidor fue posible gracias a una inscripción sellada en el mismo y en principio anodina sobre la que Luis Pérez-Oramas llama sin embargo poderosamente la atención. En esta inscripción, realizada presumiblemente poco después de que el Guernica descansara sobre el bastidor, se lee: Picasso Mural. Así que en el viejo debate sobre la naturaleza de la obra, entre quienes defienden que se trata de un mural y quienes ven en él un cuadro de grandes dimensiones, el propio Picasso parecía tenerlo claro cuando culminó el proyecto, como bien es sabido, en sólo treinta y tres días. Recuerda Pérez-Oramas al respecto la trascendencia del formato mural para el arte americano, tanto en Estados Unidos como en América Latina, a partir de la influencia del mural político que prendió desde México también en los años 30; así como la revolución que significó el mural portátil (recuérdese a Jackson Pollock) al pasar de la pared al lienzo. Picasso mira más, si cabe, a la otra orilla.
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